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La sinceridad en el pecho, inevitable, en el fuego del amor puede que se plasme mi rastro, más yo habré doblado cien esquinas,
es como que uno debe conservar la obligación del inicio, pero preguntarán a la mariposa por sus ancestros e intentarán convencerla de que todo tiempo pasado fue mejor,
bohemia la ciudad no sabe aún que la libertad mal aprendida se prostituye calamitosamente,
la excepción del enfado corresponde a la falta de respeto,
desde el suelo se aprende, y se construyen citas con la realidad, pequeñas aunque prolijas,
entonces irrumpe la ética con perfecto placer, y su boca ensangrentada que no abandona el verso, otorga y señala la ignorancia, más yo habré doblado cien esquinas,
la prosa para celebrar dice que la máxima verdad de una guerra es la primera víctima, lo de más se acopla naturalmente,
quizá la verdad sienta que su trabajo es inútil, de hecho habrán fluido pensamientos equivocados que no seleccionan la demanda,
y seguirá pedaleando el anhelo en busca de su meta, y seguirá alguien sosteniendo su corazón con perfectas caricias envidiadas,
el realismo descarnado continuará entregando experiencias y entrevistas salvajes al crucifijo, más yo habré doblado cien esquinas,
un fuego encapuchado habrá derretido las aldeas de la razón en un agitado murmullo,
la fascinación de la mente nos regalará una ilusión cada día con el color de la noche,
somos la víctima, pues en el mundo de la mente no hay opciones,
las ruinas del control son un total descontrol, más yo habré doblado cien esquinas,
a oscuras tendremos la habilidad de hallar el blanco y el negro de nuestra memoria, los recuerdos renacerán haciendo la consciencia en una consecuente ocurrencia,
la mente será una ciudad rudimentaria agonizando y cada día más cerca de la muerte, solitaria y avarienta,
quizá sea una encrucijada despiadada a las puertas del corazón mientras nuestra carne de grandes ojos soporte y envejezca, más yo habré doblado cien esquinas,
juntaré mis días escondidos para contarlos en un efímero instinto pues cada sendero tendrá su propio idioma,
y esperaré, porque esperar tiene un sabor especial... es esa mirada fértil, provocante,
enfrentado a la ventana de la vida dios no preguntaría cuanto gana un hombre sino cuanto vale su consciencia,
puede que proseguir lleve a las memorias a mecerse donde quieran oyendo un gorjeo de estación sobre extrañas corrientes, más yo habré doblado cien esquinas,
tanta rivalidad se desplomará en la cruz del altar cuando estremezca su grito ese amor de humildes que triturará un quebracho a la hora de la cena,
en el ocaso del hombre un otoño quizá se cuelgue de los párpados detestando retirarse, hasta que alguna sonrisa amiga haga sus magias en el final de una tarde y brinden sin hambre el individuo y su fervor,
... más yo habré doblado cien esquinas.
Joprge Rosso
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Poeta
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La espera es ausencia mortal, el la mueca del tiempo donde el cuerpo alcanza su plenitud disfrazando un principio incumplido,
la espera es ansiedad, es una amiga perversa que excita al viento y recorre el mundo con ojos de horizonte,
la espera es la incomprensión, es una frontera desnuda que no se deja ver, es un baldío en la intemperie de la piel,
la espera es una apócrifa libertad, es la imposibilidad de cerrar los ojos y perder la cordura por un instante,
la espera es un tiempo indescifrable, es estar sin estarlo y entregar sin entregarse, es tiempo programado sin volver,
la espera es el anhelo que no existe, es la transparencia absoluta pintada de marrón cuando la horada la mirada,
la espera es un momento en replanteo, es la búsqueda inacabable de uno mismo frente al espejo indolente que a diario inventa una mentira,
la espera es una terquedad indigna, es la inlucidez ignorante que mantenemos vigente entronando a quien sabemos que no va a volver,
la espera es un silencio perdurado, es la sed impaciente del espíritu por compartir en su momento lo que aún no ha sucedido,
la espera es un amor que no corresponde, es la negación áspera que emana a contra beso desde las piernas de la vida junto al vino que la seduce,
la espera es un lecho de lágrimas, es un lugar donde la emoción y la tristeza parecen hallar su felicidad con ideas diferentes,
la espera es un sendero de penumbras, es una poción a la que alguien recurre cuando los miedos atacan desde el desierto de la soledad,
la espera es una lluvia intensa, es un acople a lo diáfano pisoteado por las sombras que intentan cercenar la luz de una mirada,
la espera es el andrajo del alma, es ese implacable momento que profana y subasta los últimos minutos del atardecer,
la espera es un arraigado corazón, es la intriga y la incertidumbre de un más allá cargado de esperanzas que creen y esperan.
Jorge Rosso
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Poeta
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Al desflecar, mi mano, la palabra, la palabra tirita su secreto, el secreto triste del otoño que sangra en jirones soñolientos,
enrosca, el viento, la barbarie y miente un impulso que amamanta la razón, el día invita a prolongar su final oblicuo, y andando, el deseo fugaz, alumbra entre la brisa y las mareas,
mascullando la voz de una guitarra, la guitarra ennegrecida por las nubes, las nubes aliadas y alejadas, me dan la espalda y acechan el orgullo, traspasa el frío la burbuja que me curva, y vuelvo a recordarte esta inmensa vez, la mañana soltó la lluvia desde su estómago violento como las bolas del azar,
y allá vamos, calmos como terneros con nuestras piernas desnudas hacia la quilla del amor,
entre un revuelo de olas y de velas pintas tus alas en mi cuerpo libre, sacuden tus brazos un extraño vuelo y te instalas la tarja del amor insomne, los ojos se entrecierran y lloviznan en sus cuevas oscuras e insufla cálido el jinete puntual, ya caen las hojas y las horas, la sombra desmenuza la palabra sin sonido,
y entre el cielo de truenos, me queda este recuerdo que levantó su cabeza, soltó su grito y se apagó.
Jorge Rosso
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Poeta
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Desde la sustancia de la médula parece flotar esta magia hundida en el silencio del aire,
en esta tierra con párpados de barro,
como pájaros de invierno y ojos de niebla se escapa el pensamiento y el sonido,
bajar la vista y hallarse entre raíces en una penumbra desnuda como tú,
mientras pinta la luna todos los paisajes tuyos, cuando rompe la atmósfera y la luz desgarra la garganta y las dársenas del alba,
y haré brisa con mis manos y mi pulso, solo dime si en el sendero funerario de mis ojos se rehace el equilibrio, esa abstracta magia que antecede lo perfecto,
simetría en movimiento desde la holgura del alma, en las tabernas del ansiado movimiento solo tú, y la oscuridad donde agoniza la palabra,
mariposa desnuda, danza sobre mi piel, has la medida de mi ser en el espejo de tu suelo,
limpia mi soledad con el arte de tus manos y sóplame una canción de bruma,
brótame un mundo de nieve para elevar mis andrajos con la flor derretida y plántame un retoño en la caricia trovadora,
has que brille la noche en el fulgor del reflejo y recorte la figura de tu cuerpo,
menea este centauro ruiseñor que en el hechizo del paraíso no habrá son ni dolor.
Jorge Rosso
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Poeta
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Hasta la próxima esquina donde la vida se detenga, donde se hagan materia los sueños,
donde un ángel me regale su mejor sonrisa y en un bálsamo me recuerde la flama del corazón,
donde se junten las manos y las bocas se fusionen, donde un chelo nos aturda con dulzura,
donde las palomas liberen su gracia y su vuelo, donde la poesía sutil nos demuestre el sentimiento del alma.
Hasta la próxima lluvia donde renazca el amor que anhela su otra mitad, donde de un cielo que llora caiga el milagro de una estrella,
donde el silencio solo exista cuando descanse el viento y algún poeta con su simple canción nos divague la cabeza,
donde la lógica deje su poder a la demencia divina, donde los esteros del amor permanezcan húmedos y los deseos no embauquen la pasión,
donde los pies descalzos se topen con las blancas arenas y no lastimen su impaciencia, donde la flor conserve su prestancia.
