Cuentos :  EL LAGO Y LA TIERRA
EL LAGO Y LA TIERRA

Existió hace mucho tiempo, en un lejano lugar, un extenso bosque, con cientos de árboles, que siempre silbaban melodiosas canciones, cuando el viento pasaba entre sus ramas. Eran unos árboles enormes, que servían de hogar de miles de aves, entre ellos, pajarillos, palomas, y charlatanes pericos, además, que proveían de mucho oxígeno al planeta Tierra.
En medio de ese maravilloso bosque, corría siempre de prisa, un río cantarín, que llevaba su agua hasta el lecho de un lago transparente y tranquilo, con el color verde de los ojos de los gatos, al cual proveía del vital líquido.
Aparentemente, ese lago, era un lago normal, pues sobre su superficie nadaban patos con sus hijuelos siguiéndolos unos tras otro, había ranas sobre hojas croando por las noches, armonizando grandes conciertos junto con los grillos del lugar, a los que siempre asistía, y los escuchaba atenta, una lechuza parda, de grandes ojos redondos.
Muy temprano por las mañanas, había muchas mariposas de colores, desayunando gotitas de rocío, formadas en el césped de la orilla, y otros animalitos tomando sol, sentados en troncos y piedras.
Pero…en realidad, en su interior, ese lago era excepcionalmente diferente a los demás, pues era un lago misterioso…., que su interior…, había un gran castillo!!, pintado de color verde como las algas, con muchísimos habitantes acuáticos. Había hasta una sala dedicada a maternidad, para que las madres de cualquier habitante, pudieran dar a luz a sus crías sin ningún problema.
Cada piso del castillo, tenía sus habitaciones privadas, donde vivían truchas y mojarras gordas y esbeltas, muchas tortugas, algunas ya muy viejas, con más de cien años sobre sus pesadas conchas, y que solían sentarse en sus mecedoras afuera de sus puertas. Como vecinas, las tortugas tenían a unas presumidas nutrias de pieles muy sedosas que siempre salían de su habitación oliendo a perfume francés y con muchos collares en sus cuellos, para ir a pasear a los jardines del bosque.
Ahí, también convivían con todos, unos camarones rojos, que generalmente viven en los ríos, pero el buen lago, los invito a vivir en el castillo.
El hermoso lago color de ojos de gato, estaba muy feliz de guardar en su castillo, tantas vidas, viviendo todos en armonía y paz.
De repente, después de una severa sequía, el lago, notó que el nivel de su agua, bajaba peligrosamente, amenazando la vida de cuantos vivían en él. Desesperado, quizo preguntar a su proveedor de agua, el río, que estaba sucediendo, más cuando lo buscó, el río solo llevaba un hilito de agua, sin fuerza, pues muchos kilómetros arriba, habían desviado su cauce al construir una presa, de donde tomarían el agua para regar unas plantaciones. Lo que nunca imaginaron, era que sin esa agua del río, el lago sin remedio se secaría.
Al enterarse de lo sucedido, el lago se entristeció mucho, por él y por sus habitantes, pero no les contó nada para no preocuparlos.
El lago pensó durante toda la noche, que hacer para subir el nivel del agua y mantener a todos con vida.
Hasta el agua que antes era cristalina y transparente, con tanto pensar del lago, se había vuelto turbia y hacía olas. Los animalitos entonces, le preguntaron al lago que estaba pasando y el lago les explicó como pudo lo sucedido con el río. Todos se asustaron mucho, pero el lago les dijo que pronto tendría él, una solución.
Pensando y pensando, de pronto, tuvo una gran idea: pediría a la Señora Tierra, un gran favor: le pediría en préstamo, un manantial grande, y que de ser posible, naciera donde habían cortado el cauce del río, para que este, otra vez tuviera fuerzas para ir de prisa, cantando por el bosque hasta llegar a su lecho.
Y así, al día siguiente, tuvo lugar una reunión entre el gran lago y la señora Tierra, en la orilla más alejada del lago, donde nadie pudiese interrumpir la importante plática.
Todos los habitantes del castillo, estaban a la expectativa del suceso.
El lago le expuso a la tierra el problema, indicándole que era de vital importancia para muchos, el subir el nivel del agua. Lo que el lago le pedía a la Tierra, era que le prestara un manantial de agua dulce, que fuera grande, el cual, se comprometía formalmente a devolverlo en partes, pues tenía muy en cuenta que los préstamos, siempre hay que devolverlos a su dueño.
El lago, le explicó que con el agua del manantial, se llegaría a los niveles normales, y entonces, con los rayos que el Sol derramaba sobre la superficie, parte del agua, se convertiría en vapor y este se juntaría de tal manera, que formaría voluminosas nubes, que viajando por bosques, campos, y hasta de ser posible por desiertos, dejaría caer el agua en forma de lluvia, y así iría pagando a la señora Tierra el préstamo del manantial, mientras este alimentara el lecho del lago, y mantuviera sus niveles para vivir.
La señora Tierra, escuchaba atentamente lo que le proponía en trato el desesperado lago, y pensó que era una muy buena forma de pagarle el préstamo, pues de otra forma, el agua del manantial, solo se quedaría en el subsuelo como reserva, sin ayudar a nadie. Y así, estando de acuerdo la señora Tierra y el Lago, firmaron un contrato.
Así lo acordaron, y unos días después, la señora Tierra, ordenó a un manantial, brotar en el lugar donde habían desviado el río, y así, nació un gran manantial de agua muy dulce y cristalina, que de nuevo formó y dio vida a la corriente del río, y otra vez, se fue cantando con mucha prisa hasta desembocar en el lago.
El señor lago, se puso contentísimo, al sentir que llegaba el agua fresca del manantial, y que poco a poco se restablecían los niveles normales de agua, y todos los habitantes del castillo, se pusieron también muy felices y empezaron a limpiar todo, pues ahora ya tenían suficiente agua para hacerlo. Pasaba el tiempo y el señor lago, fue cumpliendo su promesa y devolviendo poco a poco el préstamo, tal como había prometido a la señora Tierra, la cual estaba muy contenta, pues con una nube que llegó hasta el desierto y dejó un poco de lluvia, los cactus abrieron sus flores color de rosa, y las biznagas llenaron sus barrigas de agua dulce.

FIN

Claudia Alheli Castillo
05-11-12
Poeta