Cuentos :  Recrucificción final
RECRUCIFIXIÓN FINAL
(Cuento)

__________ I __________

La noche no era la misma, rugía con sus estrellas
al fondo, las nubes caían como ríos. Algún relám-
pago, tímido, seguido de un trueno, iluminaba
aquella choza.
Permanecía inmóvil, sentado en el suelo, la mirada
dentro del pasado sin hacer caso del entorno, como
no lo hacen las rocas escarpadas de las olas en la costa.
Aquella mañana había tenido la primera experiencia,
aquella mañana también tuvo la primera confusión;
el agujero de gusano estaba ahí, en lo profundo de su
mente, en un sueño lúcido guardado por años, y
cuando el sol acabó de ocultarse en las montañas se
vio obligado a pasarlo.
Inclinaba el rostro con inquietud en ambas manos y
sentía en el pecho un enorme lago de amargura.
Cuando pudo darse cuenta de su impotencia, estaba
a solas con su vergüenza y con sus recuerdos. Miles
de hogares deshechos, miles de huérfanos, opresión,
injusticia, robos y engaños descarados. Tuvo un vér-
tigo de pudor y lloró, lloró con cada hueso y cada día
vivido, hasta el corazón de fuego transformado en
hielo, al momento de morir y nacer simultáneo, tem-
blando porque representaba su consciencia.
Entraba y salía del fondo del abismo, y escuchaba los
lamentos de las conchas y carcajadas de cangrejos en
los transeúntes de oficinas, señalándose con el dedo
jurando que eran buenos, que no sabían como habían
podido actuar mejor que callarse, esconderse y fingir
que todo sería olvidado, después de ocultado.

_______ II______

Mirándose al espejo, respondía: Tú no entiendes
de casos de consciencia; y sería inútil explicarlo en
forma extensa a quién no lo ha vivido ni siquiera en
la sensibilidad más burda o en la imaginación que
prefiere evitar ver todo el sufrimiento ajeno.
Parecía que eramos amigos desde hacía doce años;
poco a poco fui acercándome a la fe tendida en el
suelo, yerta, la mirada seca y fría, muda hasta en los
últimos rincones. Me quedé abatido, y por primera
vez también comprendí lo que era ver un mundo
hecho añicos, muerto para siempre, como un espan-
toso desierto que crece en derredor del alma, aho-
gando el espíritu ante la pérdida de la más mínima
seguridad. Me había perdido a mi mismo, el alma
paralítica y sin aliento para un futuro incierto; el
tiempo se detuvo, los árboles no tenían vida, la
noche era sólo ceniza, el sol perdió su brillo, la aldea
entera era sólo un fantasma. ¡Una víctima más!.
___¿Cómo decirlo?.
___ ¡Oh!, exclamó después de algunos instantes de
aquel silencio interior. Soy mi propio engaño, mise-
rable sentido del deber, ingenuamente genuino, sin
escape, desarmado. Ya no soy lo que creí, lo que
estaba acostumbrado a creer. La verdad cae por
su propio peso__ ¡Sí, sí!. La verdad era su propio
abismo... ¿Quién ere ?. ¿Quién eres?.
___Un mal sueño, una fantasía proscrita.
___¿Y tú nombre?.
___La verdad; ya lo sabes.
¡No existo, nadie me conoce, todos me añoran!.

_______ III _______

Se miraba caminando de prisa, con la mirada perdida,
ese cielo ya no era su cielo, ese que había visto desde
su más tierna infancia. Su luz comenzó a desaparecer
de la tierra, esa que recordaba como suya, salió a pa-
sear su cansancio, su asco, su esperanza nauseabunda
vista la realidad del presente. ¡Del dios muerto!.
Con la cabeza dándole vueltas metida en la cachucha,
las manos en los bolsillos, y los pasos indiferentes,
distraídos y sin rumbo, por calles desiertas, sombras
indicando fastidio, ocio, enfermedad del espíritu.
En una esquina, bajo una luz mortecina, parpadeante,
cruzóse con una mujer enlutada y delgada, más bien
pálida, sollozando, sangraba del alma; inerme, impo-
tente, toda su vida había sido destruida. En sus
pupilas negras se adivinaban miles de dolores, en cada
pestaña una lágrima inmensa; era la cara de infinita
gente, niños, jóvenes, ancianos.
__¡No nacimos juntos, estoy seguro!. Se decía en
el lenguaje de la carne, en el polvo terrible del ayer,
de los años de la contemplación perpleja, impregnada
del espesor de las ausencias diarias.
Así permanezco inmóvil, respirando rítmicamente,
(según creo), intentando imitar la paz de un místico
cruel empeñado en salvarse, en la cumbre del
absoluto egoísmo. Pero es falso. ¡Es falso, es falso!.
Yo no soy mi sueño, ni la pesadilla colectiva de nadie,
tampoco la imagen de un reflejo de un espejo quebrado.
A mi no me han aniquilado aún la consciencia, ni toda
la consciencia posible en la desgracia.

_______ IV _______

___ ¡Oh!, Paz, dignidad, honestidad y justicia, todos
ahora son simples cadáveres. Aquellas dulces vibraciones
perdidas por la vaga extensión del tiempo viejo, y que
parecían salir incluso de las sombras, de los árboles, de las
paredes y los techos, alumbrados débilmente por los
últimos reflejos de una fe genuina, crepuscular con la es-
peranza segura, sumergieron sus ideas en uno de esos
éxtasis que transportan en alas de la fantasía hasta esos
espacios de mundos íntegros, protectores, verídicos y
honrados. Ahí dónde el mismo honor era venerado.

