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Todo amor nuevo que aparece nos ilumina la existencia, nos la perfuma y enflorece.
En la más densa oscuridad toda mujer es refulgencia y todo amor es claridad. Para curar la pertinaz pena, en las almas escondida, un nuevo amor es eficaz; porque se posa en nuestro mal sin lastimar nunca la herida, como un destello en un cristal.
Como un ensueño en una cuna, como se posa en la rüina la piedad del rayo de la luna. como un encanto en un hastío, como en la punta de una espina una gotita de rocío...
¿Que también sabe hacer sufrir? ¿Que también sabe hacer llorar? ¿Que también sabe hacer morir?
-Es que tú no supiste amar...
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Poeta
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¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño es un estado de divinidad. El que duerme es un dios... Yo lo que tengo, amigo, es gran deseo de dormir.
El sueño es en la vida el solo mundo nuestro, pues la vigilia nos sumerge en la ilusión común, en el océano de la llamada «Realidad». Despiertos vemos todos lo mismo: vemos la tierra, el agua, el aire, el fuego, las criaturas efímeras... Dormidos cada uno está en su mundo, en su exclusivo mundo: hermético, cerrado a ajenos ojos, a ajenas almas; cada mente hila su propio ensueño (o su verdad: ¡quién sabe!)
Ni el ser más adorado puede entrar con nosotros por la puerta de nuestro sueño. Ni la esposa misma que comparte tu lecho y te oye dialogar con los fantasmas que surcan por tu espíritu mientras duermes, podría, aun cuando lo ansiara, traspasar los umbrales de ese mundo, de tu mundo mirífico de sombras.
¡Oh, bienaventurados los que duermen! Para ellos se extingue cada noche, con todo su dolor el universo que diariamente crea nuestro espíritu. Al apagar su luz se apaga el cosmos.
El castigo mayor es la vigilia: el insomnio es destierro del mejor paraíso...
Nadie, ni el más feliz, restar querría horas al sueño para ser dichoso. Ni la mujer amada vale lo que un dormir manso y sereno en los brazos de Aquel que nos sugiere santas inspiraciones. .. «El día es de los hombres; mas la noche, de los dioses», decían los antiguos.
No turbes, pues, mi paz con tus discursos, amigo: mucho sabes; pero mi sueño sabe más... ¡Aléjate! No quiero gloria ni heredad ninguna: yo lo que tengo, amigo, es un profundo deseo de dormir...
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Poeta
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Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza! ¡Qué rubios cabellos de trigo garzul! ¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul...
Pasó con su madre. Volvió la cabeza: ¡me clavó muy hondo su mirada azul!
Quedé como en éxtasis... Con febril premura, «¡Síguela!», gritaron cuerpo y alma al par.
...Pero tuve miedo de amar con locura, de abrir mis heridas, que suelen sangrar, ¡y no obstante toda mi sed de ternura, cerrando los ojos, la dejé pasar!
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Poeta
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Niño, vamos a cantar una bonita canción; yo te voy a preguntar, tu me vas a responder: Los ojos, ¿para qué son?
?Los ojos son para ver. ?¿Y el tacto? ?Para tocar. ?¿Y el oído? ?Para oír. ?¿y el gusto? ?Para gustar. ?¿Y el olfato? ?Para oler. ?¿El alma? ?Para sentir, para querer y pensar.
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Poeta
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?Como renuevos cuyos aliños un cierzo helado destruye en flor así cayeron los héroes niños ante las balas del invasor.
?Fugaz como un sueño, el plazo fue, de su infancia ideal; mas los durmió en su regazo la Gloria, madre inmortal.
Pronto la patria querida sus vidas necesitó, y uno tras otro la vida sonriendo le entregó.
En la risueña colina del Bosque, uno de otro en pos cayeron, con la divina majestad de un joven dios.
¿Quién, después que de tan pía oblación contar oyó, a la Patria negaría la sangre que ella le dio?
Niñez que hallaste un calvario de la vida en el albor: que te sirva de sudario la bandera tricolor.
