Prosas poéticas :  Resaca Confesa
Al “Beto” Abella: borracho del barrio y buen amigo mientras vivió.

“A medida que el demonio maligno del alcohol, en principio ángel de luz, se me retira de la cabeza, siento como su garra me estruja el pecho en un último feroz intento de hacerme más daño todavía. Y me lo hace: su retorcijón me llega hasta el alma. Me hace rodar por el lecho, me grita con mi propia voz, ronca y endemoniada, con mi misma compungida conciencia atormentada por la vergüenza de un error cometido en sociedad; torpe, brumosamente cierto o figurado por mi inflexible juicio personal sobre mi condición de borracho.

¡Esa garra me hunde las uñas en el corazón! ¡Me posee, me enloquece por momentos, haciéndome gesticular con expresiones y ademanes de monstruosidad propia, rabiosa! ¡Me arrodilla, me humilla a más no poder! Tomado por hombros y nuca, me arrastra por toda la habitación y como guiñapo astroso, me asoma aterrorizado a los candentes filos de sol de las rendijas de mis persianas, (débiles encubridoras de mi fóbico estado) y en ellos, me rebana despiadadamente pupilas y rezagos de amor propio.

Desde allí me enfrenta a la ‘honrada presencia de gente normal’, abajo, en la calle, cuya sola visión me convence que el mundo evolucionó mientras yo “dormía la mona”. Por tanto, me siento el único *curda-mutante de la tierra: “¡Si salgo me matan!”, pienso. Siento temor del género humano; y no es para menos: comparado a mí, cualquier ‘infeliz’ es un gigante moral. Aunque, a pesar de convertido ahora en el ser más débil, despreciable y vulnerable del universo yo, a nadie le temo más que a mí mismo.

Siento que el demonio me castiga con la propia sensación de mi antedicho ‘crimen’ cometido sin querer. Hasta creo que detrás del espejo, observando impasible el procedimiento de ‘ablande infernal’, y con total consentimiento de su ejecución, Dios, también me castiga. Y yo, me castigo con mi crisis de conciencia hecha látigo de lenguas acusadoras con puntas envenenadas de culpa: Lastimosamente flagelo mi desacreditada dignidad. Entonces reconozco, que a no ser un desalmado, (y quizá ni él en estos momentos) nadie puede sufrir tan amargamente un remordimiento igual al mío, producto de la humillante, pavorosa consecuencia de mi viciosa estupidez.

Hábito que se repite y se repite como signo libertino, destellando fraternidad y cruz en cada copa. Y yo, siempre postergando redención ante la servicial inmediatez, con alas incluidas, del paraíso embotellado que me surte de lo que jamás tuve, tengo ni tendré, y, que en rara ocasión se me niega. Motivo por el cual, dudo a la vez, que Dios esté detrás de mi gran castigo, y vislumbro que mi único demonio soy yo. En fin, aunque se me haga tan difícil la vida sin descorchar un sueño diario, luego de momentos reflexivos como éste, nunca oirás a nadie rogar día a día, como a mí y a muchos en mi condición, que el cielo no se nos dé con tanta facilidad".


©Juan Oriental


*Curda: Borracho
Poeta

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gus_de_las_pampas
Publicado: 22/1/2014 15:27
Incondicional
Unido: 31-5-2013
Comentarios: 3005
 Re: Resaca Confesa

Buen relato que ofrece la óptica del problema desde el punto de vista de la cabeza del adicto. Culpas propias y proyeccciones hacia demonios y deidades, para compartirla como consuelo. De grata lectura tu prosa poética, Juan. Un gran saludo.
Gus

Juan_Oriental
Publicado: 23/1/2014 1:37
Incondicional
Unido: 19-9-2013
De: Uruguay
Comentarios: 960
 Re: Resaca Confesa

Así es, Gus, parecidos a los aquí descritos, eran ciertos desordenes (remordimientos más bien) psicológicos multidimensionados por la conciencia, buena en realidad, de este amigo que lamentablemente murió a consecuencia de su alcoholismo, problema amén de otras adicciones, cada vez más frecuente en la sociedad.
Te mando un gran saludo cordial.