Su rostro perdió las facciones y tomó un aspecto terrible;
sus ojos fijos, metálicos, más allá del hielo, enrojecidos,
parecían haber perdido el movimiento; no obstante, una
lágrima de lástima brotó lastimando el silencio, rodó por
el aire, y su mejilla la evaporó, como un suspiro reprimido
todas sus palabras morían en sus labios.
La desdicha se anudaba en la garganta y su corazón ya no
latía, era como olas de un mar muerto y seco. La razón
le temblaba, ya no respiraba ni se movía; miles de hombres
derramaron su sangre secando todas las consciencias, seres
malditos eternamente, malvados entre sillas, oficinas y
aplausos. Aplausos ladrones, infames, destructores y mal
olientes, putrefactos productos del poder.

La luz en la choza fue un túnel pulsátil instantáneo,
breve y corto en un pozo plateado, y un agujero de gusano
se cerró a sus espaldas.
¡Su nombre permanece en el misterio!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Cándido y travieso (Anticuento)
Cándido y travieso
(Anticuento)

Llovía. Todo había pasado tan rápido. Las alas
brotaron de repente, la puerta empalideció, la
nube de humo buscaba una salida.
No hay escapatoria posible; la noche reclama
a grandes voces un plato de silencio sin los pe-
ligros de la luna, asegurando que no va a dormir.
Leyó un viejo libro, empezaba a tener insomnio,
los ruidos de la calle eran extraños.
__¿Pero cómo es posible?
No podía entender nada, estaba debajo de la puerta, con la pluma en la mano, pero necesitaba de la inspiración para volar a la ventana. Sin importar que
haya aprendido a sondear entre los archivos, y
deleitarse en descifrar documentos relamidos.
Ahora estaba bajo la influencia del olvido,
y de la incomprensión a su nueva visión a distancia.

_¿Podría acaso escribirse de esa forma?.
Al volver del campo unos cuervos, se negaron a escuchar el rebuznar de los asnos inquietos.
Después del desayuno frugal la sombra de
aquel árbol saltaba entre las hojas, las mesas,
y el escritorio, haciendo ruidos extraños, y repro-
duciendo el último incendio del panteón cercano.
La campana suena a lo lejos, tal vez vaya a misa.

__ ¡Qué absurdo! ; Son las once de la noche, y
todo se habrá olvidado en una hora.
Una oleada de recuerdos le trae el aroma salado
de la playa miserable atrás de aquel volcán.
Limpio de adiciones y restauraciones, sin
mandarlo remendar por la censura, ni falsificar
de acuerdo a intereses perversos.
Dicen que el agua fría está escribiendo cartas
al polo, con el anhelo de la nieve enamorada del
hielo. Su autoridad deriva de ciertas desviaciones
deliberadas que se divierten amenazando ingenuos.
Lo grotesco no es lo incongruente, debe de hecho
evitarse en el momento que lo estético se este
transformando en estático. Y claramente se
este expresando la pared interna de la belleza
exterior, invisible por si misma en una sola lectura.
___ Volví a dormir, según me recuerda el techo
contrario a la lluvia, acusando a la sequía de
estupidez. De hábitos vagabundos y mediocres.
El camino sobre el agua cayó al suelo creando una
especie de escenario iluminado en el centro de
aquel bosque... Los peces felices pescaban insectos
en filas. Éstos últimos no ocultaban su ira, y su
repugnancia por el vidrio ; algunos ni siquiera
quisieron mirar ni una sola vez al espejo; otros se
reunieron en círculos de luz y se dividieron entre
las luciérnagas.

¡Asamblea!... ¡Qué se presenten los hombres!.
Los pantalones arrugados contemplaron con gran
disgusto aquellas disposiciones, pero no se atrevieron a despertar ni a los zapatos ni a las camisas; pues habrían tenido que ver a los fantasmas de nuevo.
La noche se había aclarado un poco.
Abrió de nuevo el viejo libro, y leyó torpemente,
algunas palabras le recordaban su origen; sin embargo, seguía sin entender. Sí, sí, sin entender, y le molestó.
__¿Serían sandeces o una realidad paralela?.
Creía escuchar con el rabillo del ojo ese olor dulce del pasado alegre. Una perplejidad como esta no hubiera sido imaginable fácilmente si el estilo nada indicara.
Observó sus plumas que se empeñaban en volar
escribiendo al aire, con la misma imposibilidad del ser.
No era, en efecto, demasiado agradable, sobre todo
después de haberse sentido humano. ¡Sí, sí, humano!.

___¡Sé lo que quieres decirme!. Dijo a la pared
colgado del óleo en ese cuadro. En ese espacio
policromo de ultramar y bermellón, entre la
obediencia inmaterial de los relieves dispersos.
___¡Qué no hace falta contarle a nadie lo que nos
hemos confesado hoy!. ¡Qué ninguna representación
visual permite percibir el molde, el diseño o el estilo de este tipo de relatos, incluso el edificio desconocido de cualquier anticuento que provoque el derrumbe de la realidad que más convenga a la pobreza prolongada!.

Si bien ahora, yo aquí hago lo contrario; pensó un tanto indiferente, no queriendo permanecer pasivo por completo, ni dejando de ser receptivo o evitar responder.
__ ¿Qué sería de mí si muero después de cinco días?.
___ ¡Así fue el año pasado, y nadie se encargó de
revivirme!. Entre tanta hoja y polvo, árbol y mesa,
escritorio y camas... No obstante, aquel librero
frío es buen amigo, a veces me comprende al sostener
tanta enciclopedia y tratado, como también libretas y
revistas orgullosas, periódicos horrorizados y demás.

___ ¿Qué eres tú?. Extraña cosa depositada sobre la
imaginación de lectores distraídos o superficiales,
y que solo esperan encontrarse a sí mismos en ti .
__ ¡Déjenme en paz!. Historietas y chismes,
noticias deformes, informes distorsionados a precio
bajo, letras vanas amantes del engaño, discursos
manipuladores, inútiles y serviles.
Durante dos días tuvo la dicha de ser leído, de ser
re-elaborado y revivido, de conversar con las pre-
guntas y reflexiones, de descansar sus piernas en
la fantasía algodonosa de algunos lectores agudos,
sensibles, creativos y de especial inteligencia.
Intentó tranquilizarse, el camión se puso en marcha, y la pesada caja fue sacudida; la calle estaba llena de baches, y los encargados de su mantenimiento los tenían bien decorados para las próximas elecciones.
Bajo una luz fantasmagórica las letras se escurrían de
las frases, destruían las rimas, los poemas saltaban
asustados, la censura aterrorizaba la creatividad más
débil, los cuentos volaban por los aires, y las novelas
estaban mudas, al salir del nido ya eran fósiles.

A lo lejos, en el camino de la fantasía se oían unas
carcajadas burlonas.
___ ¡Nadie te entenderá!. Y, nadie está ocupado
en otras cosas. Todo mundo espera leer sin esfuerzo.
¡Comprender por ósmosis! Entre lo pueril y lo bárbaro.
Si no es así...
___ ¿Desde cuando un anticuento tiene vida fuera del texto?.
Y cuantas veces el texto es ininteligible y corregido de acuerdo a los gustos de las épocas sucesivas, por más decadentes y regresivas que sean, dentro de los avances en otras áreas infames.

___Y ser cándido y travieso es lo que menos importa.
Llovía y llovía. Todo había pasado tan rápido.
Las alas brotaron, la puerta empalideció, la nube de humo
buscaba una salida... Y la encontró, cuando él murió en el olvido
.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Marionetas del destino... ( Anticuento Fauvista )
MARIONETAS DEL DESTINO
(Anticuento Fauvista)

Todos lo años hace la música en el mismo sitio
un ligero hueco y parece entonces que flota
sobre él una hoja de sonrisas con su estupor
perdida. ¡Calla, calle!. Repite el cementerio
gris, inconsciente de formas y actitudes.
Esto dicen, por lo menos, las lápidas asustadas
que en ese día se esconden al acercarse mucho
al silencio ennegrecido, sobre todo donde el
sol se incendia y queda el agua hecha ceniza.
Este no era un cielo rosa, bien lo sabía al azular
la tarde, aunque no suele ser común cuando el
tiempo se detiene, entre un plateado viento y
el fuego cada vez más verde.

Dejad un momento.
¡Oh!. Lector inquieto,
ese espacio por llenarse con montañas amarillas
en el corazón del viejo limón azul que flota bajo
el lago de flores y conejos anaranjados; la lluvia
frondosa se retira entre los recuerdos y el vaivén
refescante de las hamacas.
No es la intención atigradora, ni el propósito un
rojizo anhelo en la mayoría de los cuadros, ni
en las estatuas, ni en el bajorrelieve una ilustración
hecha de quejas vanas ante un pueblo sordo.Sin embargo, todo había terminado, las olas añiles
salpicaban la música en uno de los primeros des-
tellos sobre la morbidez lapislázuli del roble, el
horizonte no era el mismo desde aquel día, se
arrodillaba, vagaba sobre un tapiz púrpura y
miraba el sol sublime por largo tiempo, soñando
con la luna morena. Como algo esbozado, trazado
de un solo golpe, no existía la decadencia como
ahora, ni en los mosaicos recientemente descu-
biertos en su modelado confuso y de vago efecto.
¿Qué había pasado?.
Apenas lo recordaba. Sus frases, ya de pocas
palabras, se redujeron a algunos monosílabos.
No le agradaba ver su rostro en tantas fotografías.
[color=666600]Los colores se fumaban lentamente el contorno
borroso, suave en realidad, pero con algunas
manchas fosforescentes en el callejón solitario
deslizándose bajo esa almohada. El interés por
las raíces casi siempre es un rasgo de esa pedan-
tería inmensa que tanto caracteriza al montón
de falsedades automáticas. No puede inventar,
y tampoco puede exigir algo definido. El destino
es el títere en los dedos de la consciencia libre.
Tras apagar brutalmente aquella ingenua pesa-
dilla se puso en pie, abandonó sus alas en la cama
morada y corrió entre los platos sin apetito.
Quería hacerlo todo él, y nadie osaba contradecirle.
De hecho, él era quien pintaba las sombras, cepillaba
los perfumes y planchaba pluma a pluma el vuelo de
los techos, pues el escritor basa sus ideas, prejuicios
y aversiones sobre el arco multicolor que siente.Cuando se encontraba bajo las escaleras cansado,
solo saludaba con un gesto la mano flaca y verde
del último fantasma amarillo, le cedía el paso des-
colorido para disfrutar del espectáculo invisible
para la noche violeta. El aire era carnoso, mordido,
palpado y exhibido en la vitrina como un cocodrilo
de algodón con la resistencia de los rudos hábitos
del primer oficio, salvo solo, cuando la originalidad
del instante es demasiado prematura.
¡No es cierto!, ¡No es cierto!. Gritaba él con
la selva entre los dientes.
¿Acaso no es verdad que en los sueños todo se
vale, todo es absurdo, todo deja de tener sentido
al ignorarlos?.

La voz de la razón era la ilustración negativa del
ambiente inestable que nadie comprendía.
Y no solamente porque no la dibujaban, ni menos
en el estado putrefacto de las sensaciones fugaces,
de las emociones rentadas, de los impulsos que
brotan de las paredes y los pisos, creando mitos
visuales, en una sociedad indiferente a las cosas
verdaderamente esenciales e importantes.

¡No, no, nunca!. ¡Lo que ellos dicen jamás es cierto!.
Las marionetas no tienen reposo en las manos del destino,
de hecho siempre grisáceo, individual, pintado al verse
reverdear oxidado, empleando estructuras metálicas,
enumerando las carencias de voluntad y de cruda lana
en los sembradíos de borregos.
La realidad es que todo es falso, las ilusiones acaban
por romperse, todo el pensar se refugia tembloroso en
las faldas de la lógica en camiseta corta y la boca muda.
Las marionetas empiezan a maldecir su suerte, el destino
es un enemigo invencible, violáceo, con el reino nómada
de anaranjado, en las extravagancias verdes del azul.
Bien pensado, para que seguir con ésto.
¿Qué interés hay en ello?. ¿Qué me importa?.
No soy pintor, ni escultor, ni siquiera sé escribir. Es más. ¡Yo nunca he existido!. Y el futuro me reclama.

Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Por vitrificarse (Anticuento Dadaista)
POR VITRIFICARSE
(Anticuento Dadaísta)

El apetito, en la cama, no ha sido vendido regularmente.
Se le encuentra a veces hablando solo, escondido bajo
la mesa o en el patio callado... Entusiasta del reposo.
Entre los árboles, estaba la comida fría.
El horno estaba de vacaciones y el café era de colores
brillantes, incómodo al tacto en su profunda vida interior.
La noche no despertaba, pero salía por la nariz de esa mañana.
Los párpados nunca escuchaban la luna del espejo, y se
complacían levantando unas zapatillas del cajón de las
pestañas. Las sombras al franquear los vidrios tropezaban.
Pasaban dos horas sin que el reloj lo supiera.

El suelo arrojaba todos los objetos que las paredes verdes
despreciaban descuidadamente, imposibilitando levantarlos.
Las alas se lavaban diligentemente los pies.
Y los calcetines discutían con el sombrero sobre la última
disgregación del perfume bajo la sombra de un olmo.

__¡Prudencia, prudencia!. No leas esto en voz alta.


Es difícil discriminar la confusión entre lo problemático,
y un tren desesperado nunca puede disciplinar las
primeras bicicletas que se le caen del cabello. Por lo demás,
la mesa ha cruzado los brazos y saluda a una taza enroscada
en la sed antipática, con el enmarañado aplauso comprado.
Cuando ésto sucede, las moscas de enero sepultan las calles
en túneles de alaridos excavados en las deudas que tiemblan.
Por otra parte, tal manera de actuar, curiosa y entretenida,
provoca a las arañas hostiles que han encontrado a la gente
indigna de confianza por desesperada e impaciente, sobre
todo por vender la paz en frascos y ensañarse con las cajas,
lo cual podría jugar un papel en la palidez de la tinta que
genera la ira del veneno. ¡Oh, domésticos sentimientos!.

¡El plástico llanto ya nada tiene que ver con el cristal!.

Por vitrificarse se quedó ahí, líquido, marinero en tierra.
Quizá recuerde las nubes, y los camellos consagrados al
delfín tomado de la mano y sin hablar...
Siendo así, no importa que tan lejos vayas, desenredar
la madeja solo se permite a las mentes brillantes, a los
espíritus de lucha y paciencia, de tenaz fantasía dulce.

Se ha notado también, que este tipo de lenguaje impide
la comunicación confusa en aquellos que lo ignoran,
además facilita el anestesiar a los fantasmas cuando se
les extirpa un lunar en la rodilla, por debajo de la calle,
y si se callan al regresar al pasado... Aquí también hay
un sentido de familiaridad con la recurrencia del rojo
futuro al sonreír al féretro que esconde un saludo, donde
los hechos tienen que ser registrados, luego retenidos,
y almacenados y después destruidos para ser vendidos
como nuevos. ¡Todo es tan monstruosamente tremendo !.


En los niveles altos es necesario amputarse la
consciencia,
limpia y responsable en lo mínimo que aún conserve, y
ello evitando los efectos secundarios al ir al baño, pues
la regadera es dogmática, preocupada y desconfiada.

La suciedad desencastillada no deja de serlo por traer
corbata, faldas de seda o sonreír a los aplausos vanos.
¡Si se vitrifica, todo está perdido!.

Si es así, más vale cuidarse de la vida eterna
más allá de la muerte a medias.

En ocasiones la culpabilidad enterrada es un
hecho en la astronomía, y el mundo lanza una
llamada de auxilio al silencio provocado, y a
la fuerza indomable que da la desunión organizada
y dispersa cuando intenta pensar por si misma.

El antiguo método de planear se ha vuelto inútil y
obsoleto, sobre todo con las propuestas del miedo,
en la emergencia de los préstamos que reprimen
severamente la configuración catastrófica de la
igualdad y justicia, considerada como una de las
culpables de la maldita paz que no deja riqueza.
El vitrificarse está tomando fuerza, gana en independencia,
se le ve caminando sonámbulo en el sueño febril de un
azucarado postapocalipsis de aluminio y drogas.
Una gran cantidad de materias primas ahora son
hermanas llenando los caminos salvajes de los encinos.
La especulación es más segura y se tiñe las uñas
largas en la competencia feroz por ser más incompetente.


No obstante, cuando el miedo descubre su debilidad
evoca las palabras, omisión y agregar, y recuerda
los
detalles temporales que demuestran todo, absolutamente
todo lo que rodea su permanencia tóxica en el poder vulgar,
con poco efecto sobre la fauna en la zona del epicentro,
excepto a cuatro mil metros de altura del cabello.

Así, como ha quedado dicho, todo esto es por ello.


