Textos :  Al curiosear ovalado... (Texto Neosurrealista)
AL CURIOSEAR OVALADO
(Texto Neosurrealista)


Anoche un cuchillo fue asesinado
en una pesadilla mordida por zapatos
con el libro que sufre cada letra
con la libertad de un vestido desnudo
en la verdad embriagada del destino
cargado, recóndito, besando el misterio...

En este espacio apropiado para los ojos del animal
que brillan por sus propias manos esperando hasta
que las grandes compañías se tornen solitarias, y
piensen que es seguro venir aquí, embadurnados
de miel por la fisura tectónica que se pierde justo
bajo la mesa, con cientos de kilogramos de esperanza
en cacerolas de aluminio, entre rústicos senderos, sin
intermediarios, ni escrúpulos de gato...

A cambio de ello, los cuervos colgarán sus redes, antes
del sol de cada viernes, y desmantelarán el caleidoscopio
en los pantalones de sangre menos lastimada. Hablarán
del amor de la carretera por los combustibles, y del beso
en gotas de porcelana, por el diáfano silencio de todo
río de piel endurecida, y el fulgor de malaquitas tímidas...

Al curiosear ovalado, el orden parecerá demasiado formal,
y el carácter de un cuadro será triangular, con el mismo
sentimiento de las primeras conferencias, y la única risa
fuera de casa será becada con treinta tiros en la cabeza
por los dulces escenarios de las perlas, que desafían a las
pobres revistas que difieren después del almuerzo, en las
calles... Después, todos los seminarios , y viajes de trabajo
de campo extranjero, de las reuniones de huesos con un
barril de expectativas, pintarán de verde el agua fresca,
y los moños de los recuerdos serán para entender los
argumentos infalibles más ornamentados y espectaculares.

Juzgue usted, la gran cantidad de zonas rurales cubren la
boca del hambre oxidada, y hostigan a las nubes de crestas
afiladas. Critique la nieve magnánima del error diminuto,
como el tabaco dentro y fuera en las palabras que no son, ni
pretenden ser elitistas, pero logran domesticar el gran miedo
en busca de la inspiración invisible, imposible de olvidar, y
menos de detener cuando un perro se pasea en primer plano,
agotando el sello distintivo de la arquitectura, a fin de contar
con un cuerpo de datos que refleje el vuelo de las hormigas,
y desde el anonimato, acariciar las partículas inestables, donde
menos se lo esperan las suaves sombras, y lo suficientemente
imprudentes, como para trepar a bordo en calidad de pasajeros.

Mire usted, hace medio siglo el centro de poder llegaba con
mucha lentitud al suelo, sobre la base de que nadie estaba
listo para el techo. Ésa fue una virtud producto de una almeja,
con la necesidad de escapar de un alacrán y sembrar avena.
A pesar de la lista de chacales, avestruces, mandriles, y del
escaso equipo de herramientas que últimamente han elevado
el número de sardinas, por tener la oficina en la palma de la
mano, dónde vive una fauna alucinante con la capacidad de
anexar la ignorancia de los visitantes, o bien, contribuir a la
compra de equipo de rastreo de sueños perdidos, y así seguir
en línea la migración de las jirafas que mantienen hidratadas
las camas del guepardo... Por eso su opinión es importante...



Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Marionetas del destino... ( Anticuento Fauvista )
MARIONETAS DEL DESTINO
(Anticuento Fauvista)

Todos lo años hace la música en el mismo sitio
un ligero hueco y parece entonces que flota
sobre él una hoja de sonrisas con su estupor
perdida. ¡Calla, calle!. Repite el cementerio
gris, inconsciente de formas y actitudes.
Esto dicen, por lo menos, las lápidas asustadas
que en ese día se esconden al acercarse mucho
al silencio ennegrecido, sobre todo donde el
sol se incendia y queda el agua hecha ceniza.
Este no era un cielo rosa, bien lo sabía al azular
la tarde, aunque no suele ser común cuando el
tiempo se detiene, entre un plateado viento y
el fuego cada vez más verde.

