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Sobre la áurea urea que airea la ira airosa, que trina espinas en la esquina de la inquina, en el recodo del codo acomodando Cuasimodos, rehila un sueño el ornado mustélido impretérito. ¡ Cómo brisas del pan sin el costal y su mortaja ! ¡Sí! ¡ Como avutardas insaciables en el trigal ! Lamen ellos los ejes ancianos de la historia, que chirrian entre rodamientos ignotos halos del néctar putrefacto. Porque no por transnochar las copas de unas chanzas burdas lavamos lo luctuoso del pecado, ni la mirada del menesteroso que escondemos.
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Poeta
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En el sol que despilfarra escondrijos de lunas, detrás de la catarsis del gusano de seda que hila capullos sobre una miel de letárgicas alas, ¡ sí ! ¡ arrullo de polillas, barullo de gavillas ! se ensalza nuestro tiempo detenido, el centímetro angosto, el plásmido del futuro que busca mestizarse con el espacio. Porque si bien aún considerásemos un caballo esférico, hueco y sin rozamiento, las predicciones del modelo estocástico son aún mas crudas, ¡ y ni hablar de su sustancia ! Y si el marcial marchar de la sangre en nuestras venas, cada día más angostas por fuera pero más engrosadas de triglicéridos por dentro, careciera de la rectitud que la ocasión amerita, entonces consideremos un libro de páginas en blanco, para que nosotros mismos le labremos sesudamente un aquelarre de babosadas incoherentes, pomposas y sin el pulso de la descarnada humanidad que probablemente ni conocemos.
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Poeta
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G.R.A.N.D.E.Z.A.
(((Texto Meorrealista Hiperdimensionalizado)))
Sin que usted considere el devenir del paramecio alcoholizado meneando su aguamarina brizna seductora a la ameba, porque arqueado el universo se asquea, señor lector, de sus linealidades encefálicas, cansado que pelafustanes sigan bajándole la luna o algunas estrellas a una mujer efímera en un poema pueril…le explico entonces como se ingieren verdades
con un texto meorealista, prosa galante, intelectual, prohibida para los axones que sólo le hacen sinapsis con ese hiperactivo coxis.
Porque las guillotinas apergollan degollados que engullen sin gollete, floretes que escasos florean en el brete de ratones misóginos defenestrando gatos insanos, ¡ carcomidos por el gusano del tiempo !, porque cavila el nematodo en el surco de putrefactas gulas que dibujan en el desacato insensato de sus pellejos, sin el azul eléctrico del terasegundo del fotón fofo y filigranado, porque el tiempo es libidinoso frente al circonio cuántico de la duda.
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Poeta
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Entre sus furibundos vaivenes de yos, superyos y ellos, ¡ tríada despiadada, hegemónica de sus acciones ! el mnemónico alienígena pulula esferas celestes y sociales.
Cayó sobre el planeta como larva inusitada del último cometa. El espejo sólo ve un cíngaro estelar, afogarando guisados ponzoñozos, deliciosos y prohibidos, formulando encurtidos pero resurtiendo cuando conveniente.
¡ Oh, tarsos de barro ! ¡ Oh, alienígena pircado entre meros mortales ! ¡ Tu planeta se ha jamerdado de millones como tú, que hoy nos visitan ! ¡ Cayendo en el congosto de la galaxia, mundos miserables y solares !
Marchas esclafando a los simples terrícolas con tu aullido interfecto, ¡ infecto ! consuegrado con vinagres, la antimateria y una enana roja. ¡ Oh, huesos circónicos ! ¡ Seremos como tú en algún futuro ! ¡ La belleza jocosa del pelado cable y el tornillo suelto !
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Poeta
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Fueron los dos meses quietos de los jazmines (en mi inmovilidad de polen). Escuchando a tus manos aprendí los rezos que diré cuando caiga. Pero estás ausente ahora. Entre la madera y la piedra del pecho, un liquen hundió sus pesares. Mis manos serenas sacaron del piano melodías de teclas desvencijadas. Fue sorbo de lluvias de Enero, aceites de jazmines grises enmarañados en mi cabello.
Pero en vez de tanta letra emperifollada, no sería mejor pregonar…
Te fuiste. ¿ Y qué ? ¡ Hay que pulverizar la ortografía del poema, borrarle el número al pasaporte, desetiquetarse en la próxima tertulia, crearle amaneceres hippies al aposento, burlarse del comisario gordo y usar zapatos de tan cómodos, payasescos !