Hasta la próxima sábana donde la penumbra me sorprenda con mi mano en tu cintura, donde la palabra soledad se adormezca y no moleste por un rato,
donde la estúpida mentira agonice y no entorpezca la llegada de la paz interior, donde florezca la sublimación de los seres,
donde las ventiscas cerca del mar disuelvan las neblinas del pecho y se introduzcan a sotavento todas las verdades esenciales,
donde el pájaro nos cuente el secreto de la luna en su cuna de cristal, donde las borras del corazón no hagan mella en sus senderos.
Hasta la próxima historia donde un redondo sol se duerma engendrando una llama en el cielo, donde como por encanto las campanas repiquen como pianos,
donde no existan los héroes y la igualdad desde la colina marche en un continuo devenir, donde se dispare la sangre entre orgasmos y gemidos,
donde las mandíbulas se carguen de sustancias y cada principio obtenga su final valiente, donde derechas e izquierdas se crucen en un ritual de firmamentos,
donde remendadas primaveras hablen del otoño y entre sublimes pensamientos inundaciones y sequías hagan las pases, donde por fin niños y sonrisas conjuguen un bienestar de paz.
Jorge Rosso
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Poeta
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Estoy parado en el barranco de la tarde, mi cuerpo espera por ti y se deshace,
una sola penumbra dentro tuyo se refriega en soledad meditante al tiempo que me erizas,
todas las letras son un vacío ancestral cuando te abres para mí al borde de la espera,
y dónde está el pudor cuando el amor nace si los hijos del amor se recluyen en ti?...
y dónde se ocultan las aguas de tu cuerpo cuando mis labios lo recorren con sentencia?...
esa tintineante piel desflecada y entregada a la sola pasión de nuestros sexos desnudos,
todas las arterias se degüellan estrepitosamente entre caricias hasta el punto del indicio,
tu, devoradora del pecado, has hecho de mí, un hombre de nada ni nadie, has permanecido asida de mi sexo y de mis muertes,
y aquí estoy porque he latido, despertando en el interior de tus tormentas, impregnado de ti y dentro tuyo, hermanando el polvo de tu sexo que derramaste en mis encías,
una sola multitud de voces me llama desde el centro de tus senos tambaleantes y traduces con los ojos este enjambre de piel,
ardiente el sendero de tus nalgas húmedas, vacilantes, cual si fuesen crepúsculo de sangre que irrumpe entre mi sangre,
a la vuelta de un día viven todos los recuerdos, y a la vuelta de tu cuerpo se derrama mi esencia contenida, sosteniendo la voz de la trompeta,
toda la miel dispuesta entre tu vulva, sin obstáculos ni gritos, sin sonrisas sumergidas, solo mi lengua transparente en tu clítoris erecto y las nubes incendiadas,
tus pechos en mis muslos, tu boca en mi sexo, gimen los minutos en la garganta del diablo y divulgan la fiebre calcinada,
a toda marcha, compañera desnuda, la carne del amor desata las formas tuyas y mías enclavando sus mástiles en un punto por donde se ausentan soles,
las lenguas se entrelazan como ausentes a todo, las manos merodean la piel en sentido endemoniado de lunas y de vientos, los sexos se inmiscuyen en aquellos rincones donde no se admiten los secretos,
todos mis pliegues tuyos, todo tu llanto mío, y los cuerpos mecidos anocheciendo propósitos lentos, imprudentes,
en este cielo de principios incesantes he bebido todos los jugos de ti, y habrás calmado tu sed con mis fluidos, habremos ceñido las frentes y apretado los ojos hasta incentivar un granate estremeciendo la piel de los silencios,
mis dedos habían ido por tus ríos de fiebre al comando y a la orden del gesto inmaculado, y a la hora de cruzar nuestros espasmos no tardaría un amanecer más,
hemos vivido uno en la desnudez del otro, habrán penetrado tu cuerpo partes de mí, hasta nacerse en algún camino fronterizo,
canta aún mi corazón entre tu carne y entre el reloj y el calendario vive nuestro mundo consumido de orgasmos, todo el mar arrasado por nosotros cuando ya trepa por la lluvia la luz original.
