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¿Pudo haber existido este espacio sin mí? Claro, hubo un tiempo en que me impresionó, apretó contra mí sus longitudes: el peso de la atmósfera cobró forma en aquellas nubes de lluvia que pesaban en el cielo; los caminos huían de mi radial mirada hacia los cuatro territorios; la tierra permanecía aparentemente inmóvil, pero con sus profundidades oscuras llenas de significado. Me han oprimido tanto que hoy soy tan su reflejo que ahora que escribo nube digo lentitud, miedo y esperanza; de mi palabra surge el rayo y sus recorridos e iluminaciones, digo nube y es la lluvia con sus frutos temporales. Hablo del espacio y su lejanía cuando digo calle, y es la comunicación de los recorridos, es el tiempo de los encuentros amorosos o amorales; digo sendero y es el conocimiento de nuestros paisajes; hay ahí árboles estériles o frutales que se alzan como testigos del tiempo. Digo tierra, pero en realidad estoy diciendo trabajo, frutos cultivados, vida que no ha sido desperdiciada; digo tierra y es viajar en el tiempo, no hay sorpresa entonces en ver vivos a aquellos muertos, saludarlos y preguntarles por la orientación de mis destinos. Digo cielo, digo espacio, digo tierra y con ello estoy reescribiendo el tiempo.
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Poeta
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Camino solitario el camino solitario bajo un sol solitario. No pienso en el viento que de muchas maneras me impulsa. He dejado atrás responsabilidades que no he sabido cumplir. Veo delante de mí compromiso que no sabré llevar a cabo. Pero hay una acción que vuelve para hacerse presente a cada minuto, pensar en cómo ordenar estas malditas palabras para que digan algo.
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Poeta
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Carente de imágenes, la noche acepta todas las interpretaciones. La deseamos en secreto cada día; cuando la tarde oferta las últimas visiones miramos con ternura todo al rededor. Sabemos que el niño, la plaza y la ciudad desaparecerán pronto. De repente pareciera que un viento específico fuera la brocha de la noche y con su paso hiciera invisibles las últimas imágenes. Sentimos una temperatura nueva y nos sabemos entonces con distintos ánimos. ¡El teatro de la imaginación está presto para nuestras posibilidades! Ahora que ignoramos el valor de las distancias la orientación del mundo depende enteramente de nosotros. Allá está el norte apuntando a nuestros pies; la densidad ha borrado sus límites y no vemos por qué no reacomodar las estrellas con nuestras manos. Ocultamos la estrella polar con un dedo y observamos cómo el resto se apresura a ordenarse en un nuevo caos. Las nuevas constelaciones nos permiten otros signos zodiacales y las futuras profecías son nuestras también. Estamos seguros de todo, creemos que ahora sí el futuro está en nuestras manos, pero llega el inevitable sueño que con su evidente desorden nos muestra las verdaderas intenciones de la noche.
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Poeta
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Ahora el sol se ha convertido en el metrónomo de la desesperanza. ¿Quién lo ha acelerado al máximo? El sustento y la supervivencia han despojado a los días de todas las maravillas que tenían en la infancia. Las interminables horas ahora duran 60 minutos y la medida del tiempo son las administrativas quincenas. Desesperados queremos que las cosas vuelvan a tener sabores perdidos, pero ahora por más que damos vuelta a las piedras encontramos las mismas piedras con otra forma. La solución está en volver —nos decimos esperanzados— al espacio origen de los significados. Regresamos entonces a los terrenos de la infancia. Vemos las calles, charlamos con los amigos, nos refugiamos en las manos de la madre. Inútil todo, ya no nos perdemos en las viejas imágenes. La angustia es demoledora y ya no sabemos huír a ningún sitio. Comenzamos a escribir buscando en la evocación el recuerdo de las palabras. Pronto nos damos cuenta que la emoción ahora es un remedo de las explosiones de antaño. Y ahí estamos solos buscando voluntariamente, cuando en realidad nos damos cuenta que debimos tan sólo esperar a qué estas horas desplegaran las sombras del día a partir de las hermosas y terribles nubes de la lluvia.
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Poeta
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(a) Fraguada en los secretos de la noche, la neblina es el único fantasma real que conozco. Hurta a todo la mitad de su imagen haciéndolo casi invisible. Porta en su nave esas presencias que luego serán arrullos para dormir. Reconozco ese desmoronamiento de la materia luego de verla en la fragmentación de mis sueños.