Y que canten tus hazañas cielo y tierra sin cesar, el cóndor de las montañas y las ondas de la mar...
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Poeta
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"¡Donc bon soir, mon mignon et a demain!"
(Palabras que Ana me dejó escritas una noche en que tuvimos que separarnos.)
¡Buenas noches, mi amor, y hasta mañana! Hasta mañana, sí, cuando amanezca, y yo, después de cuarenta años de incoherente soñar, abra y estriegue los ojos del espíritu, como quien ha dormido mucho, mucho, y vaya lentamente despertando, y, en una progresiva lucidez, ate los cabos del ayer de mi alma ( antes de que la carne la ligara ) y del hoy prodigioso en que habré de encontrarme, en este plano en que ya nada es ilusión y todo es verdad... ¡Buenas noches, amor mío, buenas noches! Yo quedo en las tinieblas y tú volaste hacia el amanecer... ¡Hasta mañana, amor, hasta mañana! Porque, aun cuando el destino acumulara lustro sobre lustro de mi prisión por vida, son fugaces esos lustros; sucédense los días como rosarios, cuyas cuentas magnas son los domingos... Son los domingos, en que, con mis flores voy invariablemente al cementerio donde yacen tus formas adoradas. ¿Cuántos ramos de flores he llevado a la tumba? No lo sé. ¿Cuántos he de llevar? Tal vez ya pocos. ¡Tal vez ya pocos! ¡Oh, que perspectiva deliciosa! ¡Quizás el carcelero se acerca con sus llaves resonantes a abrir mi calabozo para siempre! ¿Es por ventura el eco de sus pasos el que se oye, a través de la ventana, avanzar por los quietos corredores? ¡Buenas noches, amor de mis amores! Hasta luego, tal vez..., o hasta mañana.
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Poeta
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¿Versos autobiográficos ? Ahí están mis canciones, allí están mis poemas: yo, como las naciones venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada, no tengo historia: nunca me ha sucedido nada, ¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte.
Allá en mis años mozos adiviné del Arte la armonía y el ritmo, caros al musageta, y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta. -¿Y después?
-He sufrido, como todos, y he amado.
¿Mucho?
-Lo suficiente para ser perdonado...
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Poeta
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El mal, que en sus recursos es proficuo, jamás en vil parodia tuvo empachos: Mefistófeles es un cristo oblicuo que lleva retorcidos los mostachos.
Y tú, que eres unciosa como un ruego y sin mácula y simple como un nardo, tienes trágica crin dorada a fuego y amarillas pupilas de leopardo.
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Poeta
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Tu cabellera es negra como el ala del misterio; tan negra como un lóbrego jamás, como un adiós, como un «¡quién sabe!» Pero hay algo más negro aún: ¡tus ojos!
Tus ojos son dos magos pensativos, dos esfinges que duermen en la sombra, dos enigmas muy bellos... Pero hay algo, pero hay algo más bello aún: tu boca.
Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente para el amor, para la cálida comunión del amor, tu boca joven; pero hay algo mejor aún: ¡tu alma!
Tu alma recogida, silenciosa, de piedades tan hondas como el piélago, de ternuras tan hondas... Pero hay algo, pero hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño!
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Poeta
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Padre viejo y triste, rey de las divinas canciones: son en mi camino focos de una luz enigmática tus pupilas mustias, vagas de pensar y abstracciones, y el límpido y noble marfil de tu testa socrática.
Flota, como el tuyo, mi afán entre dos aguijones: alma y carne; y brega con doble corriente simpática para hallar la ubicua beldad con nefandas uniones, y después expía y gime con lira hierática.
Padre, tú que hallaste por fin el sendero, que, arcano, a Jesús nos lleva, dame que mi numen doliente virgen sea, y sabio, a la vez que radioso y humano.
Tu virtud lo libre del mal de la antigua serpiente, para que, ya salvos al fin de la dura pelea, laudemos a Cristo en vida perenne. Así sea.
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Poeta
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