Prosas poéticas :  Mamá...
Mamá

Porque el milagro de la vida, jamás dejará de estar asociado con la madre, es imprescindible mantener presente siempre, que por ella, tenemos la capacidad de discernir, de pensar, de hacer algo.

Dalai Lama dice que hay dos días en los que no podemos hacer absolutamente nada, el uno es ayer, porque ya pasó y no podemos cambiar ni mejorar lo que ya ocurrió, el otro es mañana, porque aun no ha llegado y quizás no estemos para hacer algo, cuando ese mañana llegue, de modo que sólo nos queda el hoy, ahora mismo, para vivir, para amar, para agradecer, para perdonar, para redimirnos, para soñar, para bendecir…

Recuerden que si alcanzamos el mañana, otros tal vez no y con dolor infinito, entre esos otros, puede estar la mamá, así que solo como un ejercicio que nos ayude a apreciar de donde vinimos y gracias a quien vivimos, imaginemos lo que será cuidar en el vientre por 40 semanas o 280 días, un ser que crece y que limita, un nuevo ser que en 5920 horas, hará soñar a todos, pero a la mamá a más de ilusiones, le traerá algunos detalles, no precisamente ensoñadores, como la deformación de su cuerpo: caderas que se ensanchan con el vientre; pérdida de tejido óseo; senos que crecen para albergar el alimento que desde sus entrañas, se prepara para ese indefenso y maravilloso ser, que gracias a ella crecerá; etc.

A los cambios físicos, sumemos los psicológicos y de toda índole que podamos imaginar, pero que la mamá los asimila sin miramiento alguno, incluso en la terrible posibilidad de poner en juego su vida, con tal de abrazar esa sublime experiencia de dar a luz, de parir, de recibir su bebé.

Los padres se dice que quedamos enganchados a un hijo, cuando éste nos aprieta un dedo, nos mira y sonríe o cuando nos dice papá; la mamá siente suyo, únicamente suyo, ese hijo que recibirá la vida en el centro de su cuerpo, en cada detalle de su universo, desde que la vida se junta con las células paternas y no tiene forma humana, ni sexo, ni nombre.

También hay aquellas madres, que no tuvieron la bendición de la maternidad, pero anidan en su corazón una cantera de consuelo, de ternura, de amor, para hijos postizos, para sobrinos, para hermanos, vecinos, desconocidos…

A todas las madres y aquí no importa continente, religión, cultura ni condición alguna, a esos seres maravillosos que han sabido ser nido, luz, que son música y aliento, que perseveran en las peores circunstancias, que pueden dar vitalidad hasta con la sonrisa terminal, a aquellas que incluso siendo polvo, siguen siendo inspiración y fortaleza.

¡Gracias por la Vida mamá! Gracias por enseñarnos a apreciarla y a valorarla, porque “… la vida no vale nada sino es para poseerla…”, pero poseerla con pasión, siendo felices y haciendo felices a quienes nos rodean; consigamos entonces, que muchos ramalazos de nuestras vidas consigan destellos de felicidad en la mamá, en muchas sonrisas húmedas, en su apacible mirada, en más de esa dulce ternura que hace tanto bien…

Usted que tiene a su madre cerca, estréchela y en esa indescriptible hermosa sensación, bríndese así mismo esa bendición sin palabras, que llega como caricia de los ojos alegres, luminosos de una madre feliz, que redime sin explicaciones, que sigue dando vida a pesar de que ya nos la brindó…
Poeta