Poemas :  Encarnándose
ENCARNÁNDOSE

Ninguna voz alumbra, esta vieja pluma,
donde vuelan amargas las tintas cayendo,
los ofendidos abejorros y los cristales opacos.

Lo saben las ventanas cerradas,
abriendo en el techo pétalos caninos,
comiendo las frágiles auroras temblando,
con las manos que pesan el viento,
al pasar absorto el huerto,
yerto extraño en la estatua viva.

Así flotaban las letras temiendo.
Así flotaban las palabras en el río,
herido por la brisa enarenada,
en las ramas plateadas de agujas oxidadas,
por el deber agonizante del fruto,
en el campo de mudez humedecido,
y los bosques secos en un plato.

Quiere escribir porque a las hojas duele,
el otoño de paja y hojalata dulce,
como despierta el silencio del diente,
tan lejano en el reloj parado.

Quiere escribir al mar embotellado,
enrojecido, anciano y libro ignorado,
por el rayo en el sombrero de piedra,
con la verdad que asesinan los vocablos.

Es una oruga de hule que huele a miel,
que duele al eco enterrado,
entre los cristales que manan inclinados,
por quebrar al horizonte las pestañas.

Puede la tinta sepultar las mariposas,
escondidas bajo el ojo del camello,
y desvestir los lagartos de madera,
en las heridas del tapiz o las lechugas.

Porque los dedos encerados ayunan,
arriba del cementerio de mosquitos,
y doblando la esquina indiferente,
turbada entre las ruinas nuevas,
y las arañas de los viejos licores,
y las bibliotecas de polvo y harapos,
a lo lejos cosechan el olvido,
que dibujan al mundo del hongo,
las mordidas del vuelo desplumado.

Mira, la razón se pudre lenta,
en los cajones desgarrados del cepillo,
en las hierbas que comen luna,
en los helechos que tiñen lana,
en las manzanas que cuentan cuentos.

Mira, mira,
como encarnan las miradas huecos,
afeitando las arenas en barriles,
aceitando los años en un siglo,
de millones y de vendas y cadenas,
encarnándose al anzuelo, mira, mira.
¡Qué el cielo te está mirando!.
.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  Solo es precedente
Solo es precedente

Ante quien el sol enmudece
cuando hay miel y hiel en las nubes
cuando hay piel y fiel es la piedra
de lino de lana de lona de luna
por donde las hierbas reposan
del eco del espejo acampanado
del ogro del panteón acompasado.

Después del lirio crudo en sangre
con el polvo del vino y el herrero
con el cáliz del café y el toronjil
por hervir por herir por huir
al espigar la ballena en una gota
una nota entre corderos que punzan
los anillos de las dudas confundidos.

Por verter la sed después de ahogarse
sin esperar del puñal el duelo
sin extinguir del pañal el suelo
sin arrancar del panal el vuelo
y esos cielos de dolores
y ese contraste de sordos
y esos años de horrores.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  Sed maestra
SED MAESTRA

Sed
Maestra
Del
Agua... Del desértico aliento.
Del barro sin fuego.
Del aire atrapado por una red de secos ecos.

-¡Sed, Durst, sete, séde, soif, thirst!-

Trajeron
unas montañas
lagos y lagunas, sueños almendrados de rojo,
y unas dulces gaviotas, rotas sus alas de gladiolas, espumas de sábanas duras,
donde estaba el cántaro dormido, y despierta una tierna lámpara.

El caballo, el tigre sonreía, en un águila sentada y ágil, por el cuadro de picos y acasos,
donde tenía un ojo la luna entre lagunas, azucaradas, en el cuello de un pequeño manantial,
y la luna sonriendo, estaba, más pequeña aún,
en un cielo tan frío,
que tuvo, que fue, que dejó de desgarrarse,
y empezó por perfumar alfombras en el césped,
y desahogar en sangre los amores de las orugas,
y ceniza la brisa de los cementerios antiguos.

¡Sed maestra!

Amiga, de los vacuos enemigos, una espada de algodones,
despierta, que los montes, salados todavía respiran,
y las praderas con las hierbas están en otro sitio.
¡Maestra, sed, del agua!

No importa ningún ocaso, ni acaso, en los huertos de duraznos tristes, y que estés dentro de los nogales comiendo una cereza,
llena de agua, de fuego, de tierra, de mar,
de dulcedumbre!.
Y que ames mucho tiempo,
el cabello sano, del recuerdo como a un niño,
en el cielo arenoso, sin amarrar el canto de la tarde fría, sin dejar la cabecera del viento,
que tenía, un torbellino tierno,
un huracán naciendo, una perla inmensa,
y una plumilla en la razón al escribirlo,
en la lengua, del invierno riguroso y la sílaba arrugada, donde vivimos cien años, en las leyendas de un inocente siglo,
una década viciosa, un sentirse ahumado,
un agrio ambiente, dentro de un cuchillo, dialogando tenedores con cucharas.
Despierta, la calle calla.
La esquina, escucha.
Obscuras lámparas alegres, insectos revolotean.
Y luego la basura dice: Incorpórate un poco.
El aullido de los botes es a crédito.
Y hay una larga mañana enredada
entre ballenas y charales,
lengua, la morada,
un archivero,
una memoria,
que deja
hormigas, en las palmeras,
esmeraldas escarlatas.
y enrojecido al horizonte,
en el vertical espanto,
y un licor de lirios.

Ya la pereza tendrá su forma,
Ya vienen los pájaros que anudan las cordilleras.
Ya van hacia las hojas las guitarras con sus pianos,
consumiendo en guirnaldas la franqueza,
y
al esqueleto que se inflama por la roca,
y
al... ¡Tan bueno era!.
y
al temblor de manos.
y
al labio seco. ¡Sed maestra!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta