Cuentos :  En Madrid maté a una vieja.
En Madrid maté a una vieja.

En Madrid maté a una vieja. Una anciana de 82 años. Pero no sé si me lo estoy imaginando o realmente sucedió tal y como lo cuento. Yo trabaja en el Hospital Doce de Octubre. Y en mis días libres mariconeaba. Un día fui a la sede de COGAM, un colectivo gay de Madrid, que estaba en la calle Carretas. Hace de esto veinte años. Y en la sede había una charla de Manuel José Trillo, presidente del Comité AntiSida de España y enfermo de Sida. Yo me creía que el SIDA no tenía cura por culpa mía, por haber donado yo sangre en el periodo ventana después de chupar una polla, aunque sólo la chupé cinco segundos, cinco años antes. Yo estaba destrozado por el frío de Madrid que se me metía en el cerebro y por los pingüinos que me habían hecho. Y por toda la publicidad que ponían en los pasillos del Hospital, y por los compañeros de piso tan malos que tenía. Y me enrollé con Manuel José Trillo, me enamoré de él, y me acosté con él, y le chupé la polla. Tenía el chaval unos condilomas anales gigantescos y hepatomegalia, no estaba circuncidado y me chupó la polla. Yo ya estaba circuncidado. A mi piso de soltero había venido un Hombre con el apellido Morales Grande, y me dijo que si le compraba una Cruz de Caravaca me regalaría algo bonito, yo pensé en Manuel José Trillo, quería salvarle la vida porque el chaval tenía SIDA, pero no quise comprarle la Cruz de Caravaca a Morales Grande. El caso es que tuve que hacer una Guardia en las Urgencias del Hospital. Yo me creía que el SIDA no tenía cura por mi culpa y que Manuel José Trillo se moría de SIDA sin remisión con 32 años. Así que me volví loco, se me cortocircuitaron los cables del cerebro y pensé, una vida por otra, la vida de la anciana por la vida de Trillo. La anciana tenía un problema de corazón y necesitaba digoxina, y me pidieron que le analizara la sangre para ver la digoxina que tenía en sangre, yo pensé que la anciana lo estaba pasando mal con 82 años, que la estaban obligando a vivir más de la cuenta y que agonizaba, y sin embargo Trillo se moría como un perro con 32 años, pensé que la anciana, con 82 años, ya había vivido bastante, no pensé que esa anciana tenía nietos ni familia a los que ayudar con su pensión siquiera, así que al ir a medir la sangre le cambié la sangre por el calibrador y falseé los datos del análisis para que la anciana se muriera. No sé si la anciana murió o nó. Porque no sé siquiera si me lo estoy imaginando y realmente eso no llegó a suceder, el caso es que lo mismo tan solo pasó una noche espantosa. Pensé que había salvado a Manuel José Trillo. Pero mi relación con Trillo se enfrío en cuestión de días, coincidió todo con la Expropiación de BANESTO en el día de los inocentes y con la Llegada a mi piso de Soltero de Miguel Angel Francia Huapaya, peruano, un mal bicho, que era bisexual y quiso que le comiera la polla, me enseñó la polla y me dijo que si le chupaba la polla me haría infinitamente rico, era matemático y trabajaba en Madrid en un servicio de Limpieza. Pero no le comí la polla, me metieron en el manicomio antes. La última vez que vi a Manuel José Trillo me enfadé con él porque se pidió un café en vez de un zumo de naranja, yo quería que tomara zumo de naranja para que no se muriese, y enfadado no le pagué el Café. Estaba yo acosado por todos los frentes, era aquello peor que una guerra. Y a los pocos días me metieron en el manicomio. En las Marquesinas de las paradas de los Autobueses ponían un anuncio: POR FIN la llamada que Esperaba del Cielo. Me volví loco de tanta cosa. TODO Eso fue unos dos años antes de que me intentase inyectar sangre con SIDA. Así que como podréis observar estaba y estoy loco y bien loco. A mi no me extrañaría que un día de estos me acusen de haber matado a Manolete. Pero no creo que Manuel José Trillo me quisiera, cuando salí del manicomio me llevé como un Zombi en Sevilla y jamás volví a verlo, creo que murió de SIDA en una Indigencia brutal, abandonado por todos como un perro. Pero yo tenía que sobrevivir, quise enviarle una carta de amistad pero mi padre me obligó a romperla porque no quería que yo me enrollara con nadie de Madrid hasta que me pusiese bueno de los nervios. Al cabo de un año regresé a Madrid y mis Jefes médicos me prohibieron hacer guardias. Y al año siguiente quise inyectarme sangre con SIDA. Siempre he estado obsesionado con esa enfermedad. Es muy difícil explicarme porque soy muy mal escritor y no llevo la cuenta de las fechas de cuando todo sucedió. Si mi madre se me muriera con 80 años que tiene ahora me volvería loco, a parte de que ella es la que está sosteniendo a la familia con su pensión. No se si llegué a matar a la Anciana. No sé si le di la Eutanasia forzosa o no. Los Cinco chavales más hermosos del Mundo arrancamos el corazón de una anciana de cuajo y nos lo comimos.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Poeta

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