Nada de que finalmente; Apenas está empezando.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Satisfecha la esperanza (Anticuento Dadaísta)
SATISFECHA LA ESPERANZA
(Anticuento Dadaísta)

Las escaleras cerradas bajaron por la puerta que
subía arrastrando los pies, mortalmente pálida y
terriblemente agradecida por aquéllo.
A los cinco minutos, se elevó de súbito el silencio
azul de las voces en el patio amarillo, y el agua
estremecida de miedo, olvidó el murmullo.
La tarde huía tras la ventana, pues el invierno
estaba cerca y no traía zapatos. En vano trataba
de ganar tiempo al reloj suspendido del humo.

Más allá, un momento alargado pugnaba por
asegurar la posesión de unas máquinas inquieto.
Una botella de tequila se presentó emocionada
y curiosa luciendo un traje de etiqueta, y en
aquel instante diríase que había visto el dinero,
pues un confuso estrépito de conjuros y exhor-
taciones brotó de la mesa.

___ Pensaba en su trabajo.
Turbando con ello la serenidad del desempleo
esperando la solemne ceremonia de un contrato.
A su juicio, la luna no debería cenar con la marea,
por la única razón de que ésta tiene un poco arquea-
dos los muslos y una máquina de coser ajena.
Tenía que recuperar la caja que corrió aprisa.
Allí esta el hilo. ¡Bueno para nada!.
Hace dos años que echó a perder todo, glorificando
una malvada cadena de azúcar fina.
Los dedos, inhábiles al principio, encontraron al
fin la luz en poder del techo, herido a consecuencia
de una caída, empuñándolo con suavidad.

El horizonte se hizo a un lado; un viejo río tomó
la delantera, la nieve, antes de chorro caía a gotas,
y un pino mal construido estaba borracho en la
superficie de la esquina.

___ ¡Qué tonterías son éstas!.
Las estupideces ahora vienen en paquetes.
___ ¿Qué haríamos si nos roban la pobreza?.
Ahora todo se vende, sería un gran negocio.
No me sorprende ver a los vendedores ambulantes
buscar su mercancía.
___ Eso lo sabe cualquier jurado calificador...
Los trabajos deben ser inéditos y ser de propiedad
anónima cuando llegue el sobre cerrado ; de lo
contrario el premio será indivisible, en particular
en cuestiones directas, comparándose con los
textos progenitores del grito que necesite un
pañuelo... ¡Considéralo!.

Pronto estarás muerto de la cabeza a los pies,
y colocado en el hueco de una mano tomando
a la vida por el talle. ¡Tallado en cada detalle!.
La curiosidad será incapaz de creer a tus ojos,
y al parejo de la harina que se apoya en la pared.

El día anterior la angustia llegó en un bulto grande,
y no hubo nadie que quisiera hacer un cambio.
La escena, enfurecida, empezó a fumar pacíficamente
pero seguía enojada golpeando las teclas sin excusa, y la gente aplaudía acalorada. ¡No comprendía nada!.
___ ¡La verdad es que todas estas mentiras suenan
agradables!. Se oyó decir desde aquel día.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  El secreto arbitrario...(Anticuento dadaísta)
EL SECRETO ARBITRARIO
(Anticuento Dadaísta)

Veamos. La textura de aquella música, si que fue inolvidable... Imprescindible por su didáctica.
No les voy a decir lo que puede contarse en
cualquier parte o escribirse en cualquier papel,
ni siquiera que sucedió alguna vez, en algún lugar
lejano, perdido en la historia de los tiempos; Hace solo un instante, dudando al hacerlo, si quieran leerlo hasta el final que pueda ser entendido, con el máximo esfuerzo, con pocos recursos y ninguna experiencia. Tengo la esperanza y la fe parecidas a un puente remoto, que presenta esta imagen en el único diseño que participa en la ronda de un peculiar relato que no lo es.... Aunque doblando la incertidumbre en tres partes iguales, es posible desayunar metáforas y embriagar al mismo vino que se fue quedando. Estando tan feliz de pié.

Resulta que el día era de gel desde hacía nueve
meses y todos lo sabían bajo la cama. En la
vigilia nocturna, para apoyarlo y convertirlo en una
forma de vida. Durante un tiempo se sintió más
fuerte, pero en esta ocasión era imposible, el
secreto era inminente, con la errónea idea de no
divulgarlo con el fin de preservarlo. Así que el
día previo, según dijeron, las noticias al despertarse
clamando su aburrimiento al desoirlas...


¨Detienen una casa por allanar un anuncio
sospechoso de batir el récord de datos falsos,
ofender a unos ladrones, insultar a unas cuca-
rachas, y agraviar a unos platos anulándoles
el hambre¨


No obstante, lo que más se observó y nadie estaba
de acuerdo, fueron las variaciones sobre el tema de
la ausencia. Tangible en la memoria y concreta bajo
la tierra. Si bien, la visibilidad mejoraba en forma inter-
mitente, como cangrejos en la arena al sufrir vértigo.
La parte engañosa que se debe recordar es que todo
era demasiado claro y evidente, y la tarea de recolectar
los es peligrosa y ardua, pues ahora se tiene que saber cuando la intimidad es una dictadora e intimida a la soledad con acompañarla día y noche, como un experto piloto de avionetas, en el espacio cubierto de moscos y en el marcado aletargado de los cacahuates.

Cualquier cosa era menos que arbitraria, por la fuerza de
la mayor de las obligaciones involuntarias y el espíritu de
trabajar en equipo, causando el mayor daño posible a los
compañeros indiferentes al despido injustificado de los
más experimentados desempleados, les faltaba además
el aceite de un mínimo saludo, y los motores dejaron de
funcionar. Estos son los que abren los huecos, los que
toman los candados como esclavos, los que obligan a
las montañas a escalar los pozos... ¡ Es necesario que
no lo sepan, ni siquiera después de ocultarlo al universo
del olvido !.


Nadie lo había notado, un camino a lo lejos saltaba con toda la impunidad de una cáscara de plátano apilando a los obstáculos furtivos, describiendo círculos planos sobre unos montículos de viento. A pesar de todo, la proliferación de la violencia era un completo fracaso, nada
podía acrecentarla, ni aún con los subsidios exorbitantes de las más ingeniosas intrigas, y las enormes dificultades para negarse a trabajar con los máximos salarios y tolerar la excesiva honestidad. ¡Todo arbitrariamente planeado!.

Sucedió que era un estanque, evidentemente con apetito surgido al encontrar unas gacelas demasiado tiempo perdidas en el poblado boquiabierto. Por lo que causó malestar, ver el espacio que le dedicaron a la nota, y ya no estoy acostado todo el día esperando la siguiente.
Gracias sobre todo, a la investigación más reciente para crear el mejor desconcierto, que pueda someterse a la quimioterapia sin usar la tecnología de la yerba seca.

Como no decirlo, imagínate el número de cabellos que podrían detener la caída de una persona sin combustible, en un bosque tropical y desayunando cocodrilos.
Todo era muy reservado, los rebaños cargaban la sequía de un pastor cubierto con las hojas de un agotado plumaje. Se requiere de una mente metódica para anotarlo y de una voluntad indomable para olvidarlo como el acero.
En el extremo inferior del cuadro, las ideas, son sin embargo, desconcertantes, carentes de un marco de confianza, y claro, hacia el desierto abierto de las suaves sombras.

¡Que sorpresa, de repente ya estamos en el final del secreto!. Este es resistente al tiempo, vive atrapado en la arena de un reloj de sol, educado con rapidez. En completa oposición a los cinceles fabricados por el sueño de las aguas, con la crema de los cables y el perfume digital diseñado automáticamente por el suelo de crestas afiladas como navajas, que despliegan las alas para aumentar la población de kilómetros fuera de las palabras de moda. ¡Arbitrario, arbitrario!.


El anochecer estaba en calma, sin intentar esconderse bajo una violenta vela que daba conferencias, tomando el pelo, y comprando aplausos en la esquina más baratos, además saludaba sonriendo y cobraba sueldo.
Decidí no saber más de ello después de quince minutos, en un paisaje silvestre al límite de sus posibilidades, con un aumento del fulgor urbano, pobre en los sufrimientos inéditos, y con la valentía de un ferrocarril arrepentido.
Porque sacar sangre a las piedras debería estar prohibido. Y habría que explicar la paz caída de aquella manzana.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Travesía de un fantasma
TRAVESÍA DE UN FANTASMA

Empezó con las ausencias que repiten su presencia, donde el olvido sale obligado del bolsillo incompleto,
con sonrisas y gestos serviles en las manos, y en las cercanías el honor desertor será fusilado. En cada noche la luna cuelga sus lágrimas, permanece quieta, unas pestañas agonizan en el viento.

La naturaleza, así, acaricia los fusiles no exenta de violencia, triunfal, cobra su cuota robusta. La cámara y los medios son escuadrones domados, cómplices del espectáculo.
La escena es tan común. En el fondo, acabaría por
aburrir la decepción del silencio, quemado en las
hojas de los viejos diarios. Es lo malo de ir por delante del pasado. El presente busca independencia afanoso, inútilmente, cándido e ingenuo como un gusano, explicando lo que ya se sabe, a su modo, desechando todo lo no deseado.

El nos ve lavarnos las manos, desmaquillar pesadillas, untar el pecho, ignorar el desconcierto, ocultar los secretos más evidentes.
Por fin llegaron. Era un lugar cualquiera bajo un cielo mecánico, invadido de sombras descendiendo lentas, trabajosamente, abatido, sin sobresaltos, simple espectador riendo en el balcón.
¡Eso no es más que un ejercicio de estilo, juego
calculado, pura bellaquería y basta!.
En la plaza la tarde duerme, el polvo con su voz
y diversidad no se le escapa a los viejos.
___ Amigo mío: Moriré como muchas otras veces,
tal vez ésta sea la última, he cumplido mi pena, ya no escribiré más.

La sangre seca había dejado de llover y olía a olvido barato, a vulgar noche comprada. La luz, era muy lenta, torpe y opaca, caía en los rincones del murmullo lejano.
Las ramas verdes azulaban grises, se balanceaban ahí, inquietas y las hojas desordenadas, secas, empezaron a cubrir su cuerpo. Fue fusilado al final de un largo viaje por la historia, dejó de parecerse a su abuelo y perderse en el rostro borrado que alguna vez creyó tener.

___ ¡No, por favor!. Ni lo pienses, la posteridad
es pura inocencia. Los equívocos de ayer hoy siguen
existiendo, imperturbables, con el vigor sutil más
calculado, más vulgar y ostentoso.
El valor, la prudencia y la consciencia limpia, arrastran su cadáver en el vagón de segunda clase, conocían perfectamente ese tren de humo tímido y pequeño.
Gritos y alaridos chocan contra las paredes y el techo, y van ampliando poco a poco su circunferencia hasta morir, ahí donde se cruzan pies y brazos y el deber se tambalea en el averno, arrodillado y tapizado de perdones y plegarias costosas, enjoyadas con ceniza.

La humanidad contempla su aliento sangrando, las
vestiduras desgarradas, y los labios enmudecidos,
han quedado sepultados en la confusión cosechada,
la maldad brillando, la crueldad y la injusticia rápida y arancelada expresan su gratitud.
El futuro muestra el engranaje que lo ha triturado
.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  M.E.T.Á.S.T.A.S.I.S.
METÁSTASIS

Padece y se detiene la tarde. Es pálida, como
la piel del otoño en las hojas, y duele al verde
del verano: Duele en los huesos, en el cuello,
en la memoria, en todo el aire y todo el suelo.

