Crónicas :  Lo mucho que había en ella- para ustedes
En verdad había mucho en ella, en su casi eterna sonrisa, en cada uno de sus pasos, en su largo y obscuro cabello que solía ocupar casi toda la cama cuando decidíamos no dormir.
Había mucho en ella, en sus besos suaves, siempre al ritmo de su música, un blues distinto, improvisado, que recorría mi cuerpo lentamente, dejando la sola sensación de pertenecerle
en ese momento y para siempre.
En esos días no había nada que comprender, todo se resumía en abandonarse a la silueta de su cuerpo, dibujada por una tenue luz amarilla de una pequeña lámpara que años atrás había hecho para ella. Había mucho en ella, y en el rítmico latir de su corazón, su piel cálida después de hacer el amor, las incontables y saladas gotas de sudor que la cubrían y su perfecta costumbre de recostarse sobre mi pecho.
Por la mañana me contaba historias de su infancia y el tiempo se iba volando mientras la veía recordar esos años, donde había algo de magia, algo de realidad, y sin duda una gratitud a la vida que jamás había conocido en una persona.
Después de eso, la guerra comenzaba, era ella y la cama contra mí, volaban las almohadas y las sabanas se volvían redes que nos atrapaban constantemente, entre risas y gritos siempre yo era el primero en solicitar apoyo de los peluches que colocaba en la esquina de la habitación que servían como fieles soldados kamikazes rellenos de algodón. Cuando la batalla terminaba, encendíamos un cigarro, y curábamos nuestras heridas de guerra con besos y risas, de esas que te hacen recordar que al final de cuentas la realidad también puede ser buena de vez en cuando.
El desayuno se servía en el patio, rodeados de las variadas plantas que ella cuidaba con tanto esmero, amaba verla sonreírle a los girasoles, y se me llenaba la mirada de ternura, cuando acariciaba los pétalos de los narcisos al extender los brazos, recuerdo la ocasión en que lloro al ver que una orquídea no tolero el clima extremo y se marchito, todo fue luto por unos días, después lleno los espacios vacíos con claveles y todo tomo una vista tan hermosa que no he vuelto a ver algo igual.
Había mucho en ella, y en esa serenidad suya en tiempos de crisis que me causaba una sensación que se parecía más al miedo que cualquier otro sentimiento, mas, no perdía la oportunidad de recordarme que estaba ahí y lo seguiría estando, siendo algo que aun hasta estos días le sigo agradeciendo.
Poeta

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