Prosas poéticas :  Pelea de Escorpiones. Y Pelea de Aliens.
Pelea de Escorpiones.

Zigzag de iridio. Polinomio de cuadratura quebrada. Bisectriz de cardo espinoso, madrépora de filos cortantes, espeluznantes uñas de gato, cubo de hielo sobre la espalda, padrastro en el dedo índice, gota de topacio derretido, ámbar verde, espejo esmerilado hecho añicos, jarrón roto y contenido de jarrón venenoso, pelea de víboras, pulsación dañina sobre arpa, toque de diapasón negro, índigo sobre amarillo, amarillo sobre gota de naranja, naranja sobre negro, negro en la punta del granate, esquirla y lirio, granate sobre violeta, violeta sobre blanco, blanco hasta la provocación de la nieve, nieve sobre naranja, naranja sobre amarillo. Azul y rojo.

Las dos armaduras distorsionan el espacio en émbolos y marcapasos, crece la orquídea de azufre en el costado del cisne, y en el cisne tres arañas se apoderan de una pluma, y las campanas de Londres tienen un sonido de agujas de oro. Efebos claudicantes gimen por un vaso de ginebra, crecen ortigas en los ojos de los caballos, las pupilas muestran fondos de ríos de lava, hay un perfume a pachulí envenenado, y se vierte cianuro en el almíbar, punto de nota de violín rojo. Esperma y tigre. Boca de dragón y digitoxina, Hesciano en busca de una ecuación de magnolias, choque inaudito de cristales, pinzas de cangrejo, opérculos y estomas, pavos reales espléndidos, y en cada pluma un arabesco de poeta, y en cada letra una gota de sangre, y en cada gota un cohombro. Equinodermo y jacinto. Malaquita y crimen. Rosa y letra impagada. Cheque sin fondo y tango. Buitre sobre claveles, claveles en el fondo de un piano, piano en el fondo de un piano, luz circular polarizada, delito y sentencia, vago reposar de círculos de fuego, escupitajo, sombra, semen.

Los dos escorpiones se enfrentan, negras cornamentas tienen amputaciones divinas, lagartos de terribles dientes se pegan lascivas dentelladas, los azahares se ponen negros como el paroxismo, cruza la carretera un niño ciego, hay un olor a neumático quebrado, y las hoces oxidadas resbalan sobre las hoces de plata. Martillo y cenefa. Logaritmo sin amplitud suficiente, radiación gamma y neutrino, choque de berilos verdes, pupila astronáutica, lodo y felpudo, diente de víbora, cáñamo dulce.

Un alacrán convence a un tigre, un tigre convence a un grillo, un grillo convence a una tarjeta de visita, una tarjeta de visita convence a un presidente, un presidente convence a un cisne, un cisne se tuerce el cuello. Y un alacrán gime por la arista afiladísima de un hacha y setecientas palomas negras caben en el ojo de un gallo.

Solidaridad entre tortugas, corolas de mazapán y arsénico, carnét de afiliación a un club de balonmano, carta de ajuste, golpe, bronca, cuervo.

Pelea de escorpiones.

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Francisco Antonio Ruiz Caballero.



Pelea de Aliens.

Boca contra boca, dentadura contra dentadura, erizo contra erizo, tigre contra pantera. Fuego que da zarpazos al fuego. Rabia que da dentelladas a la rabia. Logaritmo de espinas, nieve ponzoñosa, uña espeluznante, incisivo y colmillo, garra contra la garra, choque de Altlantes, araña contra la araña, veneno que sobrepasa al venenos, a puñetazo limpio cardenal, a puñetazo limpio hueso quebrado, mordedura en el costado del alacrán, alacrán versus alacrán, bisectriz que corta la bisectriz de frente, espasmo de perfil.