De repente, entre las ventanas opacas-- de un
vidrio en otros tiempos invisible, inmóvil por
años en la mirada y lento en los latidos-- salta
por la piel y destruye todo; Cuando se podía
amar el pasado, cuando se podía respirar al
oído. Es un cielo sangrante, sangrante como
una catarata, como si todas las puertas se
hubiesen cerrado, con espinas y con cuchillos
hambrientos sobre la cama y las sillas.

Es el ayer, lo que ha pasado, lo que se repite
abriendo heridas más profundas.
Por más que cambie el presente, por más
ropajes fabricados, eso persiste en las paredes,
entre los techos, bajo el suelo.

Se puede ver,
se puede escuchar el humo con párpados y
manos encontrando el abismo sobre el asfalto,
entre las grietas: Se pueden sacar grutas bajo
la piel húmeda, encontrando la sangre coagulada,
seca, negra, amarillenta que es, y sigue tan
completa al cerrar las cortinas, está tan fría, solo entre cada uno y ningún otro, que el recuerdo
mismo es una aguja y duele toda la vida.

++++++


Tenía miedo a morir, este cuerpo, esta voz.
¿Serían los mismos que habían soñado, qué
habían jugado con la lluvia, con la esperanza
en las pestañas?.

El callaba la boca seca. Una lágrima y un sollozo
eran lagos congelados y turbios, tan concretos,
que rememoraban crueles toda la angustia y el
estruendo que puede reptar sobre la tierra.
Aquella mujer tenía gracia. Caminaba lenta y
tierna, sus caderas no eran violentas, tenían solidez cálida, hechas de comprensión, de ágiles curvaturas y suaves movimientos.

Su mirada tenía voz, hablaba con sus pupilas y tejía sus palabras en crípticos diálogos a veces, no era lo común en tiempos espesos como en las esquinas y las casas. Pero ahora, ¡Qué desgarradora era la música, entre el tétrico silencio y el deseo de no haber nacido!. No obstante, estaba ahí, fragmentada,
confusa y ahogada en el interior de cada vena.
Pálida, sudorosa y muda, atrapada bajo la piel de
vidrios y tinieblas, como si apareciese disgregada
en un pozo sin final. Encadenada ahí, inmóvil en
la obscuridad absoluta.

¿Qué atrocidad piadosa se desprendía de las
angelicales alas caídas y anudaba sus pesadillas?.
Estaba disuelta en cada lágrima, vacía dentro del
peor abandono, indefensa, desarmada en la soledad
más dolorosa. Sus vínculos con el cielo y la esperanza estaban rotos, limados, eliminados de raíz.

++++++


Había perdido el aliento, había bebido el sufrimiento más amargo, el tiempo y el espacio perdieron su sentido, cualquier luz era más obscura, más allá del frío; El simple caminar era una desgracia. Ella dejó de ser, de existir bajo la ropa, dentro de cada hueso, gris inerte,
sentada en el piso la mirada sin brillo, mientras él, allá lastimero, se ocupaba en tratar de entender lo imposible, lo incomprensible, el infinito de la noche del alma, la eternidad simple. La sinrazón de todo lo pasado.

Con solo cerrar los ojos aparecía sonriendo, y su voz mecía el sabor del aire, del aroma en la cocina, en la recámara y el patio sus pasos escuchaba.
Ahora el silencio helaba, ¿A dónde lleva la fe perdida,lo celeste desconocido, lo sagrado yerto, ingrato y perforado?... ¿Qué fuerzas tenebrosas y que laberintos se tejen bajo la cabellera de la existencia?.

¡Todo aquéllo había estallado, un mundo amable, un
suelo más firme, más fértil, un sueño posible, respirable,
armonioso!. Con la paz en los zapatos y el pecho.
Inesperado, intempestivo. El aire era fresco, la brisa clara. Las sonrisas puras y el palpitar alegre.

¿Cuándo dejó de ser, y cómo?. Aunque... ¿Quién se puede atrever a decirlo, a expresar el profundo
desconsuelo, y que en algún sitio la esperanza esté
viva, segura, sin mancha, más allá de la soledad, del otro lado del llanto.

++++++


El hielo comienza a elevarse, el humo es pesado y espeso,
los techos arden, las ventanas son puertas al abismo, y
usted se ahoga, oye los disparos, tiembla, el vacío se
apodera del vientre. La cabeza da vueltas, duele.
Paredes, sillas, mesa, vasos, platos, ropa, juguetes, todo
huele a muerte, la calle es un inmenso túnel, todo obscurece.

Usted es un manojo de nervios, se enreda, tropieza, no sabe
que hacer. Luego el asco la cubre las ideas, los cuerpos
deshechos, la sangre gotea, corre, se seca, huele a olvido
impotente, sus manos perdieron el aplomo, está desarmado.
Pasan los meses y los recuerdos son inevitables, el olvido
se compra, se fuerza, se le ignora en mil formas distintas,
pero de cualquier modo, no produce mayores cambios en
la intimidad genuina, verdaderamente consciente, con la
sensibilidad en el alma y la memoria.

