Aquel día que cruzáramos miradas El corazón se nos salió del pecho Y fue un sentimiento noble Tratando de alcanzar el cielo.
Sin siquiera haber sentido La pulcra seda de tus manos Floreció este amor desenfrenado Clavándose en mi pecho y en tus senos.
Y nos quedamos en silencio Dándole tiempo al tiempo por ver lo que pasaba Te alejaste de mis ojos, vida Y ahora que te encuentro, ya estás comprometida.
Yo guardé mi voz anochecida de espera Tú mirabas en silencio, dices, mi sonrisa en las estrellas Yo esperaba que volvieras al claror de la mañana Callada tú, enterrabas mi recuerdo y mi mirada.
Se desató en mi mente esa pesadilla loca de amar nuevamente, sintiéndome joven otra vez, me puse la chaqueta y salí en busca del amor y la aventura. Recuerdo que caminaba sin saber a dónde ir, cuando de pronto sentí tu aliento fresco como la menta a la altura de mi cuello, fue tan intenso el olor a ti que casi pierdo el conocimiento, tus bellos ojos color miel, risueños me miraban; atrapando en el recuerdo de tu aroma y de tus ojos, sentí una vez más tu brazo tomándome por la cintura, me detuve allí, a mitad de la calle; y te vi tan sonriente y feliz a mi lado que me olvidé del mundo, de todo cuanto me rodeaba. A que no adivinas lo que pasó!!! Me puse a charlar contigo y me dejé llevar por ese inmenso mar lleno de emociones cuando estuvimos juntos. Sin darme cuenta yo, me había sentado en el asfalto creyendo que estaba contigo en el parque aquel al cual solíamos ir juntos. Todo era una alfombra verde llena de flores y tú, tú riendo como siempre con esa risa loca que me embriagaba de amor y de ternura… tomé tu manos y besé tu boca, como antes; como cuando juntos mirábamos el resplandor de la luna y decíamos que ella estaba condenada a alumbrar nuestro gran amor y a sentir envidia de este sentimiento tan puro que nos unía a los dos. Escuché el ulular de sirenas y pensé que ellas provenían del mar, de la voz de aquellas encantadas criaturas que cantaban para nosotros. Tú me decías que yo era un loco y que mejor me callara para poder escuchar bien, yo no quería callarme y terco como siempre te repetía cada vez más alto que te amaba… pero tú con esos labios tan dulces sellabas mi boca entregándome tu corazón en cada beso. Las luciérnagas se hicieron presentes, y también los grillos. Las luciérnagas eran gigantescas y alumbraban todo el jardín en el cual tú te hallabas sentada, a ratos tu risa desaparecía para luego volver a aparecer y con más fuerza, tanto que ya herían mis oídos; y esos grillos, no guardaban la armonía de otros tiempos, sus gritos eran desafinados y cada vez sonaban con más desorden, también, cada vez más intensos. Entonces a mitad de mi alegría empecé a preocuparme… fue en aquel momento que cuando quise tocar tus manos con las mías, las sentí frías, ásperas… ¿qué había pasado con la suavidad de tus manos? Si hacía apenas unos minutos… y quise besarte, y me fui de bruces sobre el pavimento… -¿Se encuentra bien señor? (alguien me tenía cogido del brazo y me levantaba). Yo estaba como en trance y con la mirada perdida te busqué por todos lados, inclusive, hasta pregunté por ti. Fue entonces cuando me di cuenta que a mi alrededor había gente murmurando, una ambulancia estacionada y los faros de los carros alumbrándome. -¡Si estoy bien, no se preocupe. Gracias! Solté mi brazo y me fui a sentar a una banca del parque, saqué mi licorera de bolsillo, un paquete de cigarrillos y me senté a recordar, sorbo a sorbo y haciendo rosquillas de humo, esa locura de amor.
Yo no puedo recordarte, porque aún no he conseguido olvidarte Tú vives dentro de mí, sin hacer ningún reproche Y me basta con mirar en noches como esta El rojo planeta bajo cuya égida naciste…
Y vuelvo a verte después tan bellamente coqueta Vivaz y sonriente, escapando a la terraza Ocultándote en las buhardillas que a hurtadillas construías Para al encontrarte, prisionera te hiciera de mis brazos.
¡Oye… que locura de amor construimos! Si… mira… ¡cómo me haces reír todavía!... Cuando te veo en pleno frío, casi desnuda ¡tentándome! y yo con mi saco en la mano, corriendo tras de ti…
Tu cabello suave y fino, te lo cortaste por mí Me has regañado por eso, pero después me llenaste de besos Te olvidaste del enojo y luego, hicimos el amor Y fue tanta la pasión que esa noche clara provocara… ¿Recuerdas?…
Que amanecimos mojados por la lluvia Pero tu vientre y el mío satisfechos de ese plenilunio En que desbordamos todo nuestro amor enamorado… Bien pagada fue la noche, que de nuestro amor, todo lo aprendió.
[right]Cuanto el deleite suma a lo vivido acrecentado se lo resta el pecho, pues la ilusión se va por el sentido.
Y en ese hacer y deshacer lo hecho, sólo un amor se salva del olvido, y es el amor que queda insatisfecho. José Ángel Buesa
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Si sobre la tierra ya no hay nada… Ni nada en el cielo infinito Que te pueda convencer a que te quedes Dejaré morir estas ganas mías Estos locos sueños, de llamarte… ¡mi esposa!
Yo por mi parte, tal vez encontraré a otra Con la cual he de vivir el eterno brillo de la luna Rodeado de luceros encendidos Que podrían haber sido… hijos tuyos y míos con los nombres que, acariciamos juntos.
¡Márchate… si así pretendes!… Me evitarás la molestia de tener que agradecerle a Dios y a la vida El haberte conocido… ¡Márchate!... Para cubrir de luto mí agonía Y esperar sea absuelta el alma mía Por haberte amado con cadenas de prisión Implorando muchas veces tu perdón.
Encontrarás amantes… tantos como piedras hay en el camino Pero el cuerpo… el cuerpo que se entrega sin amor Es mercancía sin valor… Y no digas más que fue un accidente o una equivocación Porque si los buscas, es por adicción.
Y cuando te marches, no olvides Te convertirás en la falsa moneda que… Todos quieren usar, pero nadie quiere poseer, Y aunque tarde tú comprenderás Que el amor verdadero, nunca estuvo al acecho de tu sexo.
Ve, arrastra tu dignidad y tu desdicha Pero lejos de mis ojos, lejos de mi corazón. Que aunque no quisiera, siento… Y me aterra pensar que podría, en mal momento Soltar la fiera que, en mí mora enjaulada, queriendo su furia desatar.
Para que no sueñes más mi amor Y ya no padezcas por mí Ni por mis caricias, hoy se acaba el martirio Porque esta noche, haremos el amor.
Te envolveré con mis amorosas palabras En susurros temblorosos y a media voz Diré a tus oídos lo que quieres oír Yo te enseñaré a amar…
Cuando languidezca la noche Tu cuerpo de sirena desnudo Se hundirá en el océano de mis brazos Para llevarte a lo más profundo, del amor.
Abandonaremos el mundo en silencio Resbalando por nuestra piel el querer Te enseñaré lo que es la vida Y a amar con ardor y placer.
No temas, lo haré con mucho cuidado Para que tus temores se conviertan en valores Y puedas amar para siempre este tiempo Tanto, como yo te estoy amando.
Mordiendo mí boca, abrazando mí cuerpo Ahogarás tus gemidos constantes, convulsos, En suaves suspiros de dulce agonía, Complacida de haberme entregado tu alma y tu vida…
Dejaremos atrás el verano, el invierno y el otoño Y nacerás en mis brazos como nace la primavera Trayendo contigo los nacientes aromas Convertida ya en mujer, por primera vez.
Antes de olvidarte, preferiría morir Y si la muerte llega, que me olvides tú. Tal vez mi amor por ti, no fue un cariño santo Por eso hoy camino sobre un tapiz de cardos Así vivir me toca, bajo la sombra de tu amor, pero sin ti.
Llévame en tu mente, como las olas llevan pompas Y cuando te alejes de mis playas Desaparéceme en segundos Como desaparecen ellas, brillantes e irreales En los broncos murmullos de la fiera mar.
Tal vez te traiga el viento, crujidos de cristales Será mi voz partida en miles de pedazos Llegando a despedirse porque así tú lo quisiste Y en esa despedida mi voz aun doliente Te diga solamente… ¡adiós, adiós mi amor!
Se azucara en mí la vida Preñada de sofismas y de alegrías Llenándome de flores y de primaveras, Luego con violencia me despoja De los colores y las mariposas Con la brutal tesis de los dogmas.
¿Qué se cree que es la vida Para hacerme hoy sufrir Lo que hasta ayer jamás nunca antes sufrí? Hay retoños inciertos A la vera del camino Esperando a brazo abierto Un poquito de calor Pronto aprenderán que el camino es largo y dura la batalla Cuando glosen uno a uno Sus pétalos al sol.
Atravesarán los rayos la corola de la flor Y en esa horrenda travesía, tal vez Cuando lleguen al fondo, al corazón En punto aparte queden Los recuerdos y el dolor.
Con la misma avidez de un sediento Voy a beber de tu amor… hasta saciar mis deseos… Hurgando en los límites de tu cuerpo Hasta el último de tus suspiros.
Voy a besar tu espalda con ardor Hasta ver brotar cada letra de mí nombre Como rojos botones de claveles prendidos En la magna blancura de tu piel encendida.
Pero no me hagas caso, aun no quiero verte excitada Entornado tus ojos bonitos o mordiéndote las uñas Tranquila, que todo a su momento llega Es sólo que digo, lo que pronto va a acontecer.
Cerraré la alcoba para amanecer contigo Sobre sábanas blancas que hendirás con tus senos Ese tiempo vendrá entregándonos todo… El tiempo aquel, cuando no nos tuvimos.
Con cada gemido que des Tu aliento será fuego quemando mi piel Y en estertores de muerte con mis brazos te apresaré Y te haré regresar a la vida, al amor y al placer.
Cierra ya la boca… no me escuches… Son tonterías que se me ocurren decirte Porque cuando llegue el momento…. Ni lo pensado se parecerá… ¡no te rías bebé!
Sé que vendrá La he llamado ya tantas veces Que a sus oídos tal vez, mi voz cansará Ella me escucha y en sus sueños me tiene.
Yo no quiero de ella, una sola lágrima de tristeza, Quiero reír con su risa, que se llene de gozo Abrazarla, mecerla en el aire, llenarla de besos… ¡Unir nuestras almas con devoción!…
¡Cuando ella vuelva… Yo aun estaré!... ¡Si no en el aire… en cada amanecer!... Porque sé que vendrá.
Pero no viene mi luz… No aparece el génesis de mis inquietudes El día va perdiendo fulgor y yo siento miedo ¿Será que su brillo está elevando otra luz?
No quiero desatar una tempestad Con pensares sin fundamento, Quiero mi corazón tranquilo… Para ser sólo paz, cuando ella llegue…
Me alegre el día con su alma de niña y el rezo en sus besos, Ella me aguarda… pero ahora no está ¡No está… no vendrá!... ¡ y yo tendré que morir… para que ella nunca muera!...
Ella tiene la piel color del sol Fundida en una sola con su pelo Con brillo transparente leonado Dulce, como la miel de las abejas.
No hay nada parecido en el cielo Ni en las aguas quietas de los lagos Que se llenen de amor en cada espera Como el azul sereno de sus ojos.
Ella es amorosa como una paloma Y se vuelve mariposa, cuando yo le bajo el pecho. Celosa cuida el nido recién tejido Para albergar cuando vengan a, los críos.
Me despierta y me habla como a un niño Cuando en sueños yo la llevo aun Entre los azahares de las sedas y pañuelos En las alas de un vals, por la sala de mi casa.
Ella tiene la virtud de hacerme soñar más Cuando, despierto, yo la miro en ajetreos Preparando el desayuno o limpiando Esta casa que ella sola ha llenado como diez.
Siempre alegre va entonando una canción En una lengua que no entiendo, pero trato, De sentir la melodía en la tesitura de su voz… ¡Es un río de agua dulce a través de la montaña!
¡Una cascada inagotable de pureza Con los sueños aun en mente de vestirse de princesa! Descontando va las horas de una promesa Para ser la majestad de mi vida que ahora empieza.
Ella pinta con singular destreza Ilusiones en su canto que va haciendo realidad, Sólo queda celebrar sus esponsales con el hombre que ama Y verla caminar feliz, bajo un arco de espadas.