|
Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed. Unos ojos de hastío y una boca de sed... Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe... Calaveradas, amoríos... Nada grave, Un poco de locura, un algo de poesía, una gota del vino de la melancolía... ¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido; ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido. Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla, media docena de cañas de manzanilla. Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-, tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.
Me acuso de no amar sino muy vagamente una porción de cosas que encantan a la gente... La agilidad, el tino, la gracia, la destreza, más que la voluntad, la fuerza, la grandeza... Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero, a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero. Un destello de sol y una risa oportuna amo más que las languideces de la luna Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-, Con Montmartre y con la Macarena comulgo... Y antes que un tal poeta, mi deseo primero hubiera sido ser un buen banderillero. Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa es alegre, aunque no niego que llevo prisa.
|
Poeta
|
|
Por una de esas raras reflexiones de la luz, que los físicos explicarán llenando de fórmulas un libro..., Mirándome las manos -como hacen los enfermos de continuo-, veo la faceta de un diamante, en una faceta del diamante de mi anillo, reflejarse tu cara, mientas piensas que divago o medito, o sueño... He descubierto por azar este medio tan sencillo de verte y ver tu corazón, que es otro diamante puro y limpio. Cuando me muera, déjame en el dedo este anillo.
Estoy muy mal... Sonrío porque el desprecio del dolor me asiste, porque aún miro lo bello en torno mío, y... por lo triste que es el estar triste. Pero ya la fontana del sentimiento mana tan lenta y sileciosa, que su canto, sonoro otrora como risa, es llanto.
|
Poeta
|
|
El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldares y flamea en las puntas de las lanzas. El ciego sol, la sed y la fatiga Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos -polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga. Cerrado está el mesón a piedra y lodo. Nadie responde... Al pomo de la espada y al cuento de las picas el postigo va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa! A los terribles golpes de eco ronco, una voz pura, de plata y de cristal, responde... Hay una niña muy débil y muy blanca en el umbral. Es toda ojos azules, y en los ojos. lágrimas. Oro pálido nimba su carita curiosa y asustada. "Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte, arruinará la casa y sembrará de sal el pobre campo que mi padre trabaja... Idos. El cielo os colme de venturas... ¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!" Calla la niña y llora sin gemido... Un sollozo infantil cruza la escuadra de feroces guerreros, y una voz inflexible grita: "¡En marcha!" El ciego sol, la sed y la fatiga... Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos -polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
|
Poeta
|
|
¡Qué bonita es la princesa! ¡qué traviesa! ¡qué bonita la princesa pequeñita de los cuadros de Watteau! Yo la miro, ¡yo la admiro, yo la adoro! Si suspira, yo suspiro; si ella llora, también lloro; si ella ríe, río yo. Cuando alegre la contemplo, como ahora, me sonríe, ...y otras veces su mirada en los aires se deslíe pensativa. ¡Si parece que está viva la princesa de Watteau! Al pasar la vista, hiere, elegante, y ha de amarla quien la viere. ...Yo adivino en su semblante que ella goza, goza y quiere, vive y ama, sufre y muere... como yo.
|
Poeta
|
|
Rico pan de esta carne morena, moldeada en un aire caricia de suspiro y aroma... Sirena encantadora y amante fascinada, los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...
Vuestros nombres, de menta y de ilusión sabemos: Carmen, Lola, Rosario... Evocación del goce, Adela... Las Mujeres que todos conocemos, que todos conocemos ¡y nadie las conoce!
Naranjos, limoneros, jardines, olivares, lujuria de la tierra, divina y sensüal, que vigila la augusta presencia del ciprés.
En este fondo, esencia de flores y cantares, os fijó para siempre el pincel inmortal de nuestro inenarrable Leonardo cordobés.
|
Poeta
|
|
Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén, de los que escriben cantares: oír decir a la gente que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad.
|
Poeta
|
|
Era un suspiro lánguido y sonoro la voz del mar aquella tarde... El día, no queriendo morir, con garras de oro de los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente, y el sol, al fin, como en soberbio lecho, hundió en las olas la dorada frente, en una brasa cárdena deshecho.
Para mi pobre cuerpo dolorido, para mi triste alma lacerada, para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada... ¡el mar amado, el mar apetecido, el mar, el mar, y no pensar nada...!
|
Poeta
|
|
Frutales cargados. Dorados trigales...
Cristales ahumados. Quemados jarales...
Umbría sequía, solano...
Paleta completa: verano.
|
Poeta
|
|
Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron -soy de la raza mora, vieja amiga del sol-, que todo lo ganaron y todo lo perdieron. Tengo el ama de nardo del árabe español.
Mi voluntad se ha muerto una noche de luna en que era muy hermoso no pensar ni querer... Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna... De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.
En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos... y la rosa simbólica de mi única pasión es una flor que nace en tierras ignoradas y que no tiene aroma, ni forma, ni color.
Besos, ¡pero no darlos! Gloria... ¡la que me deben! ¡Que todo como un aura se venga para mí! Que las olas me traigan y las olas me lleven y que jamás me obliguen el camino a elegir.
¡Ambición!, no la tengo. ¡Amor!, no lo he sentido. No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud. Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud.
De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo. No se ganan, se heredan elegancia y blasón... Pero el lema de casa, el mote del escudo, es una nube vaga que eclipsa un vano sol.
Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme lo que hago por vosotros hacer podéis por mí... ¡Que la vida se tome la pena de matarme, ya que yo no me tomo la pena de vivir!...
Mi voluntad se ha muerto una noche de luna en que era muy hermoso no pensar ni querer... De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna. ¡El beso generoso que no he de devolver!
|
Poeta
|
|
Vino, sentimientos, guitarra y poesía hacen los cantares de la patria mía... Cantares... Quien dice cantares, dice Andalucía.
A la sombra fresca de la vieja parra un mozo moreno rasguea la guitarra... Cantares... Algo que acaricia y algo que desgarra.
La prima que canta y el bordón que llora... Y el tiempo callado se va hora tras hora. Cantares... Son dejos fatales de la raza mora.
No importa la vida, que ya está perdida; y después de todo, ¿qué es eso, la vida?... Cantares... Cantando la pena, la pena se olvida.
Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte; ojos negros, negros, y negra la suerte... Cantares... En ellos el alma del alma se vierte.
Cantares. Cantares de la patria mía; cantares son sólo los de Andalucía. Cantares... No tiene más notas la guitarra mía.
|
Poeta
|
|