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Desde el umbral de un sueño me llamaron... Era la buena voz, la voz querida.
-Dime: ¿vendrás conmigo a ver el alma?.... Llegó a mi corazón una caricia.
-Contigo siempre....Y avancé en mi sueño por una larga, escueta galería, sintiendo el roce de la veste pura y el palpitar suave de la mano amiga.
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Poeta
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De mar a mar entre los dos la guerra, más honda que la mar. En mi parterre, miro a la mar que el horizonte cierra. Tú, asomada, Guiomar , a un finisterre,
miras hacia otro mar, la mar de España que Camoens cantara, tenebrosa. Acaso a ti mi ausencia te acompaña. A mi me duele tu recuerdo, diosa.
La guerra dio al amor el tajo fuerte. y es la total angustia de la muerte, con la sombra infecunda de la llama,
y la soñada miel de amor tardío, y la flor imposible de la rama que ha sentido del hacha el corte frío.
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Poeta
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Cuando sea mi vida, toda clara y ligera como un buen río que corre alegremente a la mar, a la mar ignota que espera llena de sol y de canción. Y cuando brote en mi corazón la primavera serás tú, vida mía, la inspiración de mi nuevo poema. Una canción de paz y amor al ritmo de la sangre que corre por las venas. Una canción de amor y paz. Tan solo de dulces cosas y palabras. Mientras, mientras, guarda la llave de oro de mis versos entre tus joyas. Guárdala y espera.
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Poeta
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Caminé hacia la tarde de verano para quemar, tras el azul del monte, la mirra amarga de un amor lejano en el ancho flamígero horizonte. Roja nostalgia el corazón sentía, sueños bermejos, que en el alma brotan de lo inmenso inconsciente, cual de región caótica y sombría donde ígneos astros, como nubes, flotan, informes, en un cielo lactescente. Caminé hacia el crepúsculo glorioso, congoja del estío, evocadora del infinito ritmo misterios0 de olvidada locura triunfadora. De locura adormida, la primera que al alma llega y que del alma huye, y la sola que torna en su carrera si la agria ola del ayer refluye. La soledad, la musa que el misterio revela al alma en sílabas preciosas cual notas de recóndito salterio, los primeros fantasmas de la mente me devolvió, a la hora en que pudiera, caída sobre la ávida pradera o sobre el seco matorral salvaje, un ascua del crepúsculo fulgente, tornar en humo el árido paisaje. Y la inmensa teoría de gestos victoriosos de la tarde rompía los cárdenos nublados congojosos. Y muda caminaba en polvo y sol envuelta, sobre el llano, y en confuso tropel, mientras quemaba sus inciensos de púrpura el verano.
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Poeta
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¡Como en el alto llano tu figura se me aparece!... Mi palabra evoca el prado verde y la árida llanura, la zarza en flor, la cenicienta roca.
Y el recuerdo obediente, negra encina brota en el cerro, baja el chopo al río; el pastor va subiendo a la colina; brilla un balcón de la ciudad: el mío,
el nuestro. ¿Ves? Hacia Aragón, lejana, la sierra de Moncayo, blanca y rosa... Mira el incendio de esa nube grana,
y aquella estrella en el azul, esposa. Tras el Duero, la loma de Santana se amorata en la tarde silenciosa.
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Poeta
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Yo meditaba absorto, devanando los hilos del hastío y la tristeza, cuando llegó a mi oído, por la ventana de mi estancia, abierta
a una caliente noche de verano, el plañir de una copla soñolienta, quebrada por los trémolos sombríos de las músicas magas de mi tierra.
...Y era el Amor, como una roja llama... -Nerviosa mano en la vibrante cuerda ponía un largo suspirar de oro, que se trocaba en surtidor de estrellas-.
...Y era la Muerte, al hombro la cuchilla, el paso largo, torva y esquelética. -Tal cuando yo era niño la soñaba-.
Y en la guitarra, resonante y trémula, la brusca mano, al golpear, fingía el reposar de un ataúd en tierra.
Y era un plañido solitario el soplo que el polvo barre y la ceniza avienta.