(b) Soy el proyector y el espectador de esa luz ahora interna. Ante mí pasan en arroyo crecido las revueltas imágenes. Hay lugares que cojo como quien atrapa un ave volando; hay personas resucitadas aunque no hayan muerto; hay luces (sobre todo luces) dispuestas a hacer mi escenario. Dueño de todo ahora es el sueño la medida del tiempo.
(c) Neblina y sueño construyen mi teatro. En efímeros desfiles avanzan aquellos árboles envueltos, vespertinos; la calle recorrida por la niebla es ahora el sendero de los sueños; los autos del día (su flujo) son ahora peces o perros o amigos que me guían. Esa ruta descubierta mientras duermo terminará transformando neblina y sueño en esa satisfacción a la que llegan todos mis sentimientos.
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Poeta
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Aquí me siento y me construyo, dueño absoluto del tiempo y creador de este espacio. Fluyen las palabras como en un previsible y desconocido mecano de figuras precisas. Se cumplen mis designios en este árbol simbólico de fonemas resucitados. Los supuestos límites demarcados de la hoja de papel miran hacia afuera generando en su finito un cosmos sintáctico de autoexistencia. Lo mejor es el ritmo que deliberadamente trata pasar desapercibido y es mediante este papel que esta construcción se solidifica mientras leo.
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Poeta
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Sale el sol. Hay un rocío sobre mis hojas, el fríos nocturno comienza a irse, al igual que el canto de las lechuzas. Todo alrededor de mis ramas es circunferencia y comienzo a buscar el origen de la luz. Soy el níspero de la familia, plantado ya hace muchas estaciones. Muevo mis hojas largas y oscuras para tocar el viento. Soy hogar y lecho de los grandes insectos vuelan pesados en mis flores, son ellos quienes ayudan a lograr mis frutos. Mis ramas tienden ríos verticales, diagonales, horizontales siempre asendentes buscando la luz. Extraígo los sabores de la tierra que concentro en agridulcen frutos lascivos. Vienen personas a mi sombran por la sombra y se llevan mis frutos como dádivas. Soy generoso, pero no eterno, hace tiempo ya que he desaparecido. Ahora sólo queda el viejo caserón del abuelo sin sombra, sin vida, sin nada.
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Poeta
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Tras el ventanal oscuro adivino aquel escenario. El invisible ruido de la lluvia me es suficiente. Visualizo con claridad nubes bajas de espumas aéreas. Es pasmosa la velocidad con la que lentamente se posan sobre nosotros. Se llueven. ¿Somos conscientes que estas gotas fueron aquella forma que admiramos tan cambiante? Hay una sensación de distancia reducida. Aquella era una nube, ahora tan cercana; aquel rayo se convirtió en este trueno. Soy absorbido por la vista y el oído. Pronto en la noche es difícil saber dónde me encuentro. ¿Es aquí donde estoy o es allá donde vivo? Pierdo la conciencia puesto que no me importa la respuesta. Soy el viaje sonoro que persigue al trueno inalcanzable; soy la ráfaga oscura que interminable se curva en este hemiciclo. Estoy en el aquí múltiple de la lluvia.
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Poeta
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Silencio, silencio, la única constante entre tanto ruido es el silencio. Lo sé porque lo veo y sé que es él quien, con sus invisibles redes, relaciona las cosas. ¿Lo describo? Es la cuerda más frágil del aire tendida entre luz y sombra. Es un cable de acero, a la vez, que concretiza el flujo de los sólidos. Lo he visto y sé que existe desde que yo era niño, pero es hoy que acepto verlo a cada instante. Es refulgente en las noches cuando dejo que atrape a mi vista queriendo asirlo. Tiene algo de felino que se repliega; pero, si lo sabes ver, también se deja acariciar y se arquea ante tu mirada. El silencio es mármol líquido que nadamos a diario, pero pocas veces lo convertimos en obra desgajada. Creemos desaparecerlo a cada instante, pero basta callar un poco para que con sus gritos nos haga escuchar el silencio.
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Poeta
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Sombra entre sombra, ¿cómo identificar esa imagen del fondo del pozo? Guardar silencio para oler mejor y mirar lo invisible, necesitamos todos los sentidos para lograr atrapar lo que no huye. Vemos y nombramos, pero aquella realidad se centra significante, convergente en el centro de nuestro oscuro pozo.
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Poeta
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