Dejad un momento.
¡Oh!. Lector inquieto,
ese espacio por llenarse con montañas amarillas
en el corazón del viejo limón azul que flota bajo
el lago de flores y conejos anaranjados; la lluvia
frondosa se retira entre los recuerdos y el vaivén
refescante de las hamacas.
No es la intención atigradora, ni el propósito un
rojizo anhelo en la mayoría de los cuadros, ni
en las estatuas, ni en el bajorrelieve una ilustración
hecha de quejas vanas ante un pueblo sordo.Sin embargo, todo había terminado, las olas añiles
salpicaban la música en uno de los primeros des-
tellos sobre la morbidez lapislázuli del roble, el
horizonte no era el mismo desde aquel día, se
arrodillaba, vagaba sobre un tapiz púrpura y
miraba el sol sublime por largo tiempo, soñando
con la luna morena. Como algo esbozado, trazado
de un solo golpe, no existía la decadencia como
ahora, ni en los mosaicos recientemente descu-
biertos en su modelado confuso y de vago efecto.
¿Qué había pasado?.
Apenas lo recordaba. Sus frases, ya de pocas
palabras, se redujeron a algunos monosílabos.
No le agradaba ver su rostro en tantas fotografías.
[color=666600]Los colores se fumaban lentamente el contorno
borroso, suave en realidad, pero con algunas
manchas fosforescentes en el callejón solitario
deslizándose bajo esa almohada. El interés por
las raíces casi siempre es un rasgo de esa pedan-
tería inmensa que tanto caracteriza al montón
de falsedades automáticas. No puede inventar,
y tampoco puede exigir algo definido. El destino
es el títere en los dedos de la consciencia libre.
Tras apagar brutalmente aquella ingenua pesa-
dilla se puso en pie, abandonó sus alas en la cama
morada y corrió entre los platos sin apetito.
Quería hacerlo todo él, y nadie osaba contradecirle.
De hecho, él era quien pintaba las sombras, cepillaba
los perfumes y planchaba pluma a pluma el vuelo de
los techos, pues el escritor basa sus ideas, prejuicios
y aversiones sobre el arco multicolor que siente.Cuando se encontraba bajo las escaleras cansado,
solo saludaba con un gesto la mano flaca y verde
del último fantasma amarillo, le cedía el paso des-
colorido para disfrutar del espectáculo invisible
para la noche violeta. El aire era carnoso, mordido,
palpado y exhibido en la vitrina como un cocodrilo
de algodón con la resistencia de los rudos hábitos
del primer oficio, salvo solo, cuando la originalidad
del instante es demasiado prematura.
¡No es cierto!, ¡No es cierto!. Gritaba él con
la selva entre los dientes.
¿Acaso no es verdad que en los sueños todo se
vale, todo es absurdo, todo deja de tener sentido
al ignorarlos?.

La voz de la razón era la ilustración negativa del
ambiente inestable que nadie comprendía.
Y no solamente porque no la dibujaban, ni menos
en el estado putrefacto de las sensaciones fugaces,
de las emociones rentadas, de los impulsos que
brotan de las paredes y los pisos, creando mitos
visuales, en una sociedad indiferente a las cosas
verdaderamente esenciales e importantes.

¡No, no, nunca!. ¡Lo que ellos dicen jamás es cierto!.
Las marionetas no tienen reposo en las manos del destino,
de hecho siempre grisáceo, individual, pintado al verse
reverdear oxidado, empleando estructuras metálicas,
enumerando las carencias de voluntad y de cruda lana
en los sembradíos de borregos.
La realidad es que todo es falso, las ilusiones acaban
por romperse, todo el pensar se refugia tembloroso en
las faldas de la lógica en camiseta corta y la boca muda.
Las marionetas empiezan a maldecir su suerte, el destino
es un enemigo invencible, violáceo, con el reino nómada
de anaranjado, en las extravagancias verdes del azul.
Bien pensado, para que seguir con ésto.
¿Qué interés hay en ello?. ¿Qué me importa?.
No soy pintor, ni escultor, ni siquiera sé escribir. Es más. ¡Yo nunca he existido!. Y el futuro me reclama.

Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  M.E.T.Á.S.T.A.S.I.S.
METÁSTASIS

Padece y se detiene la tarde. Es pálida, como
la piel del otoño en las hojas, y duele al verde
del verano: Duele en los huesos, en el cuello,
en la memoria, en todo el aire y todo el suelo.

De repente, entre las ventanas opacas-- de un
vidrio en otros tiempos invisible, inmóvil por
años en la mirada y lento en los latidos-- salta
por la piel y destruye todo; Cuando se podía
amar el pasado, cuando se podía respirar al
oído. Es un cielo sangrante, sangrante como
una catarata, como si todas las puertas se
hubiesen cerrado, con espinas y con cuchillos
hambrientos sobre la cama y las sillas.

Es el ayer, lo que ha pasado, lo que se repite
abriendo heridas más profundas.
Por más que cambie el presente, por más
ropajes fabricados, eso persiste en las paredes,
entre los techos, bajo el suelo.

Se puede ver,
se puede escuchar el humo con párpados y
manos encontrando el abismo sobre el asfalto,
entre las grietas: Se pueden sacar grutas bajo
la piel húmeda, encontrando la sangre coagulada,
seca, negra, amarillenta que es, y sigue tan
completa al cerrar las cortinas, está tan fría, solo entre cada uno y ningún otro, que el recuerdo
mismo es una aguja y duele toda la vida.

