|
Tat tuam asi (Tú eres esto: es decir, tú eres uno y lo mismo que cuanto te rodea; tú eres la cosa en sí)
El que sabe que es uno con Dios, logra el Nirvana: un Nirvana en que toda tiniebla se ilumina; vertiginoso ensanche de la conciencia humana, que es sólo proyección de la Idea Divina en el Tiempo...
El fenómeno, lo exterior, vano fruto de la ilusión, se extingue: ya no hay pluralidad, y el yo, extasiado, abísmase por fin en lo absoluto, y tiene como herencia ¡toda la eternidad!
|
Poeta
|
|
Jesús no vino al mundo de "los cielos". Vino del propio fondo de las almas; de donde anida el yo: de las regiones internas del Espíritu.
¿Por qué buscarle encima de las nubes? Las nubes no son el trono de los dioses. ¿Por qué buscarle en los candentes astros? Llamas son como el sol que nos alumbra, orbes, de gases inflamados... Llamas nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas? Globos son como el nuestro, iluminados por una estrella en cuyo torno giran.
Jesús vino de donde vienen los pensamientos más profundos y el más remoto instinto. No descendió: emergió del océano sin fin del subconsciente; volvió a él, y ahí está, sereno y puro. Era y es un eón. El que se adentra osado en el abismo sin playas de sí mismo, con la luz del amor, ese le encuentra.
|
Poeta
|
|
Como duerme la chispa en el guijarro y la estatua en el barro, en ti duerme la divinidad. Tan sólo en un dolor constante y fuerte al choque, brota de la piedra inerte el relámpago de la deidad. No te quejes, por tanto, del destino, pues lo que en tu interior hay de divino sólo surge merced a él. Soporta, si es posible, sonriendo, la vida que el artista va esculpiendo, el duro choque del cincel.
¿Qué importan para ti las horas malas, si cada hora en tus nacientes alas pone una pluma bella más? Ya verás al cóndor en plena altura, ya verás concluida la escultura, ya verás, alma, ya verás...
|
Poeta
|
|
Ver en todas las cosas del Espíritu incógnito las huellas; contemplar sin cesar, en las diáfanas noche misteriosas, la santa desnudez de las estrellas... ¡Esperar! ¡Esperar! ¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura y no soñada paz... Sereno y fuerte, correr esa aventura sublime y portentosa de la muerte.
Mientras, amarlo todo... y no amar nada, sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas; cuidar de que en el áspera jornada no se atrofien las alas, ni oleada de cieno vil ensucie nuestras plumas.
Alma: tal es la orientación mejor, tal es el instintivo derrotero que nos muestra un lucero interior.
Aunque nada sepamos del destino, la noche a no temerlo nos convida. Su alfabeto de luz, claro y divino, nos dice: "Ven a mí: soy el Camino, la Verdad y la Vida.
|
Poeta
|
|
¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina, ...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro ambiente de amor y caridad.
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¿Qué logran los rencores? Ni restañan heridas, ni corrigen el mal. Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores, y no prodiga savias en pinchos punzadores: si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia; y si notare en ellas algún rojo vivaz, ¡será el de aquella sangre que su malevolencia de ayer vertió, al herirme con encono y violencia, y que el rosal devuelve, trocado en flor de paz!
|
Poeta
|
|
¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente, de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna? -Es un rayo de luna que se baña en la fuente, es un rayo de luna...
¿Quién gritando mi nombre la morada recorre? ¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento? -Es un soplo de viento que solloza en la torre, es un soplo de viento...
Di, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan en el fuego divino de la tarde y que subes por la gloria del éter? -Son las nubes que pasan; mira bien, son las nubes...
¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío? Lluvia son de diamantes en azul terciopelo... -Es la imagen del cielo que palpita en el río, es la imagen del cielo...
¡Oh, Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo! nada más Tú eres cierto, sé Tú mi último Dueño. ¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo? -Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo, un poquito de ensueño...
|
Poeta
|
|
Por esa puerta huyo, diciendo: "¡Nunca!" Por esa puerta ha de volver un día... Al cerrar esa puerta, dejo trunca la hebra de oro de la esperanza mía. Por esa puerta ha de volver un día.
Cada vez que el impulso de la brisa, como una mano débil, indecisa, levemente sacude la vidriera palpita más aprisa, más aprisa mi corazón cobarde que la espera.
Desde mi mesa de trabajo veo la puerta con que sueñan mis antojos, y acecha agazapado mi deseo en el trémulo fondo de sus ojos.
¿Por cuanto tiempo, solitario, esquivo he de aguardar con la mirada incierta a que Dios me devuelva compasivo a la mujer que huyó por esa puerta?
¿Cuando habrán de temblar esos cristales empujados por sus manos ducales y, con su beso ha de llegarme ella cual me llega en las noches invernales el ósculo piadoso de una estrella?
¡Oh, Señor!, ya la Pálida está alerta: ¡Oh, Señor!, ¡cae la tarde ya en mi vía y se congela mi esperanza yerta! ¡Oh, Señor!, ¡has que se abra al fin la puerta y entre por ella la adorada mía! ¡Por esa puerta ha de volver un día!
|
Poeta
|
|
Ego sum quo sum.
Brahma no piensa: pensar limita. Brahma no es bueno ni malo, pues las cualidades en su infinita sustancia huelgan. Brahma es lo que es.
Brahma, en un éxtasis perenne, frío, su propia esencia mirando está. Si duerme, el Cosmos torna al vacío: mas si despierta renacerá!
|
Poeta
|
|
-¿Queréis que todo esto vuelva a empezar? -Sí -responden a coro. Also Sprach Zarathustra
En todas las eternidades que a nuestro mundo precedieron, ¿cómo negar que ya existieron planetas con humanidades;
y hubo Homeros que describieron las primeras heroicidades, y hubo Shakespeares que ahondar supieron del alma en las profundidades.?
Serpiente que muerdes tu cola, inflexible círculo, bola negra, que giras sin cesar,
refrán monótono del mismo canto, marea del abismo, ¿sois cuento de nunca acabar?...
|
Poeta
|
|
Eres uno con Dios, porque le amas, tu pequeñez ¡qué importa y tu miseria!; eres uno con Dios, porque le amas.
Le buscaste en los libros, le buscaste en los templos, le buscaste en los astros, y un día el corazón te dijo, trémulo: "Aquí está", y desde entonces ya sois uno, ya sois uno los dos, porque le amas.
No podrán separaros ni el placer de la vida ni el dolor de la muerte.
En el placer has de mirar su rostro, en el valor has de mirar su rostro, en vida y muerte has de mirar su rostro.
"¡Dios!" dirás en los besos, dirás "Dios" en los cantos, dirás "Dios" en los ayes.
Y comprendiendo al fin que es ilusorio todo pecado (como toda vida), y que nada de Él, puede separarte, uno con Dios te sentirás por siempre: uno solo con Dios ¡porque le amas!
|
Poeta
|
|