Cuentos :  Micaela
La volvió a ver y esta vez era urgente, ella había enviudado no hace mucho y José había esperado casi con ansiedad, que pase su duelo, debía mucho respeto además, a la memoria de Pedro, su entrañable amigo de la infancia, con quien creció, jugó, divirtió, compartieron tanta vida y hasta se enamoraron de la misma hermosa jovencita, que llegó de la costa a vivir en el barrio: Micaela, su belleza brotaba desde cualquier ángulo, su piel tostada por el sol, cabellera negra como la noche sin luna, dueña de unos ojos pardos que atrapaban la atención de cada adolescente que tuvo la suerte de conocerla, su figura felina, grácil, inquietante, completaba el embrujo de su presencia y como si fuera poco, su boca… su boca cautivaba con tan solo mirar su deliciosa estructura.
Micaela formó un trío de amistad impresionante con José y Pedro, los entrañables amigos que sabiendo que estaban los dos, perdidamente enamorados de ella, dejaron a que sea ella, quien finalmente decidiera con quien se iría… la espera terminó poco después que culminaron sus estudios secundarios; José tuvo que acompañar a su padre al sepelio de su tía y en la semana que estuvo fuera pasaron muchas cosas, entre ellas lo que él tanto temía, ceder espacio a Pedro y perder la oportunidad de ser el novio de Micaela.
Tan solo un día después del viaje de José, en las fiestas de la ciudad, Pedro y Micaela, que fueron a cada evento que se había organizado, se acercaron mucho más, sin la presencia del amigo con el que guardaba distancias de respeto, hasta que Micaela decidiera y aquella noche de fiesta, ella decidió, que Pedro sea su pareja, como que los juegos pirotécnicos, la música, el jolgorio total, eran en su honor; todos fueron testigos de esa irrupción de amor en esa joven pareja.
Para José, la noticia, fue el inicio de un luto mucho más adusto e introvertido, se distanció de sus amigos y optó por alejarse del pueblo y estudiar en la capital; totalmente concentrado alrededor de su carrera, no pudo evitar enterarse que Pedro y Micaela se casarían… no regresó a su pueblito, aunque se daba los modos para conocer qué sucedía con ellos, en parte por la insistencia de Pedro que nunca dejó de llamarlo y hablarle; entre las pocas llamadas que José aceptó, se enteró por el mismo Pedro, que en un choque en la moto que tuvo a los 14 años, se había lesionado los testículos y no podía tener descendencia.
Sabía por otra parte que Micaela, siendo hija única, moría por tener una familia numerosa, se había confesado de ello con sus queridos amigos; Pedro vivía un suplicio por esa situación, poco después de su matrimonio, sus suegros fallecieron en un accidente automovilístico y la noticia sobre las consecuencias de su lesión se las habían entregado en esos días. Tuvo que esperar un tiempo para compartir su frustración con su mujer, que impresionada al conocerlo, tuvo que resignarse y más tarde, para no renunciar a su inclinación materna, había empezado a buscar alternativas para adoptar un par de muchachitos, si, habían decidido que sean dos y criarlos juntos de una vez.
Le habían entregado la documentación para iniciar los trámites, pero fatídicamente, Pedro fue víctima de un accidente, cuando regresaba a su casa y un auto perdió el control, arrollándolo en la vereda, sobre la cual caminaba absorto, pensando en las adopciones…
José no asistió a los funerales, aunque Micaela se lo pidió, es que debía completar unos exámenes médicos que le exigía el Ministerio, al cual había entrado a trabajar, antes de salir a realizar una especialización en el exterior, se dio los modos sin embargo, para llamarla cada día y noche, para ser paño de lágrimas y llorar con ella a través de un aparato, imaginando su dolor y desconsuelo.
Salió al curso de especialización, y a su regreso continuó trabajando con total dedicación, pues debía realizar de inmediato, capacitaciones a otros funcionarios, para replicar los conocimientos adquiridos y eso le llevo el tiempo suficiente para creer que Micaela estaría mejor, terminó con sus obligaciones y pidió de manera urgente sus vacaciones, se las merecía y además tenía de por medio, toda su vida en vilo, esperando la reacción de su amor por Micaela, que jamás lo dejó de lado, no tuvo reemplazo ni permitió que quede en el olvido.
Hizo los arreglos para tener un almuerzo en un espacio libre de la multitud, que haya privacidad y que pudieran compartir todas las emociones y sentimientos que tenían represados, es que para Micaela también, José era un referente de paz, seguridad, cariño, respeto, ternura y lo necesitaba tanto, mucho más ahora que la ausencia de Pedro era desgarradora y estaba más sola que nunca, las adopciones no podían prosperar para una mujer sola y eso la hundió aún más en tristeza y desolación.