Pero conozco algunos, que lustran con fruición sus trajes (nada payasescos, de etiqueta) mantienen precisiones caligráficas, reprochan los errores (endo- y exo-) y ante la duda, contemplan con gesto adusto el poniente, no sea cosa de inventarle colores raros. Son los que te esperarían. Están cuerdamente amargados.
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Poeta
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En la blasonada mentira de la sangre espuria, como cáncamo de ojo ciego en su giro aturdido existe la orzaga del pobre tallo henchido pintarrajada en flores verdes de penuria.
¡ Oh, bastardo andar de fardos mal versados ! ¿ Hasta cuándo tu nasardo que estrófico lacera ? ¡ Redova que no es mazurca, saliva para bocera ! ¿ Crees que chirlomirlos alguna vez serán loados ?
La corpa no se talla a borbotones guturales, ni vale un duro sin sus vetas refinadas. ¿ Es la alfarda el diezmo de las arcas ?
Hoy la calacuerda grita arcabuces bestiales, agotada de las lisonjas desgoznadas. ¿ Por qué sigues Cervantes, preso de heresiarcas ?
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Poeta
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¿ Envidia dices ? ¡ Tamañas pretensiones del que apenas llega al borde emperifollado de la elocuencia de azúcares algodonadas ! Porque más pueden arenas sobre la eólica fuerza de las verdades indiscutibles, más que la bucólica de estas escaramuzas de mensaje perdulario.
Como el jacinto que atrae al zurano que con su abono ensilvece la letra podrida, te acercas en rechifles parkinsonianos con mensajes que son minuendos de la sangre del moderno poeta: son guarridos (de niños caprichosos, no de zorro viejo) que rechinan el colmillo del lector más desmarrido, son sólo trascuartos del portal cervantino que enamoró al mirto, al nogal y al arce poético del prohombre.
¿ Envidia ? No te apersogo a la bestia de los delirios que derramas con la soltura de zorzales cluecos, porque el trino suena bello cuando el miope no ve mas allá del cartón pintado, de la pompa que nunca tendrá belleza icástica. Soy atahorma de prestos tarsos lacerantes.
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Poeta
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En la aguja quebrada por el flogisto de las burbujas del olvido, en el soslayo de la mirada en la que imbuyendo mentiras el exarca de los sueños planea su macabra urdimbre, existe un cerco de ideas espinadas pero atractivas, ¡ como ortigas nauseabundas pero seductoras ! ¡ cómo ásciro que busca un pie desnudo que ya no quiere ser virgen!
Es que la juarda no se quita con una sola seda: mil casquetazos de satén harán falta como mínimo. Entonces empieza a tejer tus horas vilordas con la chispa reencontrada de tu albur, otrora invencible. Deja que el cacarro de tu pluma y el trispasto de lo aprendido reinen otra vez tus escapes creativos.
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Poeta
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¡ Oh, sagrada tierra ! Baila el coribante humos, danzas, piras, mis soles impuros, pecados gimientes, abúlicos anuros que tristes retuercen los lienzos brabantes.
¡ Embrujo hasta el árbol sin que se agarbance ! Conquisto los cielos, ¡ sagrados coluros ! Junto a tí mi valle, haremos conjuros ¡ No tendremos el sol que a la luna enance !
Sobre la estora de mi carro brujo cuelgan los colgajos de mis vidas plenas, ¡ desurdo las telas del verso palurdo !
Lejos en mi monte las conciencias crujo remiendo pasados de firmes melenas pasados de un mundo felizmente gurdo.
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Poeta
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¡ Oh, esféricos que enalteces ! ¡ No son tan titánicos los tuyos que cargas ! Y ahora (con eso aclarado) naveguemos hacia la mesopotamia de las letras. Olvidemos tus últimas de estadio futbolístico.
Puede el águila faenar corderos, sobarcando hacia su nido el hueso malhadado. Puede el ocelote otearse en jaguares frente al espejo convexo de la adulación inmerecida. ¡ Oh, somorgujo del pincel de plumas imaginario ! Si supieras de la estela de ojos carihartos detrás de tu tinta que esponjas sólo atilda.
El hielo del cardo en tus venas te ha derrotado, mergánsar de la arrogante deferencia, desbocando a toda brida las fieras escondidas bajo tu cuero mustio. ¡ Oh, metálica lluvia de sapos entristecidos ! ¡ Oh, numismática de bronces desteñidos ! No salpreses lisonjero el verso ajeno que no quieres realmente.
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Poeta
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