Poemas de nostalgia :  Canto de dolor a María Luisa
Tu amarga muerte, Luisa hermosa,
se encuentra impresa en mi memoria.
¿Te habré de hallar quizá en la gloria,
transfigurada en bella rosa?.

La nítida noche, en la cual tú partiste,
los astros lucían un brillo acentuado,
¡abrázame fuerte, con pena dijiste,
recuerda conmigo los años pasados!.

Recordé la vez que fuimos a un jardín:
Tú me diste un excelente par de rosas,
yo te puse entre las manos un jazmín;
¡qué benditas esas tardes venturosas
que vivimos, sin hallar jamás un fin!.

Tomé yo tu manos con ansia infinita,
la pena profunda mi ser apresaba
y al ver que tu vida como ave escapaba,
¡besé entristecido tus blancas manitas!.

Miré con desconcierto lo hermoso de los cielos:
… ¡La luna se elevaba preciosa, clara y llena!,
¡qué noche tan callada, que noche tan serena!.
Mi rostro entristecido besólo el aire tibio,
Mas todo en tu semblante, en tu rostro infante y níveo,
doliente y consumido, lo hallé más frío que el hielo.

¡Cómo cintilaba en la expansión un gran lucero!,
¡cómo se esparcían del rosal bellos olores!,
entre la tragedia y el pavor de tus dolores,
con tu voz sedienta musitabas: ¡yo te quiero!

Y ahora, exhausta, respirando en forma cruenta,
la desdicha se agitaba en ti violenta.
-Cuando muera -(me dijiste en el oído)-,
no te angusties, ni te llenes de zozobra;
“porque es ley darle a los muertos paz y olvido”,
ser felices en la vida que nos sobra.

No conviertas tu existencia en cruel prisión,
ni te vuelvas del pesar triste cautivo;
porque mientras en el mundo sigas vivo
busca asirte con urgencia a una ilusión.

Porque sé que es dilatado en ti el dolor
y el futuro en adelante será incierto,
pero sé también que crece en el desierto
de la vida, la esperanza, como flor.

¡Cada vez está el sepulcro más cercano!,
aunque en él tú no sepultas mi cariño:
¡Me verás en la sonrisa de algún niño,
o en el gesto bondadoso de un anciano.!

No veré más el vaivén de las campanas
que resuenan dulcemente al mediodía,
ni tendré jamás tus manos en las mías,
cuando el pelo, por el tiempo, pinte canas.

Con mi muerte, nuestro amor no se termina.
Mi cariño, en este trance, es soberano
y el Señor es esa luz que me ilumina,
pues la fe que hay en mi ser es tanta, tanta;
nuestro amor será, en el tiempo, cómo un grano
que se pudre, pero de él surge una planta,
que la luz del sol radiante la germina.

¡Yo sentí que agonizaba en mí la paz,
pues tus voces se apagaban más y más!
Miré el cosmos … vi sus luces mortecinas,
fulgurando como perlas cristalinas.

Cintilaban en el cielo estrellas mustias,
ocultándose en el pico de los cerros,
y talvez adivinando mis angustias,
¡a los lejos se escuchaba aullar a un perro!.

Quise darte mil abrazos,
en aquel triste momento,
de tu voz partió un lamento
y moriste entre mis brazos.

Por eso, tu muerte, mi cándida Luisa,
se encuentra constante, por siempre en mi historia;
tu nombre susurra la cálida brisa,
¡tu nombre que siempre estará en mi memoria.!

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Poemas de amor :  ¿Qué es el amor?
¿Qué es el amor?, apasionada me preguntas,
mientras tu rostro enternecido al mío lo juntas.
Caminas lenta, y yo, a mi vez, también camino;
mientras se esparce en la quietud de la campiña,
el dulce canto de un gorrión, que con su trino,
te da respuestas melodiosas, ¡dulce niña!.

El amor, yo te respondo,
es sutil, profundo y grato,
¡pero mira que en el fondo
peca a veces de insensato!.

El amor es en nosotros una entrega,
que al amante corazón perturba y ciega.
Una entrega, y a la vez, una renuncia,
¡una antorcha que ilumina con su luz!,
un lenguaje magistral que nos anuncia
los hermosos sentimientos de Jesús.

El amor nos precipita hacia otra esfera,
nos impulsa con vehemencia siempre a amar;
es la llama inextinguible de una hoguera,
¡cuyo incendio, no se puede nunca ahogar!.

