Cuentos :  MARIA Y DAVID
MARIA Y DAVID.
(Cuento)

Ha llegado la temporada navideña tan anhelada por la humanidad; es hora de adornar el árbol navideño, y colocar el simbólico nacimiento para esperar la llegada del niño Dios; las posadas, los festejos, regalos, las efímeras gratificaciones o aguinaldos para pagar deudas, adquirir casa, o carro nuevos, las convivencias para departir a la mesa, compartiendo el pan y la sal con la familia y los amigos, los que están y los que llegaran de lejos, en fin.
María es una niña de nueve años rubiecita de ojos azules como el mar y David de seis años blanco con pelo ensortijado y castaño, ambos son hermanos, unos niños muy estudiosos, sus padres nunca tenían queja de ellos, ni en escuela, ni en su comunidad; crecieron en un núcleo familiar creyente, bien estructurado y nada agreste, su padre de nombre Carmelo, de presencia y personalidad recia, un hombre de lucha y brega, laboraba en una empresa en el departamento de conservación y mantenimiento, erudito en la albañilería, plomería, carpintería, electricidad, así que nunca le faltaba el trabajo, pero tenía un defecto muy grave, fumaba tanto que parecía la emisión de una ladrillera, su dentadura lucia amarillenta al igual que sus uñas y dedos; y la madre llamada Petra, una mujer grácil de tez blanca, de grandes ojos azules y cabello rubio ensortijado, estaba plena y totalmente dedicada a los quehaceres del hogar y su familia, aparentemente tenían una vida feliz y económicamente holgada.
Una fresca mañana de Octubre, Petra se levanto con un fuerte dolor en su espalda, sin pensar más nada la llevo Carmelo al hospital del sector salud, le hicieron exámenes médicos desde la punta de los cabellos, hasta los dedos de los pies. A los pocos días le llamaron a su domicilio para darle una cita médica a la que acudió puntualmente; se le veía desmejorada y tenía demasiada tos, el médico la invita a tomar asiento y le da la infausta noticia, de que estaba padeciendo un cáncer pulmonar avanzado, en fase terminal. Ella escucho la voz del médico como en lontananza. y sintió el vacio bajo sus pies, no daba crédito a lo que le decían, se puso en pie perdiendo el conocimiento de la impresión.
Petra jamás había fumado, siempre fue cuidadosa con su salud, pero el médico la diagnostico como fumadora pasiva. Finalmente fallece en el mes de Noviembre perdiendo la batalla contra ese terrible mal, que aqueja a millones y millones de seres humanos en el mundo.
María y David que por la misma razón, sufrían de una afección alérgica, quedaron al cuidado de su padre Carmelo, este hombre nunca se perdono el haber propiciado la enfermedad de su querida e inolvidable esposa. Entonces aquel hombre empezó a refugiarse en el alcohol, perdiendo el único sustento de su familia, el trabajo; se fue de casa olvidando que tenía dos pequeños hijos que precisaban de él, convirtiéndose todo en una vorágine, nadie volvió a saber de Carmelo. Pasaron los días y los niños ya no tenían que comer, su hogar no era el mismo, y como ya no había quien pagara la renta, los desalojaron por obvias razones. Los pequeños se fueron a vivir en condición de calle, limpiando carros y buscando en basureros lo que podían para subsistir.
Los padres de Carmelo vivían en Santa María del Tule, un pequeño pueblo de Oaxaca, al sur de la república mexicana, pero no falto quien les avisara, a los abuelos paternos, lo que estaba sucediendo con sus nietos.
Los abuelos llegaron a la frontera de Mexicali, Baja California, para saber de su paradero, buscándolos por las colonias más cercanas en donde se localizaba la que alguna vez había sido su casa, entre indigentes, hospitales, albergues, delegaciones, sin éxito alguno.
Ya había entrado el mes de Diciembre y los abuelos preocupados, seguían sin saber de los niños, mucho menos de Carmelo el hijo de estos, y cansados de tanto navegar, se regresaron a su natal Santa María del Tule Oaxaca, muy tristes y pensando en lo peor.
Una noche fría y húmeda de Diciembre, María le dice a su hermanito —David, tengo hambre y frio y tu estas igual que yo, ya no podemos seguir así, vamos a entrar a esa iglesia grande que está ahí en la acera de enfrente, para pedirle a mamá que está en el cielo con Dios, que papá regrese, para que estemos juntos en esta navidad como el año pasado– ¿lo recuerdas? decía María con lágrimas en sus ojitos, —rompíamos la piñata y después nos sentábamos a la mesa a degustar la deliciosa cena que mamá preparaba; tamales, pavo, buñuelos, bacalao y romeritos; llegaban nuestros abuelitos de Oaxaca y cenábamos todos juntos con la presencia del niño Dios, como decía mamá—.