El encuentro fue sublime, dos almas necesitadas en grado sumo, que se conocían de siempre y se esperaban… tantos eventos ocurridos con demasiada rapidez e intensidad, los mostraba ahora mucho más maduros y seguros de lo que querían: Micaela en esos meses aciagos encontró a través del teléfono y los mensajes constantes de José, todo el soporte y aliento que le hizo falta, fue su confidente y él fue capaz de escuchar hasta el más quedo sollozo; por su parte José consiguió que Micaela, sienta que siempre la amó, pero que por lealtad a la profunda amistad con Pedro, aceptó su elección y se alejó -casi derrotado-, tenía que hacerlo, para que su desconsuelo no nublara la felicidad de ellos.
Cuando José llegó ya Micaela esperaba en el saloncito más interno… se fundieron en un solo ser, abrazados hasta sus sombras, lloraron juntos y entre lágrimas, sus mejillas se juntaron para abrir paso a un beso desesperado, casi terminal, interminable también… la pausa necesaria que finalmente llegó, les permitió dejar el restaurante y pasar a las habitaciones de la planta alta, donde se amaron con vehemencia, sin límites, sin tiempo, sin nombres, sin memoria…
Vivieron impetuosamente cada segundo de esos días, irreverentes se olvidaron del mundo y sus prejuicios, había que apagar el dolor y las heridas que dejara Pedro, con todo el amor que él, supo siempre que su amigo José, sería capaz de dar a la hermosa Micaela… no lo mencionaron, porque siempre iba a doler y su felicidad era ahora prioridad, José puso todo su empeño, detalles y amor, para conseguir que Micaela sonriera, vibrara, disfrutara de cada día, desde que despertaba, hasta que cayera rendida dormida en sus brazos.
Las vacaciones extendidas por José terminaron y debía regresar al Ministerio en la Capital a arreglar sus asuntos, más que su trabajo, José tenía mucha expectativa por visitar el Hospital de Especialidades, donde había dejado nuevas muestras de sangre, para encontrar una segunda opinión, es que su vida estaba llegando a su final y sin saber qué ocurriría en su encuentro con Micaela, le apostó a la esperanza, de cualquier manera, de alguna manera quería vivir.
El primer diagnóstico le sentenciaba una Leucemia aguda avanzada, que terminaría con su existencia en menos de un año y a ese momento habían transcurrido poco más de seis meses, no quiso aceptar tratamiento alguno, porque Micaela le esperaba y ella significaba más vida, que lo que ningún tratamiento podría brindarle.
Llegó al Hospital y junto al sobre con los resultados de sus exámenes, se agudizaron los síntomas y aparecieron los más críticos; cuando había abandonado el pueblito, tenía ya claras demostraciones de cansancio, debilidad, falta de apetito, que supo disimular con Micaela, aduciendo que era una gripe muy fuerte, pero en el hospital tuvo que pedir un baño, para descargar su primera hemorragia de sangre a través del vómito, que le hizo perder el sentido.
Cuando habló con Micaela, ya internado en el Hospital y recuperado en una sala de observación, no pudo hacer la menor mención de su condición de salud, porque ella no cabía de felicidad, hablaba llena de contento, es que ella también había vomitado y tenido mareos, pero debido a su condición de embarazo, sí, estaba embarazada y se sentía una mujer bendecida, alegre, recuperando esa aura de bienestar y luz que contagiaba, iba a tener un hijo, dios, la vida, el universo de alguna manera estaba gestando también alguna compensación para todos…
La fiebre, dolores óseos y hemorragias de los siguientes días, fueron tan violentas que apenas le permitieron escribir, para disimular su incapacidad de hablar por teléfono con su amada Micaela, sin dejar en evidencia su terrible condición de enfermedad, le dijo que estaba afectado a su garganta y que tenía una tos muy fuerte, por lo que prefería escribir en el chat, de manera esporádica… alcanzó también a escribirle una carta, donde detalló entre desvaríos sus vivencias, su pedido fervoroso, para que su hijo se convierta en aliento, ilusión...
Cuando replicó el curso que realizó con excelencia en el extranjero, entendió que podía así retribuir la confianza, por haber sido beneficiado con ese viaje de estudios y si la vida le brindara la oportunidad, quería estar seguro, de dejar sembrado en el vientre de Micaela, más que un hijo: vida… aquella que no puede morir, como la esperanza, como las ganas de perseguir los sueños más preciados, como José, que había alimentado su amor por ella, aun en la desesperanza, en la distancia, en el casi olvido… también en esto, le quedaba entre muecas de dolor por la enfermedad, la sonrisa satisfactoria de lograrlo, porque ese hijo que crecía en Micaela, fue concebido con todo el amor, en la entrega total de sentimientos cultivados como un sublime ceremonial …
No iba a poder ofrecerle un matrimonio de ensueño, tampoco la casita añorada, pero si, la vida, las risas nuevas, los ojitos límpidos sonriendo y haciendo sonreír, porque iban a convertir a Micaela en esa madre perfecta, con la que ella tanto soñó…
Poeta

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