++++++


Tenía miedo a morir, este cuerpo, esta voz.
¿Serían los mismos que habían soñado, qué
habían jugado con la lluvia, con la esperanza
en las pestañas?.

El callaba la boca seca. Una lágrima y un sollozo
eran lagos congelados y turbios, tan concretos,
que rememoraban crueles toda la angustia y el
estruendo que puede reptar sobre la tierra.
Aquella mujer tenía gracia. Caminaba lenta y
tierna, sus caderas no eran violentas, tenían solidez cálida, hechas de comprensión, de ágiles curvaturas y suaves movimientos.

Su mirada tenía voz, hablaba con sus pupilas y tejía sus palabras en crípticos diálogos a veces, no era lo común en tiempos espesos como en las esquinas y las casas. Pero ahora, ¡Qué desgarradora era la música, entre el tétrico silencio y el deseo de no haber nacido!. No obstante, estaba ahí, fragmentada,
confusa y ahogada en el interior de cada vena.
Pálida, sudorosa y muda, atrapada bajo la piel de
vidrios y tinieblas, como si apareciese disgregada
en un pozo sin final. Encadenada ahí, inmóvil en
la obscuridad absoluta.

¿Qué atrocidad piadosa se desprendía de las
angelicales alas caídas y anudaba sus pesadillas?.
Estaba disuelta en cada lágrima, vacía dentro del
peor abandono, indefensa, desarmada en la soledad
más dolorosa. Sus vínculos con el cielo y la esperanza estaban rotos, limados, eliminados de raíz.

++++++


Había perdido el aliento, había bebido el sufrimiento más amargo, el tiempo y el espacio perdieron su sentido, cualquier luz era más obscura, más allá del frío; El simple caminar era una desgracia. Ella dejó de ser, de existir bajo la ropa, dentro de cada hueso, gris inerte,
sentada en el piso la mirada sin brillo, mientras él, allá lastimero, se ocupaba en tratar de entender lo imposible, lo incomprensible, el infinito de la noche del alma, la eternidad simple. La sinrazón de todo lo pasado.

Con solo cerrar los ojos aparecía sonriendo, y su voz mecía el sabor del aire, del aroma en la cocina, en la recámara y el patio sus pasos escuchaba.
Ahora el silencio helaba, ¿A dónde lleva la fe perdida,lo celeste desconocido, lo sagrado yerto, ingrato y perforado?... ¿Qué fuerzas tenebrosas y que laberintos se tejen bajo la cabellera de la existencia?.

¡Todo aquéllo había estallado, un mundo amable, un
suelo más firme, más fértil, un sueño posible, respirable,
armonioso!. Con la paz en los zapatos y el pecho.
Inesperado, intempestivo. El aire era fresco, la brisa clara. Las sonrisas puras y el palpitar alegre.

¿Cuándo dejó de ser, y cómo?. Aunque... ¿Quién se puede atrever a decirlo, a expresar el profundo
desconsuelo, y que en algún sitio la esperanza esté
viva, segura, sin mancha, más allá de la soledad, del otro lado del llanto.

++++++


El hielo comienza a elevarse, el humo es pesado y espeso,
los techos arden, las ventanas son puertas al abismo, y
usted se ahoga, oye los disparos, tiembla, el vacío se
apodera del vientre. La cabeza da vueltas, duele.
Paredes, sillas, mesa, vasos, platos, ropa, juguetes, todo
huele a muerte, la calle es un inmenso túnel, todo obscurece.

Usted es un manojo de nervios, se enreda, tropieza, no sabe
que hacer. Luego el asco la cubre las ideas, los cuerpos
deshechos, la sangre gotea, corre, se seca, huele a olvido
impotente, sus manos perdieron el aplomo, está desarmado.
Pasan los meses y los recuerdos son inevitables, el olvido
se compra, se fuerza, se le ignora en mil formas distintas,
pero de cualquier modo, no produce mayores cambios en
la intimidad genuina, verdaderamente consciente, con la
sensibilidad en el alma y la memoria.

Los vestigios de un mundo aniquilado flotan en el tiempo,
en el aire, en el agua de cada lágrima seca, en las sonrisas
perdidas. Inopinadamente surgen las ausencias sin nombre,
y los huecos petrifican el aliento, las imágenes sangran de
nuevo. La represión se disimula aberrante, se insiste en las
apariencias de fiesta, de espectáculos distractores, de
negar el desastre. ¡La consciencia podrida!. Es la metástasis.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta