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Imperturbable entre la trayectoria
y desintegración constante de ella
por tenue cuanto más tibia destella
se impregnaba constante en la oratoria
de esa horrible partícula notoria
ceñida por su tallo era evidente
que transportaba un ascua incandescente
en la hilera asomaba sus raíces
y quería episodios sin matices
la flor acelerada coincidente.
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Poeta
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Tú despertaste el alma descreída Del pobre que tranquilo y sin ventura, en el Gólgota horrible de la vida agotaba su cáliz de amargura.
Indiferente a mi fatal castigo me acercaba a la puerta de la parca Más infeliz que el último mendigo, más orgulloso que el primer monarca.
Pero te amé; que a tu capricho plugo ennegrecer mi detestable historia... quien nació con entrañas de verdugo sólo dándo tormento encuentra gloria.
Antes que te amara con delirio viví con mis pesares resignado; hoy mi vida es de sombra y de martirio; hoy sufro lo que sufre un condenado.
Perdió la fe mi vida pesarosa; sólo hay abismos a mis pies abiertos... quiero morir... ¡feliz el que reposa en el húmedo lecho de los muertos!...
Nacer, crecer, morir. He aquí el destino de cuanto el orbe desgraciado encierra; ¿qué importa si al fin de mi camino voy a aumentar el polvo de la tierra?
¿Y qué la tempestad? ¿Qué la bonanza? ¿Ni qué importa mi futuro incierto, si ha muerto el corazón, y la esperanza dentro del corazón también ha muerto?...
¿Sabes por qué te amé?... Creí que el destino te condenaba como a mí, al quebranto, y ebrio de amor, inmaterial, divino. quise mezclar mi llanto con tu llanto.
¡Ah!... ¡coqueta!... ¡coqueta!... yo veía en ti de la virtud excelsa palma... ¿ignoras que la vil coquetería es el infame lupanar del alma?
Di, ¡por piedad! ¿qué males te he causado? ¡Por qué me haces sufrir?... Alma de roble, buscar el corazón de un desgraciado para jugar con él, eso es... ¡innoble!
¿Me hiciste renacer al sentimiento para burlarte de mi ardiente llama?... Te amo hasta el odio, y, al odiarte siento que más y más el corazón te ama.
Fuiste mi fe, mi redención, mi arcángel, te idolatró mi corazon rendido. con la natura mística del ángel, con el vigor de Lucifer caído,
Que tengo un alma ardiente y desgraciada alma que mucho por amar padece; no sé si es miserable o elevada, sólo sé que a ninguna se parece.
Alma infeliz, do siempre se encontraron el bien y el mal en batallar eterno; alma que Dios y Satanás forjaron con luz de gloria y lumbre del infierno.
Esta alma es la mitad de un alma errante, que en mis sueños febriles reproduzco, y esa mitad que busco delirante, nunca la encontraré: pero... ¡la busco!
Soy viejo ya, mi vida se derrumba y sueño aún con plácidos amores, que en vez del corazón llevo una tumba, y los sepulcros necesitan flores.
Te creí la mitad de mi ser mismo; pero eres la expiación, y me parece ver en tu faz un atrayente abismo, lleno de luz que ciega y desvanece.
No eres mujer, porque la mente loca te ve como faceta de brillante eres vapor que embriaga y que sofoca. aérea visión, espíritu quemante.
Yo que lucho soberbio con la suerte; y que luchar con el demonio puedo, siento latir mi corazón al verte... ya no quiero tu amor... me causas miedo.
Tú me dejas, mujer, eterno luto; pero mi amor ardiente necesito arrancar de raíz; porque su fruto es furto de dolor, fruto maldito.
Quiero a los ojos arrancar la venda, quiero volver a mi perdida calma, quiero arrancar mi amor, aunque comprenda
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Poeta
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Nuestra senda regada está de llanto, el placer del placer es el suicidio, detrás de la ilusión está el fastidio y detrás del fastidio el desencanto.
Lleno yo de fastidio y de quebranto, sin fuerza ya contra la suerte lidio, y muerto para el mundo, sólo envidio a los muertos que guarda el camposanto.
El infierno sus furias desenfrena, viento de maldición en torno zumba, que a penar el destino me condena,
y he de pensar hasta que al fin sucumba; con el peso brutal de la cadena, que arrastra el hombre hasta la negra tumba..
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Poeta
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Niña gentil que a la vida despertaste alegre ayer, como en Oriente despierta la luz al amanecer.
Niña, que del oro cielo viniste al mundo a caer, como aljofarada gota del nítido rosicler.
Y en inmaculada cuna te remeciste después, como ilusión que se mece del sueño al dulce vaivén.
Niña de cabellos de oro y de labios de clavel Son de rosa tus mejillas es de raso tu alba tez.
Es tu sonrisa inconsciente, de ángel tu mirada es, y como brilla una estrella brilla el candor en tu sien.
Dichosa tú que del mundo pasando vas el dintel, sin sospechar que las flores espinas tienen también.
En mi canto, bella niña, le ruego al Dios de Israel, que la virtud de tus años tierno, en otros te dé.
Para que ese mundo, nunca, con su lodo y fetidez, ensucie de tu pureza el blanquísimo glasé;
Qué siempre tú, mariposa en primoroso vergel hueles y en las flores halles ánforas ricas de miel;
Que dé calor a tus alas el santo sol de la fe, y que jamás una espina tus alas llegue a romper.
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Poeta
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Yo, mujer, te adoré con el delirio con que adoran los ángeles a Dios; eras, mujer, el pudoroso lirio que en los jardines del Edén brotó.
Eras la estrella que radió en Oriente, argentando mi cielo con su luz; eras divina cual de Dios la frente; eras la virgen de mis sueños, tú.
Eras la flor que en mi fatal camino escondida entre abrojos encontré, y el néctar de su cáliz purpurino, delirante de amor, loco apuré.
Eras de mi alma la sublime esencia; me fascinaste como al Inca el sol; eras tú de mi amor santa creencia; eras, en fin, mujer, mi salvación.
Bajo prisma brillante de colores me hiciste el universo contemplar, y a tu lado soñé de luz y flores en Edén transparente de cristal.
En éxtasis de amor, loco de celos, con tu imagen soñando me embriagué: y linda cual reina de los cielos, con los ojos del alma te miré.
II
¿No recuerdas, mujer, cuando de hinojos yo juntaba mi frente con tu frente, tomando un beso de tus labios rojos, y la luna miré, como en la fuente, reproducirse en tus divinos ojos?
¿No recuerdas, mujer, cuando extasiada al penetrar de amor en el sagrario, languideció tu angélica mirada? . . . tú eras una flor, flor perfumada; yo derramé la vida en tu nectario.
III
¡Mas todo es ilusión! ¡Todo se agota! Nace la espina con flor; ¿qué quieres? de ponzoña letal cayó una gota y el cáliz amargo de los placeres.
Los gratos sueños que la amante embriagan fantasmas son que al despertar se alejan; y si un instante al corazón halagan, eterna herida al corazón le dejan.
Tal es del hombre la terrible historia; tal de mentira su fugaz ventura: tras un instante de mundana gloria amarga hiel el corazón apura.
Por eso al fin sin esperanza, triste, murió mi corazón con su delirio; y al expirar, mujer, tú le pusiste la punzante corona del martirio.
Y seco yace en lecho funerario el pobre corazón que hiciste trizas; tu amor le puso el tétrico sudario, y un altar te levantan sus cenizas.
Tras de la dicha que veló el misterio, siguió cual sombra el torcedor maldito, trocando el cielo en triste cementerio. . . confórmate, mujer. . . ¡estaba escrito!
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Poeta
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Soy el coplero cuyos cinismo ha muchos años que celebró en el estruendo de las orgías, los funerales de corazón.
Mi cráneo, que antes se enardeciera de los sueños con el calor, de lindos sueños está despierto, porque no es cierto lo que soñó.
Entre los sueños encantadores estaba oculta la decepción, y el desencanto con mueca horrible vino a burlarse de mi candor.
Soberbio entonces bajé al infierno de infame crápula que me abrasó y con sonrisa mefistofélica a las virtudes les di mi adiós.
Al ver que huyeron mis esperanzas, lleno de ira me dije: "¡oh!, las esperanzas son ilusiones, las ilusiones mentiras son"
Y con mi tedio de condenado, con la amargura que da el dolor, en malos versos le doy al mundo la horrible presa de que me harto.
Qué rencoroso pulso mi lira, lira tan negra como el carbón, y en cada nota que de ella salta, se oye el ruido que da el rencór.
Cantor histérico del torpe vicio, busco en el vicio la inspiración; y a las virtudes y a las bellezas jamás, Virginia, les canto yo.
Pero a ti, joven, que eres tan pura como el aliento de linda flor, te doy un canto, yo que en el dado perdí las flores del corazón.
Eres tú, virgen, llena de gracia, porque de gracia Dios te formó; tienes tus ojos color de cielo, tienes las trenzas color del sol.
Tienes un tipo muy elegante, cuerpo de reina, dulce la voz, y tu epidermis es fina y blanca más que la nieve del Septentrión.
Cuando en tus labios, al conocerte, vi una sonrisa, me pareció tu dentadura nido de perlas entre una rosa de Jericó.
Ángel sin alas, que descendiente de la sagrada linda región, por ti los cielos vistieron luto, por ti la tierra se engalanó.
Eres más bella que la esperanza, más vaporosa que la ilusión; y donde pones tu pie pequeño, pones sus labios el casto amor.
Eres la reina de las hermosas, porque natura te concedió tantos hechizos como cabellos tienen tus trenzas color del sol.
Eres más noble que el sacrificio; interesante más que el pudor; envidia causas a las mujeres; pero a los hombres admiración.
Por eso, niña, cuando te canto mis ilusiones, llorando estoy. . . perdona, virgen, si mis cantares de tus cantos indignos son.
Para cantarte cual tú mereces, preciosa rubia quisiera yo subir al cielo, robar su lira al increado poeta Dios.
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Poeta
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Generoso en la copa, ruin en todo; ronca la voz, inyecta la mirada, párpados gruesos, faz abotagada y siempre crudo cuando no beodo. Perdida la razón, goza a su modo, y nunca estar en su razón le agrada; que el vino es todo, la razón es nada, y sólo vive al empinar el codo. Cuando al inflamarle empieza el aguardiente, lenguaraz, atrevido y vivaracho, es intrépido, franco y excelente amigo; pero juzgo sin empacho que no es franco, ni amigo, ni valiente; porque el borracho, en fin, sólo es . . . borracho.
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Poeta
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I
¿Quién eres, di, sombra errante, que me sigues pertinaz, y doquiera que la faz vuelvo, te miro delante? ¿Eres la memoria estuante de lejano devaneo, o al engendrarte el deseo con mi propio ser batallas? ¿Por qué sin saber do te hallas en todas partes te veo?
II
¿Eres éter desprendido de la región impalpable, por mandato inexplicable en fantasma convertido? ¿O de mi llanto vertido el vaporoso ardimiento finge una forma en el viento, forma que amo y acobarda? ¿Eres el ángel de la guarda?, ¿eres mi remordimiento?
III Cuando las noches sus mares de sombra, en la tierra vierte y en mi lecho caigo inerte, nutrido de mil pesares; dejando tal vez tus lares fantásticos, apareces, y si el afán toma creces, me levanto como loco, por ver si tu sombra toco y al punto te desvaneces.
IV
Mi extraviada fantasía con distintas formas pueblas eres luz en las tinieblas, y sombra en la luz del día. Inspiras a mi ardentía amor que extraña el espanto; ¿Por qué desde el camposanto me recuerdas, por mi mal, una historia criminal que santificó mi llanto?
V
Te adoro, sombra imposible, como el arcángel enteo, y aunque nada, nada creo, hoy me asombra lo increíble sombra del alma adorada. ¿Por qué no eres ¡ay! tangible, sombra de la infortunada que mi labio en sueños nombra? ¿por qué no me vuelvo sombra para fundirme en tu nada?
VI
Sombra de la amada mía, que brilla lánguidamente, como brilla una palente estrella, en la noche umbría. ¿Por qué en mi audaz fantasía vives, memoria de ayer? ¡Oh!, ¡quién pudiera creer que entre la bruma del sueño amara con loco empeño a un ser que no puede ser!
VII
Te veo unas veces estela; otras, estatua marmórea; otras, visión incorpórea; otras cual luna a quien cela denso vapor que la vela, y otras como esos quemantes rayos del sol, que anhelantes al entrar por el balcón, fingen faja de crespón llena de átomos brillantes.
VIII
Te adora intuitivamente, y vuela, si estoy dormido, mi espíritu desprendido tras tu forma transparente. Ojalá nunca lamente por tu presencia exaltada llegue a verte evaporada; porque quiero al fenecer dar a tu nada mi ser, o ser con tu nada, nada.
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Poeta
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1
Bajo la sombra de sauz añoso frente a un albergue rústico y apartado, se hallan, un joven de naciente gozo, y un viejo descreído, mutilado. Los surcos de la frente marchitada las escépticas frases qué congelan, la irónica sonrisa y la mirada del viejo su pasado nos revelan. El apuesto garzón, el casi niño, con marcada humildad escucha atento al anciano, que lleno de cariño le dice así con paternal acento:
II
Conque, Andrés, ¿vas a partir? ¿Se torna el rapaz en hombre? ¡Bien!... Escucha y no te asombre, Andrés, lo que vas a oír. En el revuelto océano en que fui náufrago un día, quiero que lleves por guía la débil voz del anciano. No cual clérigo profundo evangelizarte anhelo: la virtud es flor del cielo que se marchita en el mundo. No de ilusiones que halagan te hablaré, ni de moral; quiero; Andrés, que no hagas mal ni dejes que te lo hagan. Franklin dijo en parte alguna, hablando del mundo, que: "Lo que salva no es la fe sino el no tener ninguna." No creas consejos ni apólogos, busca siempre la verdad: la fe, chico, es necedad que llaman virtud los teólogos. Yo no te aconsejo el vicio, el que mal hace, mal halla; quiero que vistas con malla tu corazón tan novicio. Y ya que tus tiernos años están flacos de experiencia, escucha, Andrés, con paciencia la voz de los desengaños. También locas ilusiones mi juventud conmovieron, y las que ilusiones fueron son ya negras decepciones. Por eso en estulta calma niego todo con cinismo, porque el torpe escepticismo viento es que congela el alma.
* Tú vas a la corte. Allí activo en tu bien rebúllete. Consérvate, aséate, instrúyete, y vive, Andrés, para ti. Obra mucho y cierra el labio, que llega a su fin más pronto, con su actividad el tonto que con su pereza el sabio. Es la corte cosa brava, todos mal de todos piensan. los enemigos comienzan donde la nariz. acaba. Tú allí con muy buenos modos sé expansivo, sé jovial: de todos piensa muy mal; pero habla muy bien de todos. Que mascarada es completa la corte que veo con asco, y sufre allí más de un chasco quien no toma su careta. Allí es el afeite aseo, sinceridad el cinismo; la locura excentricismo; la adulación galanteo; Se le llama bueno al bobo, se llama al miedo prudencia, porque es difícil papel se llama la charla ciencia, se llama fianza al robo. Allí en duda has de poner la castidad del beato, la mansedumbre del gato, la virtud de la mujer. Allí todo es falsedad. "Vanidad de vanidades." allí abundan nulidades rellenas de vanidad. Todos quieren que su nombre a los hombres envanezca, y no hay hombre que merezca llamarse siquiera hombre. Que de aquella sociedad, llena de lodo y materia, es muy grande su miseria y mayor su vanidad. El hombre, tenlo presente, en ese mundo hostigoso, hace un viaje muy penoso y no medra si no miente. Ese tránsito empalaga: que no molestan en el viaje, los ricos con su carruaje, los mendigos con su plaga. Y magüer razón te sobre, en la sociedad, buen chico, evita el odio del rico y la intimidad del pobre. Mas si das a la indigencia, nunca la humilles cruel; no hagas de amarga hiel el papel de Providencia. Saber dar es gran virtud, y dar sin tacto, locura: lo que se da sin finura, se acepta sin gratitud. Hay favores tan sin gracia, que dejan huella sensible en el alma, y más horrible hacen ellos la desgracia. Muchos hay que dan lo suyo por cálculo o vanidad, pero, hijo, esa caridad, es la virtud del orgullo. Nunca des con mirada doble; porque el hombre desgraciado es un objeto sagrado para quien tiene alma noble. La desgracia lenifica sin esperar gratitud; porque, Andrés, la ingratitud a la caridad deifica.
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Tus apuros, si los tienes, cuenta al que cuente reales; es decir, cuenta tus males sólo al que los torne en bienes. Nunca vistas con descuido; porque en la corte deshonra más que una mancha en la honra un mancha en el vestido. Tu lujo siempre modera, no al lujo te entregues, no, mira que el lujo empezó por unas hojas de higuera. Cuida y no te faltará: da poco y no se te olvide que quien da a todo el que pide pide al fin a quien no da. Ten siempre el bolsillo a tasa, para que siempre algo sobre; porque, Andrés, el hombre pobre, de pobre hombre nunca pasa. Del placer haz poco uso, si ilusión quieres tener, que abusando del placer, no hay placer en el abuso.
* Por si acaso en sueño cálido buscas de Marte la gloria, voy e contarte la historia a que debo estar inválido. Allá en mis años mejores se encendió lid fratricida, porque a mi patria querida plugo cambiar de opresores. Del patriotismo la llama ardió en mi pecho de tierra. Marché, Andrés, en cruda guerra, reñí, como perro en brama. El éxito no fue malo: vencimos a los traidores, y volví pisando flores con una pierna de palo. Cubierto de gloria, chico, dejome el gobierno cruel; ¿había de comer laurel como si fuera borrico? Otros con férvido arrojo la victoria celebraron. Oro y destino pescaron, y Yo quedé pobre y cojo. Así es la guerra maldita: a muchos les da oropeles, y carruajes y corceles, y a otros las piernas les quita. Vengué yo ajenos agravios y al fin ¿qué saqué?... ¡Desprecios! La guerra la hacen los necios en provecho de los sabios. No seas de los que combaten, pero odia a los que se rindan; pues sacan más los que brindan, que los tontos que se baten. A la guerra, Andrés, no vayas, y sin luchar vencerás; porque un brindis vale más que el humo de cien batallas. Está la patria hecha trizas con tanta gente malévola, y del brazo de Scévola no quedan ya ni cenizas Es un loco temerario el que anda entre los cañones: es mejor en los salones esgrimir el incensario. Si por figurar te apuras, lisonjea a los beneméritos, y fía más que de los méritos de tus buenas coyunturas. No te oirán si no te encorvas: ya que ellos tienen, Andrés, las orejas en los pies, ten el talento en las corvas. Para que a ciegas no andes, te aconsejo, por mi nombre, dejes tu grandeza de hombre, con todos los hombres grandes. La dignidad no conviene, ni la honradez, hijo de Eva; quien no adula no se eleva; el que no es vivo no tiene.
*
Si no estás en gran bonanza, no busques, hijo, mujer, el pobre ha de mantener solamente la esperanza. El amor es gran locura, y el bendito matrimonio, lazo que tiende el demonio y convierte en soga el cura. El consorcio, en conclusión, para un pobre es grave mal; y su tálamo nupcial túmulo es de su ilusión. Nunca el marido descansa y sus sacrificios crecen: pero ellos no se agradecen,. porque con ellos no alcanza. Tú pondrás del ara encima tu independencia sin juicio, y ese inmenso sacrificio ninguna mujer lo estima. Es feliz quien por fortuna mujer buena tiene, Andrés: pero más dichoso es el que no tiene ninguna. Amor es mentida flama, la gratitud no parece: sólo, Andrés, una madre ama y sólo un perro agradece. *
Mas si tú afectos deseas, te lo digo con dolor, cree hasta en el mismo amor, pero en la amistad no creas. Con experiencia lo digo, Andrés, consérvalo impreso: un libro, un perro y un peso forman un completo amigo. los que el mundo desconocen dicen, sobrino, que es fama, que en la cárcel y en la cama los amigos se conocen. En cualquier situación seria tendrás número importuno de amigos, mas no habrá uno cuando estés en la miseria. La amistad es falso cobre, la amistad, óyelo, chico, forma la ilusión del rico y el desengaño del pobre. La amistad, en conclusión, la amistad, tenlo presente, es, sobrino, un accidente del oro o la posición. Quien fuere en la vida cero no tendrá un amigo, Andrés; si el dinero amigo es, sé amigo tú del dinero. Mejor que un peso, ten dos, no hagas mal por egoísmo, y duda hasta de ti mismo vete, y... ¡Bendígate Dios!
III
Un instante después, por el camino triste a un jinete galopar se veía, y un viejo de mostacho blanquecino con la vista al jinete perseguía. Cuando ni el polvo que el corcel alzara pudo el viejo mirar, sintió que ardiente gota de llanto resbaló en su cara, y suspirando doblegó la frente. "Y ¿qué será de ti? -exclamó el anciano Tu incierto porvenir ¿porqué me altera?. corre a luchar con ese mundo insano; vete a sufrir la suerte que te espera. La lucha con el mundo no te asombre, hombre no es el que luchar no sabe; porque nació para luchar el hombre como nació para volar el ave. Jamás el hombre del destino oscuro el negro velo levantar espere; envuelto entre la sombra está el futuro. el hombre es lo que la suerte quiere."
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Poeta
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Nadaba entre la nada. Sin empeño A la vida, que es nada, de improviso Vine a soñar que soy; porque Dios quiso Entre la nada levantar un sueño.
Dios, que es el Todo y de la nada es dueño, Me hace un mundo soñar, porque es preciso; El siendo Dios, de nada un paraíso Formó, nadando en eternal ensueño.
¿Qué importa que en la nada confundida vuelva a nadar, al fin, esta soñada vil existencia que la nada olvida, nada fatal de la que fue sacada?… ¿Qué tiene esta ilusión que llaman vida? -Nada en su origen. - ¿ Y en su extremo? - ¡Nada!
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Poeta
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