Jorge Rosso
http://www.flickr.com/photos/conejo721/
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Poeta
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I
El tiempo liba como un milagro cuando huyen los pájaros en una trivial bandada, y fértil, la risa del cielo entre los árboles, busca a palmas, los labios bajo la humedad de la tarde,
cuando mis cinco dedos cincelados confunden del bosque estas hojas truncas, y el otoño cruje en los sueños de amante, se suicida la lengua, confluencia certera en el confín de mi piel, hasta el instante en que tu boca se desfogue,
II después de la lucha que mis vértices conceden, hay más que una palabra de muerte, una derrota en el sendero de la calma convoca a este antiguo jinete, y el tiempo de largas piernas con sus gemidos cobardes, ahonda la nostalgia de las manecillas del goce,
lejos, lo permanente es el amor, la cresta retorcida donde todo resbala y las ventiscas rechinan, hace eco un suspiro y nace antes de la agonía, hasta el instante en que tu boca se desfogue,
III
el grito hace silencio hacia las tempranas horas de la lluvia, la tempestad solo existe entre los pechos arqueados, y estos pobres músculos hasta su holgura en las sombras bajo la sábana dócil, relinchan,
y cuando ya se despide la víctima interna, dentro de mis huesos, desciende fugaz tu boca de halcón buscando en mi tumba un principio sin fin, que disgregue la cristalina verdad, hasta el instante en que tu boca se desfogue,
IV
el destino ejerce su magia y nos conecta con sus brisas y cúspides, los hombros y los muslos anónimos inventan el espacio en un acribillado enjambre, y forman un lamento las gargantas nobles apuntando al cenit,
expuestas las heridas de azúcar arrastran un recuerdo, la vida es una soledad acompañada y en el lago del cuerpo, solemne y diáfana, la mirada del vino habla azorada en su capullo incandescente, hasta el instante en que tu boca se desfogue,
V
la lengua marca estas huellas hostiles, hace la sangre y la fina cáscara desde la dentellada blanda, mueren la voz y la lágrima cada vez y fuerza una segunda batalla este día con tonada de himno,
y dice adiós el encapuchado sol que se diluye, haciendo sombra de tus labios sobre mí, desnudo demonio pintado de arco iris junto a mis restos en cruz horizontal, mientras todo existe y vive, hasta el instante en que tu boca se desfogue,
VI
veo a mi tiempo asesino jadeando, tu espasmo de mujer se esparce en mí, yagas absolutas describen versos y tientan a ciegas el carretel del misterio, tras la luz y bajo el agua toda una extraña corriente,
suena tu campana a lo largo de mis dedos y se desploma la sonrisa que nutre tu boca, a través de la flor, empapa mis ojos el lado más sutil de tu rostro, hasta el instante en que tu boca se desfogue,
VII
en los polos de la piel y en esta intemperie interior donde duermen los mirlos, la seducción apacible brinca purpúrea como una guarida donde asoma la sal, en los pliegues y en esta planicie nuestra, inicia un recorrido táctil el desprevenido tiritar,
y es así que los volcanes copulan a ritmo de los cuerpos que devoran el sentir implacable, arena de los vientres movedizos que arrasan la locura y asciende despavorida la miel que se modela con las manos donde la caracola murmura, hasta el instante en que tu boca se desfogue,
VIII
puedo olvidar la tierra y temblar sobre tu pecho, puedo palpar estas manos que me eligen, entonces, con cimientos por piernas, este hombre de oculta mirada y no más que plumas en los bolsillos, araña el ardor celeste sobre la raíz en aquél pubis indigesto de la madia noche cuando en él me hundo,
padezco la armonía frágil y la curva que te plasma lamiendo el susurro que nace en ti, robando el sabor y el clamor del espejismo pegajoso donde calmo mi sed para dormir atrapado en tus piernas, hasta el instante en que tu boca se desfogue.
Jorge Rosso
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Poeta
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Cuento de penumbras y días varados, en mi cuerpo el quejido del mar, una imprevisible lógica, y algo estalla en el camino gris extrañamente ancestral, ejecutando sus dantescos brillos, escaramuzas, luego, apenas un goteo deshilachado y vacío, como si un nuevo recurso me negara el milagro del sustento, desvanece el ahora, se desliza raramente, se menea, como el diluvio y el infierno, voladura de tul, dulce veneno triste como estas palabras rústicas, y un suplicio poético, misterioso y húmedo brinda su fiesta en el cielo, quisiera cantarte y disolverme en mi cúspide sin esperar la decrepitud, la lágrima es mi completa lucidez, detona una revolución y se somete al hechizo, un universo se estrella y se agrupa, renace un río en la esfera más allá de los ojos, una lenta languidez, ancestros de emoción y deleite, una semilla fluye y trasciende sobre el fruto sangrante, y en la mejilla del cielo la carne partida, insípida y tosca, se derrama con su voz larga y vehemente y cierra sus mentes la memoria, cincela la huella la dama húmeda, cava una tumba en el pecho y despliega un aullido, la muerte, convive y se debate, y naufraga en el lecho de los ojos, asesina un suspiro el paisaje de voces secas y rechina, iracunda, la verdad, gime el viento en los bordes de la aurora y arrastra estos restos de llanto, ya no hay diluvio ni infierno, ni siquiera tu amor.
Jorge Rosso
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Poeta
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El viento que detiene los golpes castra una serpiente, lleva consigo una fecunda burbuja y el invierno entre los árboles,
atmósfera desnuda que consume el mundo, un dios de piedra fija la mirada y es un tiempo de estación hacia la vida que no tiene párpados,
tambalea la razón en alguna habitación, se destruye y se hace polvo junto a la tenue luz que recorre los pliegues y las cumbres,
construye magias de madre, impulsa un corazón que conoce desde la memoria de la tumba y se despoja a sabiendas del mar,
vive dormida en un silencio de gritos, presta, aunque se desmembren las fuertes pompas aguachentas del cielo, sostiene una única verdad equilibrada en gestos y se desliza, la razón, por las aceras del impulso asumiendo su forma exorcizada y brillante entre el bullicio sórdido que ofrece esta mágica vida,
afirma la calma entre los dedos y despliega sus células, ávidas manos que evitan una guerra sobre la piel del hombre borracho de amor, la razón disuelve los confines de una duda sin dientes, se aferran las dunas a su dibujo inmaduro,
deslumbra, ahora, en su lecho de algas la precisa audiencia por alguna noble razón que devora la tierra, sabe la desgracia del viento en su nuca, aquél que responda cuando el sol segundo caiga del paisaje y la luna dance entre las manos,
soy yo, dijo la razón, la que requiere trozos de vida y añade su verdad infinita, soy yo, la que disculpa la apócrifa escena de aquél que desvariaba con sus hijos y bebía con su enemigo sobre el pecado de la tumba, y soy yo, también, la que muere a diario entre las piedras derribadas desde el suelo del cielo, haciendo ecos prodigios en esta atmósfera muda,
los tejidos se unen, se desploman, con la razón en el crepúsculo, la coherencia, hermana orgullosa, descansa en el jardín mientras la ciudad de esponja recorre el sendero en la memoria, y duerme el padre dentro de su madre, por azar, para que la razón nazca.
Jorge Rosso
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Poeta
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Del tomar y del dar nacen circunstancias insaciables y el oído, amarrado a la bendición del mar, eleva tu mano hasta mi calmo cuerpo,
mi calavera gigante es una trocha en la cintura salvaje, y baja el gusano hasta el jardín del día de la sangre,
el amor se ama en una sola dimensión, y la nada, nada en los ojos,
camina entre las aves con su estribillo errante y las palmas gordas de caricias,
esta piel que yo jalo rompe el gozo del sueño en la gruta de cenizas, y es allí donde celebro la comunión de las manos y los cielos,
en la tragedia del día es mi muerte ahogada entre tus aguas, murmurando la palabra sublime,
y es la carne encapuchada, oculta entre dóciles cabellos quien esparce sus lamentos,
la piel repleta de llamas y de formas arrepiente un silencio,
descansa ahora en el umbral, el capitán del navío.
Jorge Rosso
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Poeta
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