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Poeta
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1. No sabía si era un limón amarillo lo que tu mano tenía, o un hilo del claro día, Guiomar, en dorado ovillo. Tu boca me sonreía. Yo pregunté: ¿qué me ofreces? ¿Tiempo en fruto, que tu mano eligió entre madureces de tu huerta? ¿Tiempo vano de una bella tarde yerta? ¿Dorada ausencia encantada? ¿Copia en el agua dormida? ¿De monte en monte encendida, la alborada verdadera? ¿Rompe en sus turbios espejos amor la devanadera de sus crepúsculos viejos?
2. En un jardín te he soñado, alto, Guiomar, sobre el río, jardín de un tiempo cerrado con verjas de hierro frío.
Un ave insólita canta en el almez, dulcemente, junto al agua viva y santa, toda sed y toda fuente.
En ese jardín, Guiomar, el mutuo jardín que inventan dos corazones al par, se funden y complementan nuestras horas. Los racimos de un sueño -juntos estamos- en limpia copa exprimimos, y el doble cuento olvidamos.
(Uno: mujer y varón, aunque gacela y león, llegan juntos a beber. El otro: no puede ser amor de tanta fortuna: dos soledades en una, ni aun de varón y mujer.)
Por ti el mar ensaya olas y espumas, y el iris, sobre el monte, otros colores, y el faisán de la aurora canto y plumas, y el búho de Minerva ojos mayores. Por ti, ¡oh Guiomar!...
3. Tu poeta piensa en ti. La lejanía es de limón y violeta, verde el campo todavía. Conmigo vienes, Guiomar; nos sorbe la serranía. De encinar en encinar se va fatigando el día. El tren devora y devora día y riel. La retama pasa en Sombra; se desdora el oro de Guadarrama. Porque una diosa y su amante huyen juntos, jadeante, los sigue la luna llena. El tren se esconde y resuena dentro de un monte gigante. Campos yermos, cielo alto. Tras los montes de granito y otros montes de basalto, ya es la mar y el infinito. Juntos vamos; libres somos. Aunque el Dios, como en el cuento fiero rey, cabalgue a lomos del mejor corcel del viento, aunque nos jure, violento, su venganza, aunque ensille, el pensamiento, libre amor, nadie lo alcanza. Hoy te escribo en mi celda de viajero, a la hora de una cita imaginaria. Rompe el iris al aire el aguacero, y al monte su tristeza planetaria. Sol y campanas en la vieja torre. ¡Oh tarde viva y quieta que opuso al panta rhei su nada corre, tarde niña que amaba a su poeta! ¡Y día adolescente -ojos claros y músculos morenos-, cuando pensaste a amor, junto a la fuente, besar tus labios y apresar tus senos! Todo a esta luz de abril se transparenta; todo en el hoy de ayer, el todavía que en sus maduras horas el tiempo canta y cuenta, se funde en una sola melodía, que es un coro de tardes y de auroras. A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.
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Poeta
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La tarde está muriendo como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes, quedan algunas brasas.
Y ese árbol roto en el camino blanco hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?...Entre los álamos de oro, lejos, la sombra del amor te aguarda.
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Poeta
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Y en toda el alma hay una sola fiesta tú lo sabrás, Amor sombra florida, sueño de aroma, y luego... nada; andrajos, rencor, filosofía. Roto en tu espejo tu mejor idilio, Y vuelto ya de espaldas a la vida, Ha de ser tu oración de la mañana: ¡Oh, para ser ahorcado, hermoso día!
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Poeta
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Amada, el aura dice tu pura veste blanca... No te verán mis ojos; ¡mi corazón te aguarda!
El viento me ha traído tu nombre en la mañana; el eco de tus pasos repite la montaña... no te verán mis ojos; ¡mi corazón te aguarda!
En las sombrías torres repican las campanas... No te verán mis ojos; ¡m corazón te aguarda!
Los golpes del martillo dicen la negra caja; y el sitio de la fosa, los golpes de la azada... No te verán mis ojos; ¡Mi corazón te aguarda!
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Poeta
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