|
Es bajo tus miradas donde nunca zozobro; es bajo tus miradas tranquilas donde cobro propiedades de agua; donde río, parlera, cubriéndome de flores como la enredadera.
Es bajo tus miradas azules donde sobro para el duelo; despierto sueños nuevos y obro con tales esperanzas, que parece me hubiera un deseo exquisito dictado Primavera:
Tener el alma fresca, limpia; ser como el lino que es blanco y huele a hierbas. Poseer el divino secreto de la risa; que la boca bermeja
persista hasta el silencio postrero, bella, fuerte, ¡y libe en la corola suprema de la Muerte con su última abeja!
|
Poeta
|
|
Y sabías amar, y eras prudente, y era la primavera y eras bueno, y estaba el cielo azul, resplandeciente.
Y besabas mis manos con dulzura, y mirabas mis ojos con tus ojos, que mordían a veces de amargura.
Y yo pasaba como el mismo hielo... Yo pasaba sin ver en dónde estaba ni el cruel infierno ni el amable cielo.
Yo no sentía nada... En el vacío vagaba con el alma condenada a mi dolor satánico y sombrío.
Y te dejé marchar calladamente, a ti, que amar sabías y eras bueno, y eras dulce, magnánimo y prudente.
Toda palabra en ruego te fue poca, pero el dolor cerraba mis oídos... Ah, estaba el alma como dura roca.
|
Poeta
|
|
Seré en tus manos una copa fina pronta a sonar cuando vibrarla quieras... Destilarán en ella primaveras, reflejará la luz que te ilumina.
Seré en tus manos una copa fina. Habrás en ella una bebida suave, nunca más dulce, pues piedad le dona; licor que no hace mal y el mal perdona, dulce licor que de las cosas sabe...
Habrás en ella una bebida suave. Un día oscuro, entre tus dedos largos será oprimido su cristal fulgente y caerá en pedazos buenamente la fina copa que te dio letargos; ¡un día oscuro, entre tus dedos largos!
Cristal informe sobre el duro suelo no ha de ser turbio porque está quebrado: reflejará la beatitud del cielo; pobre cristal sobre tus pies tirado; cristal informe sobre el duro suelo. Daño tan grande Dios te lo perdone: manos benditas las que así lo quiebren, rosas y lirios para nunca enhebren, dulzura eterna su impiedad le abone. Daño tan grande Dios te lo perdone...
|
Poeta
|
|
Hice el libro así: Gimiendo, llorando, soñando, ay de mí.
Mariposa triste, leona cruel, Di luces y sombra todo en una vez. Cuando fui leona nunca recordé Cómo pude un día mariposa ser. Cuando mariposa jamás me pensé Que pudiera un día zarpar o morder.
Encogida a ratos y a saltos después Sangraron mi vida y a sangre maté. Sé que, ya paloma, pesado ciprés. O mata florida, lloré y más lloré. Ya probando sales, ya probando miel, Los ojos lloraron a más no poder. Da entonces lo mismo, que lo he visto bien, Ser rosa o espina, ser néctar o hiel.
Así voy a curvas con mi mala sed Podando jardines de todo jaez.
|
Poeta
|
|
Si quieres besarme.....besa -yo comparto tus antojos-. Mas no hagas mi boca presa.. bésame quedo en los ojos.
No me hables de los hechizos de tus besos en el cuello... están celosos mis rizos, acaríciame el cabello.
Para tu mimo oportuno, si tus ojos son palabras, me darán, uno por uno, los pensamientos que labras.
Pon tu mano entre las mías... temblarán como un canario y oiremos las sinfonías de algún amor milenario.
Esta es una noche muerta bajo la techumbre astral. Está callada la huerta como en un sueño letal.
Tiene un matiz de alabastro y un misterio de pagoda. ¡Mira la luz de aquel astro! ¡la tengo en el alma toda!
Silencio...silencio...¡calla! Hasta el agua corre apenas, bajo su verde pantalla se aquieta casi la arena...
¡Oh! ¡qué perfume tan fino! ¡No beses mis labios rojos! En la noche de platino bésame quedo en los ojos...
|
Poeta
|
|
(A la Sra. María A. S. de Fontán)
Siete vidas tengo, tengo siete vidas. Siete vidas de oro; bellas y floridas. Cabeza cortada, cabeza repuesta: Mi espíritu-árbol retoña en la siesta.
Dragón purpurado de garras floridas, siete vidas tengo, tengo siete vidas. Gigantes y enanos: cortad mis cabezas, crecerán porfiadas como las malezas.
Siete vidas tengo, tengo siete vidas, siete vidas de oro bellas y floridas que hierros fatigan y mellan espadas, mas serán un día por siempre taladas.
Secará las siete cabezas floridas, príncipe que espero. Sin abracadabras, el dragón alado perderá las vidas bajo el tenue filo de dulces palabras.
|
Poeta
|
|
Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido No fuera más que aquello que nunca pudo ser, No fuera más que algo vedado y reprimido De familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido estaba todo aquello que se debía hacer... Dicen que silenciosas las mujeres han sido De mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...
A veces en mi madre apuntaron antojos De liberarse, pero se le subió a los ojos Una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo eso mordiente, vencido, mutilado, Todo eso que se hallaba en su alma encerrado, Pienso que sin quererlo lo he libertado yo
De Irremediablemente (1919)
|
Poeta
|
|
Jamás pensé que Dios tuviera alguna forma. Absoluta su vida; y absoluta su norma. Ojos no tuvo nunca: mira con las estrellas. Manos no tuvo nunca: golpea con los mares. Lengua no tuvo nunca: habla con las centellas. Te diré, no te asombres; Sé que tiene parásitos: las cosas y los hombres.
|
Poeta
|
|
Este jardín nos cede su delicia, nos cede el árbol de manzanas lleno. fuente de dioses a la sed propicia, pan del instinto, para el hambre, bueno.
Mas blanco mármol sin igual pudicia fija en nosotros su mirar sereno: muslo desnudo, vigoroso el seno, puro, como la luz que lo acaricia.
Se hacen tus ojos demasiado azules, cubren tus manos impalpables tules y algo divino te levanta en vuelo.
No cortemos la fruta deleitosa y mira el alma en una nube rosa, cómo es de azul la beatitud del cielo.
|
Poeta
|
|
Oh muerte, Yo te amo, pero te adoro, vida... Cuando vaya en mi caja para siempre dormida, Haz que por vez postrera Penetre mis pupilas el sol de primavera.
Déjame algún momento bajo el calor del cielo, Deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo... Era tan bueno el astro que en la aurora salía A decirme: buen día.
No me asusta el descanso, hace bien el reposo, Pero antes que me bese el viajero piadoso Que todas las mañanas, Alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.
|
Poeta
|
|