Se muerden los tiburones con saña, y se clavan las espinas feroces de sus bocas, sus dobles dentaduras nunca amables, siempre hambrientas y siempre rabiosas, hay un colapso de agujas de oro dañando los párpados, y las hemorragias desprenden el ácido neutrónico que destroza los jarrones de porcelana. Aullan las sirenas y hierve la sangre y se extraen los corazones de los pechos aún pulsantes y agónicos, y con los dientes se muerde la sanguinolenta viscera, llena de cianuros, contenedor de morbo, infernal caja de Pandora pútrida. Los lagartos se mezclan en una espiral de daño, hay un polinomio de uñas de tigre que busca un hesciano de pánico, hay una integral de cuchillos que busca desollar un hueso, una ecuación de efervescente ferocidad, una suma de diapasones infernales, próximos al negro profundo. Caracolean sobre las partituras de los aceros oxidados las tijeras de dientes, y se deslumbra un pentagrama de pavor en las elipses. Hay conchas submarinas que albergan hormigas de iridio quemado. Hay estalagmitas de nausea y rencor, hay centollas de agujas y esquirlas, hay cizalla macabra. El tigre da una dentellada en el tigre, y el tigre responde al tigre con una dentellada, pelea de víboras frenéticas, luxación, corola, crimen. Maxilas perforan el hueso y la carne, se tuerce el fémur, sale de su articulación la rodilla, un esguince de diamante se pone violeta como un poniente, un tiburón ataca a otro y danzan los cocodrilos sonrientes sobre cuerdas de arpas diabólicas, serruchos y golondrinas, limas y arsénico, escalpelo de cirujano y tenazas, puntillas en las orejas, agujas en el ojo, fuego en el glande, bronca, cisma, cáncer.

Resbalan los repugnantes anfibios salamándricos, y se pegan descomunales bocados, se desliza el ácido molecular desde las clepsidras monstruosas, vomita sangre la boca purulenta, se mueven los arcángeles íncubos con la maldad de los tornasoles víricos. Crepitan los ollas de aceite hirviendo, que se derraman sobre mármoles fríos, helados, gélidos como la luna, y la brea negra cae en la nieve, blanca, amarilla, y topacio. Caen descomunales rocas de sangre congelada, y cortan cuellos de cisnes las navajas barberas, y cortan cuellos de gallos verdes las navajas ruínes, y pavos reales escarlatas pierden su armonía en cisternas.

Es hermosa la belleza del odio, descarrilan trenes, y se cortan tendones gloriosos, y en el cuello la yugular cortada sangra como un rubí fundido. Se devoran las bestias. Carnaval de furia y mordedura, carnaval de espanto y dentellada, azúcar puerca y jazmines, jazmines y ácido neutrónico. Nítrico y bronce. Erizada mandíbula de chancro, golfa penumbra, bestia, acueducto, páramo.

Se enfrentan los pesados lagartos horripilantes, con una ferocidad de espuma de cianuro, incansablemente refractarios, como cuchillas, destructivos, fulgurantes, oscuros, malignos. Dan saltos de delfines sublimes. Delfines que no han visto nunca una rosa. Delfines que no conocen los nenúfares. Delfines que no saben de sonrisas. Delfines que no conocen el llanto del agua. Pavorosos delfines de cicuta. Hechos de daño. Forjados unicamente para la paranoia. Protegen sus huevos y sus larvas. Con un amor de una ternura repugnante. Esquizofrénicos yonquis rabiosos deambulan por cobertizos desollando cadáveres y tocan violines con una soberbia de lirio.

Dan zarpazos las poderosas y lascivas panteras, y se muerden con dentaduras apocalípticas. Y la carne se quema con el soplete oxhídrico. Y bailan las garzas de ácido sobre lagos de absenta cianúrica. Tóxicos y bellísimos los aliens se enfrentan a los aliens, danzan como poseídos de fervor religioso, se estragan, se destruyen, se suicidan, se entorpecen, se castran, se violentan, y se apoyan entre ellos, para que la especie siga procreando. Gusanos crecen los ojos de las estatuas. Mariposas surgen de fondos de plata y de oro, mariposas de fuego que entran en la boca, y queman la lengua y el esófago. Y las ninfas de la leucemia galopan sobre el vaso linfático. Y se extiende la ponzoña como un aceite perfumado de rosas. Rosas de espinas cortan las hermosas yugulares verdes, cuchillas oxidadas luchan contra hoces de oro, se despelleja un dedo y se parte por la mitad una uña, y sonríe el alien enfrentado al alien hasta que lloran las ortigas venenosas.

El Alien se enfrenta al Alien, y una gota de mercurio rojo cae en un vaso de zumo de limones.

Espectro y belleza.

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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Poeta

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