¡El amor es envolvente, como un lazo,
que nos ata al ser amado en un abrazo!.
Es antídoto, y sin duda, es un veneno,
es benéfico alimento de las almas,
más potente que el estruendo de mil armas;
es, a veces, pernicioso y también bueno.

El amor es en nosotros una soga,
sustancial y dulce droga
que nos une para siempre a lo divino
en angélica pasión.
Es el cáliz lo que al vino,
¡lo que al santo la oración!.

El amor es insensato, ¡ya lo he dicho!,
¡esta dado al corazón y a su capricho!,
con sus dardos de pasión nos enloquece
y en nosotros como flor mística crece.

Existe en el amor un canto,
del albo ruiseñor su trino,
semeja la piedad de un santo
y el alma del Creador Divino.

El amor no tiene límite o fronteras,
no distingue entre verdades y quimeras,
¡aniquila con sus sueños las razones
y alimenta de ilusión los corazones!.

El amor nos da tan cálido su abrigo
y al momento presuroso nos despoja,
como el viento a la azucena la deshoja
y se lleva su perfume fiel consigo

Es tan grande este profundo sentimiento
que une a dos en un hermoso pensamiento.

El amor es como un vaho,
a un perfume acrisolado se asemeja,
¡lo que el orden es al caos!,
¡lo que el polen a la abeja!

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Poemas de reflexíon :  Vanidad de la belleza
Engañosa es la gracia y vana la hermosura: La mujer
que teme a Jehová, esa será alabada. PROV. 31:30

¿De qué te precias, belleza vana,
mujer estéril y vanidosa?,
¿de qué te sirve, divina rosa,
tener las manos de porcelana;
ojos divinos, faz de alabastro,
piel cincelada por la alba luna?...
donde no existe mácula alguna,
¡donde se oculta fúlgido un astro!

Vas por el mundo avasalladora,
la vanidad es tu áurea bandera,
tu eterno anhelo: ¡Ser la primera!,
¡luminiscente como la aurora!

Del mundo has elegido vivir entre delicias
pensando que el invierno no habrá de herir tu pecho;
con gula a tus amantes te ofrendas en el lecho
y das a todos ellos pletóricas caricias.

Esa virgen boca, de selecta fresa,
que a los hombres ata, y en su red apresa,
perderá el perfume de su actual encanto;
no saldrá ante el tiempo para siempre ilesa,
ni ha de verse libre por el desencanto.

No confíes en los lenguajes lisonjeros,
de los hombres, sus palabras embusteras,
que jamás serán veraces o sinceras:
¡no permutes tus caricias por dinero!

No confies en tu hermosura,
de tu rostro la blancura,
en tus dientes el marfil;
mira, pues, que tu sonrisa,
son las heces que desliza
albañal impuro y vil.

No concibas, ¡ay!, que tal vez eres el todo,
hasta la rosa más diáfana y blanca
el hombre insensato del suelo la arranca,
¡hasta las gaviotas conocen el lodo!

Libra tu alma del placer, que es tan profano,
no confies en el engaño de sus galas,
porque loco hace extraviar tu corazón.
Pues he visto a mariposas, que sin alas,
son, sin ellas, con justísima razón,
sólo viles y patéticos gusanos.

¿Dime, tú, si eres prudente, si es que en ti hay leve cordura:
Acaso no se marchita la flor blanca que da abril?,
¿no se gasta el mármol bello que da forma a la escultura?,
¿acaso la piel hermosa no se vuelve un día senil?.

¿Qué será de tu existencia envejecida,
cuando sepas de orfandad y desamparo?,
cuando se haya consumido al fin tu vida
y no encuentras en el mundo nunca amparo.

Cuando la fortuna se te niegue
y la gloria dulce de tu frente,
que admirara tanto en ti la gente,
a cubrir tu cuerpo nunca llegue.

Cuando en ti ya no se encuentre la salud,
ni las fuerzas de tu antigua juventud,
cuando más ya no despiertes la lujuria
de los hombres y su pérfida maldad.
Cuando llegue a ti ese tiempo traicionero,
hallarás sólo en sus ojos odio y furia,
o talvez, algún rescoldo de piedad.

Hoy tu vida es como un místico capullo,
una rosa que no ha sido maltratada.
Lleno está todo tu ser de vano orgullo,
más tus penas llevarán de ti un murmullo,
cuando vieja, tu memoria sea olvidada.

AUTOR: ALBERTO ANGEL PEDRO.

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