Los vestigios de un mundo aniquilado flotan en el tiempo,
en el aire, en el agua de cada lágrima seca, en las sonrisas
perdidas. Inopinadamente surgen las ausencias sin nombre,
y los huecos petrifican el aliento, las imágenes sangran de
nuevo. La represión se disimula aberrante, se insiste en las
apariencias de fiesta, de espectáculos distractores, de
negar el desastre. ¡La consciencia podrida!. Es la metástasis.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  El descuento perdido... (Anticuento Dadaísta)
El descuento perdido
( Anticuento Dadaísta )

Era la tercera vez que decían lo mismo,
de una forma tan diferente, que casi todos,
dudaban que fuera un engaño, planeado
falsamente con mentiras verdaderas.
Contaban la historia conmovedora, y de
un modo seductor, después de un amplio
resumen de las vagas circunstancias; Las
palabras fueron fuertes, claras, aunque no
dejaron de ser contradictorias, lo que
finalmente fue de la menor importancia.

Sucedió a un hombre que escribió su vida,
abarcándola toda de una ojeada, con los
detalles pequeños más lejanos en vastos
espacios, y grandes masas que no permitieron
olvidarse de los objetos indiferentes, y giraron
en torno a los acontecimientos, con todas las
formas, y matices que un lector pueda imaginar.
Afortunadamente no hubo ningún distraído,
ni mucho menos cuidadoso, como parece ser
lo más común, y corriente en las épocas que
vivimos, más allá de las ventanas de la propia
casa, y a pesar de los numerosos acompañantes
empaquetados en trajes oficiales.

Por otra parte, suponiendo que ésto fuera así,
todo quedaría explicado, y averiguado en la
totalidad del individuo que nunca existió, y
en la forma particular de su esencia interior,
quedar reducido a un simple caso de confusa
abstracción, y de manera inmediata unilateralmente
representada. A esto hay que agregar, que cada
uno entiende las cosas según su criterio, aunque
nadie creyó tener la razón absoluta, así que todos
lo aceptaron sin discutir, es más ni siquiera intentaron entenderlo a medias, y dentro de la fuerza que palpita en su vegetales sonrisas como agujas magnéticas.

El escrito al perderse solo dejó en la memoria, una
especie de tema de la vida, donde se describe a
diario lo que la muerte niega, una verdad a medias
dicha en las sombras. Y terminaba diciendo:
Por eso he escrito los sueños que no soñaré nunca,
ni recordaré los olvidos que no han llegado, ni dejaré visible la pesantez o la electricidad de las emociones.

En sus últimos días escribió un metro de letras donde las palabras ayunaron del primer sonido caminando bajo el suelo, arriba de la mesa, entregado a la inspiración de su corta vida con el perfume de sus pasos de terciopelo.

Esta sección es quizás la más adecuada para colocar
las rodillas entre las alas de su pluma que espera ser leída cuando se encuentre nuevamente la cuarta vez, para repetirlo entre los fragantes arbustos de las hojas perennes, con la veneración por el olvido forzado. Así, que descontado está el contarlo.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  La Hiperverdad
La Hiperverdad
(Anticuento Dadaísta)

Nada de que había una vez por allá, corrió el perfume,
nervioso saltando, entre un librero al vender su pescado
tan alegre, desayunando al fin de la fuente, un algodón en
la punta de la tercera luz cavernosa, siempre malgastando
las preguntas al desnudar el progreso sin desearlo, parado,
por la belleza del dulce humo ensayista, que muy bien sabe
de cualquier parte, tan peluda como la nube en que está la
mañana, con la naranja del atardecer al caerse encuerado.
¡Quién lo dijera!. Por la prosa del corazón hecho un pelado
dramaturgo, con todo y sus uñas azules.

Pero, no le creas al cepillo dental de la camisa bordada con
púas, y el fruto de los años en la cama tardía, que adquirió
un hombre de arena en la esquina con disfunción rigurosa,
identificando a los himnos del mamut, eréctil entre saliva,
esencialmente siendo la mesa una masa de palo al mes, en
la orilla de la humanidad metafísica con la blandura.

Pues no logramos salir de la época en el primer acceso de
fiebre, ni caminando en la ilusión total del triunfo húmedo
al comienzo muy mutilado. Nunca antes había sido bebido,
ni menos explicado al armadillo de los ojos café con leche,
quitándole un poco de azúcar a la caña que por ahí pasaba,
por el pueblo, según fue señalado antes del camino alejado,
minuciosamente elaborado con ingenuos postes de luz,
observando las hojas bajo el agua. ¡Claro que no!. Todo
estaba tan oscuro bajo las piedras que ni un pequeño león
se hubiese atrevido a soñarlo.
Afuera los ladridos eran cada vez más amarillos, y hacía
viento, pero seguían comprando al corazón bellos poemas
que se agotaban rápidamente, eran especialmente ligeros
con unos harapos vestidos de letras, y luego fermentados
con mil versos desesperados por ser leídos, especialmente
cuando desnudaban el último fracaso del zapato en la noche
con las primeras lágrimas sin sal, y con la ventanas en oferta.

Así pasaba... Nadie lo esperaba, el miedo a no morirse pintó
un suspiro, tan tranquilo por la calle sin cáscara, ni dejando
el teléfono colgado del baño, repitiendo el año de la factura
del sapo, conocedor del papel higiénico, rugiendo por las
axilas del último zorrillo con diarrea al espinarse una mano,
en el congreso de los músculos endebles, y los verdes literatos
moviendo el rabo en las cuestiones de arte tejidas con manteca.
Pero. ¿Cómo decirlo?.
Ninguno se dio cuenta del mandril en la silla hablando,
hasta por los codos, de la más grandiosa hiperverdad
de sabor aeroespacial, y con toda la fabulosa novedad
que lo ignoraba, voluptuosa por el aire,
donde se manejaba el pedal del hongo, con tanto respeto,
escuchando las mentiras más recientes de los gusanos,
y desde el piso sonriendo, con los aplausos antes de
levantar el dedo. Finalmente, nadie le creyó a la enorme
estufa, por la marca que vende una vaca. ¡A pesar de todo
!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta