Prosas poéticas :  El Equilibrista de las Mariposas.
El Equilibrista de las Mariposas.

Criaba mariposas de colores. Las criaba desde que eran gusanos hasta que las alas surgían de la crisálida y echaban a volar. Las tenía violetas, azules, verdes, amarillas, rojas. Era un arcoíris andante aquel sujeto. Sobre la cuerda floja, a cinco metros del suelo, era la mayor atracción del circo. Aquel sujeto incluso entraba en la carpa de los leones, siempre rodeado de mariposas, y jugaba con aquellas fieras envuelto en lepidópteros, como el más mágico domador de leones que hubiese existido nunca. Las mariposas le seguían como a un Dios. Subido en la cuerda floja, a cinco metros sobre el público, las mariposas revoloteaban sobre su traje blanco, y parecían un torbellino de hermosura, la dificultad era extrema, logaritmo neperiano o integral demoníaca del circo, causaba asombro. La gente aplaudía absorta con sus malabarismos sobre la cuerda floja, siempre acompañado de sus mariposas, igual que cuando entraba en la carpa de los leones. Atravesaba el círculo de fuego y las mariposas, inseparables, le seguían y lo atravesaban con él. Mariposa y fuego. Incluso como un fakir, aquel individuo, a veces, escupía fuego por la boca, y las mariposas, sin asustarse, sin huir, le seguían, tornasoladas en azules y violetas, tornasoladas en verdes y rojas, diminutas o francamente grandes, inmensas, como hojas de loto voladoras, entre las llamas que salían de sus labios. Las tenía amaestradas. La gente aplaudía a rabiar. Había quien iba al circo sólo por verle a él y a sus mariposas. Era un prestidigitador. Si alguien visitaba su camerino se quedaba estupefacto ante la gran cantidad de mariposas que tenía y criaba. Como en un cuento de hadas el país mágico de su camerino era un palacio de mariposas de colores, la tierra del país de OZ, un territorio inexplorado donde la maravilla se confundía con los viejos bártulos desvencijados. Sobre la cuerda floja él mismo era una gran mariposa que se moviera sobre el abismo rodeado de microlepidópteros, en una fantástica pose circense, qué soberbia en el equilibrio, y qué maravilla la hermosura de aquellos insectos, siempre sobre su espalda, como si aquel sujeto fuera una inmensa flor llena de néctar para ellas, como si él fuese un imán para unas inimaginables limaduras de hierro rosas, violetas, o verdes. Qué atracción. El circo se anunciaba con él, El Circo de las mariposas, Gran Circo de Inglaterra, con los payasos Bufón y Malaespina y los elefantes Panzón y Gorenlandio. La gente pagaba hasta veinte libras por entrar. Los niños se quedaban extasiados y los hombres, satisfechos, repetían y repetían. ¿Cuál sería el secreto de aquel hombre?. ¿Cómo podía dominar a aquellas mariposas como si las hubiese hipnotizado?, su secreto no eran las feromonas, no era un asunto aquel de la ciencia, ni una revelación de la cosmogonía científica. Su secreto era mucho más macabro. Y él ponía aquel trabajo de semanas y semanas al servicio del circo con una crueldad verdaderamente tremebunda. Su secreto era de una violencia inusitada, pacientemente criaba cada mariposa desde que eran larvas hasta que la crisálida emergía, luego, cuando sucedía la metamorfosis, en una aberración de violencia maligna, con unas tijeras, les cortaba la espiritrompa a cada mariposa. Y se las arreglaba para que la mariposa se alimentara solamente de un artilugio cargado de miel que él había construido. Era algo sórdido y macabro. Tenía una pequeña cajita con cientos de espiritrompas cortadas y secas, una auténtica aberración. Los niños no lo sabían.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Poeta

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FSRBanda
Publicado: 29/2/2012 19:02
Interesado
Unido: 19-2-2012
De: Santiago, Chile
Comentarios: 18
 Re: El Equilibrista de las Mariposas.

Magister dixit, solo cabe el asombro y mi siempre repetuosa admiración.
F.S.R.Banda, mismo