Al fin Carmelo fue en busca de sus hijos, a la casa que por mucho tiempo, habitaron en la frontera de Mexicali, Baja California, pero al no encontrarlos pregunto a los vecinos por ellos y le contaron lo sucedido…que hacía semanas no veían a los pequeños. Le —dijeron— que se dieron cuenta cuando los abuelos, habían estado ahí buscándolos, auxiliados por la policía, sin conseguir su aparición—
Entonces Carmelo en su desesperación enajenada, en lugar de llamar a sus padres por teléfono, pidió apoyo económico para trasladarse a Santa María del Tule Oaxaca, a la casa de sus padres, pensando en un milagro de Dios, y encontrar a sus hijos ahí, además el sentía que precisaba de una palabra de aliento y del abrazo de sus padres.
Mientras en la otra entidad, María y David, se refugiaban dentro de aquella iglesia, implorando, misericordia. María oraba junto a su hermanito,…— “Niño Dios, mi corazón me duele de tanto sufrir, dile a nuestra mamá que traiga a mi papito, que lo necesitamos mucho, que no tenemos casa, ni comida, ni siquiera una cobija para resguardarnos del frio y afuera llueve mucho; por favor, por favor, gracias—”.
De pronto entro el mosén de la iglesia, los miro fijamente vio que estaban en desamparo, y les pregunto… — ¿muchachos ya es tarde que hacen aquí?, en su casa deben estar preocupados por ustedes, a lo que los niños contestaron… — no tenemos casa, mi papá está perdido y nuestra mamá murió el mes pasado. Entonces el mosén dejo que pasaran la noche ahí, los llevo hasta el comedor, les ofreció una rica merienda con una taza de un rico y espumoso chocolate caliente, la cual devoraron.
Al día siguiente les dijo el mosén—pediré a mis muchachos del coro de la iglesia que les tomen una fotografía y la envíen a las redes sociales, además los llevaré a la receptora televisiva, tal vez alguien los reconozca, y puedan apoyarnos para dar con el paradero de su papá o de sus abuelos—.
Afortunadamente los vio uno de los vecinos que hablo con el papá de estos niños, cuando llegó a la colonia y emprendió la búsqueda. Afortunadamente el vecino contaba con el número del teléfono celular de Carmelo, cuando los vio por la televisión, de inmediato llamo a la transmisora, dando aviso también al papá de los pequeños, que de inmediato le contesto, desde Santa María del Tule Oaxaca.
Carmelo le informo a sus padres, y ellos le proporcionaron el dinero para que recogiera a los niños y se regresaran a Oaxaca, tomando el primer vuelo hacia la frontera de Mexicali, Baja California, para dirigirse a la iglesia en cuestión, en donde el párroco, los tenía en custodia.
La televisora dio parte al mosén el cual se puso tan contento, que de inmediato les comunico a los niños que su padre llegaría en cualquier momento, y que tenían que darle gracias a Dios por el milagro concedido; ya que solo quedaba una semana para el advenimiento del niño Dios, y que gracias a él, pasarían una navidad en unión familiar.
Así fue, su padre los llevó al seno de los abuelos, en donde no podían estar mejor acompañados, de tíos y primos, pero sobre todo con el recuerdo de su querida madre Petra.
Todos unidos adornaron el nacimiento dándole gran luminosidad y el verde abeto perfumado a, bálsamo de la meca, o bálsamo de Canadá, el cual al aspirarlo, da vida al espíritu, y el verde esmeralda, da color a las festividades navideñas.
Y entre algarabía, villancicos y luces de bengala, rompieron la tradicional piñata en forma de estrella con siete picos, repleta de colación, saborearon la cena de Nochebuena, roseada de oraciones, abrazos amorosos y buenos deseos; que no es otra cosa, que el amor de Dios, simbolizado a través de nuestras propias familias y amistades verdaderas.
Los niños son el futuro prometedor del mundo, por ende, deben ser valorados protegidos y respetados; porque en ellos se refleja la paz y el amor de Dios.

Cuento de Navidad.

Autora: Mónica Lourdes Avilés Sánchez.

FELIZ NAVIDAD Y VENTUROSO 2015
Poeta

2 puntos
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JoelFortunato
Publicado: 19/12/2014 22:10
Incondicional
Unido: 23-6-2011
Comentarios: 7989
 Re: MARIA Y DAVID

Saludos y felices fiestas de Navidad y Año Nuevo :
Un gusto es leer su interesante y agradable cuento, con un mensaje comprensible y tierno lleno de esperanza y con su verdad cierta. ¡ Enhorabuena mi estimada Mónica Lourdes !
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