Poemas eroticos :  Hermosos Putitos de Dieciséis Años, Delgados y Des
Hermosos Putitos de Dieciséis Años, Delgados y Desnudos, En un Salón lleno de Globos de Plástico de Color Rosa hasta la Altura de los Pechos de los Muchachos, y Ellos Reventándolos con una Aguja en la Mano, Entre Estatuas y Bustos de Emperadores Romanos de Cristal Verde.

¿Qué hay en los ojos de las estatuas Béticas?.
Un porvenir de muchachos como cisnes, de muchachos como cactus,
Furiosos nopales florecidos, guerreros de alfileres de acero,
Majestuosos atletas gacelas de penumbra. Arcángeles de hielo.

¿Por qué un Marco Aurelio de vidrio verde solloza como una fuente?
Porque sus ojos ven gallos de pelea en una espléndida fiesta,
Porque sus ojos contemplan delfines de música celeste,
Soberbios tiburones de línea estilizada

Divertirse fecundos y gloriosos, y enormes, bellísimos y alegres,
Y él en su cárcel de vidrio no puede poseerlos.

Son los ojos de los muchachos antorchitas verdes, jazmineros azules,
Ponientes delicados con sabor a limones, agrias garzas del Coto.
Y sus labios de cereza muestran un azúcar incontenible.

Y terribles chumberas, magníficas de cisnes, hacen romper los globos,
Y se desnudan perfumadas para espanto de poetas.

Se verán los falos de los adolescentes preciosos, y los censores torturados
Querrán vaciarse los ojos con tijeras de oro.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.


Hermosos Putitos de Dieciséis Años, Delgados y Desnudos, Con Collares de Tripas de Cerdo Alrededor del Cuello, entre Estatuas y Bustos de Vidrio Rojo de Emperadores Romanos, Entre Grandes Macetones Barrocos llenos de Claveles Fucsias, en un Secadero de Jamón Serrano con los Jamones colgando del Techo. Entre Cerdos de Pocilga.

Una Fantasía de aspecto sanguinolento y cerduno.
Los muchachos, bellísimos y asquerosos, guarros y soberbios, encantadores,
Llevan las tripas de cerdo como si fueran collares de flores Hawaianos,
La sangre cae sobre los ombligos, los penes, y los muslos, gota a gota.

Maravillosos jamones de Jabugo o de Guijuelo exudan su grasa porcuna
Sobre un Calígula rojísimo y violentísimo con el rostro enfurecido,
Hierático rostro de la soberbia macabra, tirano espeluznante,
Que hubiera practicado el canibalismo con un niño recién nacido.

Los cerdos hozan en la pocilga ligeramente agobiados,
Pues los muchachos llevan las tripas de sus hermanos al cuello
Y aunque no tienen entendimiento quizás vislumbran
El porvenir de tormento salado al que serán sometidas sus patas.

Los jamones son esplendorosos, ya quisieran los chilenos y argentinos
Comer el buen jamón serrano que se come en Sevilla,
¿será acaso el motivo de su odio inconsciente hacia el reino de España?.

Los claveles, como condilomas o herpes en los labios de un Sidoso
De cuando no había tratamiento al Sida, florecen gloriosamente fucsias y bellísimos.

Los putitos bailan una chacona de Buxtejude, o algo adaptado a los tiempos,
Con un Hawai de sangre repugnante y muy vistoso, qué asco por Dios,
Y los Marco Aurelios de vidrio rojo gritan y lloran escandalizados.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.


Hermosos Putitos de Dieciséis Años, Delgados y Desnudos, con Uñas Superalargadísimas, con Collares de Esmeraldas en el Cuello, en un Salón con Estatuas y Bustos Azulgranas de Emperadores Romanos, con Canarios Timbrados Españoles Verdes Sueltos, y Con Cuadros en las Paredes de Cardenales Dibujados por Sir Francis Bacon. (las estatuas azulgranas son un Guiño al Fútbol Club Barcelona).

A Francis Bacon le temblaba el pulso al dibujar el rostro
De sus cardenales de traje lila, rojo, o rosa, y deformaba
Las caras arzobispales en un rapto de locura terrorífica.
Los putitos con sus uñas tocan los ojos de las estatuas.

Las uñas son cuchillas de afeitar, navajas de tigres, tocan los ojos
De Marco Aurelios azulgranas dualmente divididos
Entre un firmamento de sangre y un cielo imposible.
Francis Bacon no se atrevía a dibujar las caras soberbias.

Le temblaba el pulso, no se atrevía a mirar los cuadros, son los chavales bellos
Como atardeceres de verano en la playa, llevan esmeraldas verdes
Como orillas de ríos bajo el sol y los sauces.

Y los canarios timbrados, sublimemente verdes, revolotean y cantan,
Como una miríada de grillos diamantinos, en una noche sin luna
Con estrellas silentes, como una sinfonía al clave de Bach o Scarlatti.

Quisieran los amadores arrojarse al mar, cortarse las venas, dormir un siglo,
Morir,
O beber un vino tan amargo y tan dulce como la muerte
Antes que soportar tanta belleza deslumbrante.

Grotescos los Cardenales asesinarían un millón de poetas.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero. (Viva er Betis manque pierda). Ja ja ja.
Poeta

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