Poemas : Nazco del hombre |
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Nazco del hombre, de la aurora y de la noche,
nazco de mí, traductor criminal de mi propio guión, forense de mis restos y mis lágrimas espantado en la ceguera, dibujando a lápiz esperanzas y cicatrices para desdoblar la vida con mis ojos de piedra, nazco del hombre y de la lluvia, y de una tormenta en vano que se estrelló en las congojas, aniquilando estrellas empedradas de almas, nazco del silencio con mi corazón perdido entre los lechos, nazco del perdón haciendo encrucijadas en tu cuerpo, nazco del hombre mientras envejece el mundo y el tiempo de la noche con su codicia al hombro arrebata el vagido de aquél danzarín suspiro, nazco en la mañana cuando la aurora peina con reflejos la orilla vacía y mis pies carretean por el muslo de las dunas, nazco del hombre que no es nada ni nadie, nazco desde este interior mío sin amor ni sensaciones, escritor de mi estúpida fábula, girando con el viento que ni siquiera respira por creerme, pues la infancia en mí, ha pesado más que mis años de vivencias, nazco del hombre y su calamidad, y en un silencio ahogado lucho contra el olvido envejeciendo rápidamente, nazco de un tiempo fugitivo en su corteza, y desde una hirsuta semilla en su grieta hasta la vida narraré esas tercas palabras en su sinsabor, nazco del hombre de hambres arañando una reliquia, de aquél reflejo cruzado por cordeles de alambre con finas y sensuales prendas tendidas en los párpados, nazco de los sexos del sol y de la luna, y de sus hijos vivientes cincelados en el gozo, nazco del hombre de la biblia y de aquella primera costilla engendrando un nuevo ser, habían ido en pos de la renovada carne relatando un diluvio que devorara el pecado, nazco de la música de dios aunque no le importe si aún vivo entre sus hijos, nazco del hombre de las llamas que inhumara aquél frágil puente al edén, nazco de mí, de mi estrategia adormecida, de un ciclón sin arco iris y sin mi familia literaria en un paraíso inhabitado, nazco de mi estero y de mi nácar por alguna fugaz razón que no tengo el coraje de entender, nazco del hombre y sus principios, nazco de mi hija y de su pecho adolescente y humilde cuando la tomo por amiga y hermana de mis años diminutos entre las palabras del día, nazco de su mente y de sus manos cuando duerme sobre un inmaculado manto, su sonrisa, nazco del hombre y de las cavernas con ecos, y de los años pasados y presentes buceando en sus tramas fronterizas, acaso mis ancestros de barro surjan de sus urnas recitando genealógicas suicidas, nazco de la cumbre de mi madre y de mi padre y de los cerros cercenados por la naturaleza sapiente, nazco del hombre que vive y muere en su líquido mundo a horcajadas de su lengua insípida, nazco en la verdad transformándome en mentira desde la creencia suburbana que atruena en el interior de mi tumba, nazco del hombre y de la tierra, y de la leyenda olvidada del profeta soñoliento, nazco cada mañana por doquier entre llanto y carcajadas y entre estas cuatro paredes blancas que protegen mi brío soñador, nazco del hombre del hogar con intrépida impaciencia en sus hombros de crepúsculo, nazco de mí, de esta cuerda locura en esta enorme noche maltrecha y sin sentido, nazco de la flor y de la tumba, y de la mujer demonio pintada en mis espaldas, y aún cuando su estremecido cuerpo se me niegue dormiré entre sus caderas, nazco del hombre y de mis huesos inhumanos, desde el interior vacío de las ciudades flotantes, nazco del aliento que naufraga en un poniente, del beso destruido y predestinado por la intensión de su creador, nazco de los navíos corroídos donde parece fallecer la voz de dios, nazco del hombre y en la derruida época en que alguna violenta hembra asesina a su hijo dentro de su vientre, nazco de las aguas y ventiscas donde el mar y su memoria agudizan un clamoreo de gaviotas cuando por fin su alimento brinca hacia la libertad, nazco del hombre y sus bemoles, y de la sombra sigilosa del iris de la flor, nazco de los blancos y los negros y del color de tu rostro, y de las palomas volando entre las naves cuando el sol en tus cabellos forma un verso en su atavío, nazco del hombre y de la vida, y de los jirones, secuelas del adiós donde hundida en la carne viaja la última nostalgia, nazco de mí y de ti, centelleante mariposa que llevas el nombre y las vestiduras de mi amada, donde un noble trino vuela convirtiéndose en caricia, nazco del hombre y de la luz, del anochecer primero dominado por el brillo de la luna, nazco de la creencia y del relámpago, y desde el llanto contenido cuando con lascivos movimientos aumenta la fiebre del amante después de cuatro copas, nazco del hombre y de mis sueños, y de aquél que quise ser y no supe, y del prodigio que ha muerto en el camino, nazco de mí, desafiando al tiempo y a la vida, nazco por mí y por los míos, nazco porque solo naciendo, vivo y me contento, nazco del hombre y sus milagros de amor entre un sudor de muerte en mi ciudad de rascacielos, bajo el párpado del diablo aún existen las promesas sin talones de que fuera yo lo que soñaban los hipócritas, nazco de mi feliz estupidez sin que nada me importe porque solo soy yo y nada ni nadie más, nazco del hombre de cenizas y desde la muerte misma, y del deseo de pintar sobre las olas este bello óleo ensangrentado en la caricia y en el beso, nazco de la sombra cuando con antiguo sabor la lengua precipita hasta tu boca este génesis soñado, nazco del hombre y sobrevivo, con el derecho y la opción de la eutanasia, nazco del afuera y del adentro, nazco del amor tuyo y mío, de un incendiado viento a través del horizonte, de un huracanado beso en las alas de la tarde, he soñado con la fusión de la verdad sin un después si nosotros somos las naciones de una tierra sin mapas, nazco del hombre de piernas largas como lluvia, del campo y los ombúes donde el pájaro anida y se procrea, nazco bajo un duelo de pulgares que a par navegan por tu espalda y desde una poesía sin úteros mi cuerpo adormecido muere cuando agoniza la suave magia sobre tu piel de pergamino. Jorge Rosso Me pueden visitar también en... http://www.flickr.com/photos/conejo721/ |
Poeta
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un precioso poema abrumado de tristeza, saludos
Mi querida amigo, cuanta sensibilidad,
hay en esta bella poesía que nos compartes.
Mis felicitaciones.
Jorge Rosso: Reciba un saludo, y le manifiesto mi agrado por sus letras, así como métrica y estética balanceadas. Con amistad y respeto de Joel Fortunato