Lástimas que lastiman.
Qué lástima esta lástima que lastima,
y la ausencia de un dios en mi pascua.
Huérfana de fe y llena de pesadas cruces,
que duelen cada vez que quiero creer.
Qué pena que mi dios no suba a los cielos,
sino a los techos a mirar el hogar perdido,
un manto azul oscuro cubierto de estrellas,
que nunca lo pudo salvar de tantas almas.
Qué dolor que mi dios no sea omnipotente,
que él tema más de mi forzado ateísmo,
que yo de su total y condenador castigo
que hace arder mi alma entre llamas eternas.
Pero tengo un Jesús pequeño, de bolsillo,
que a veces le rozan las pelusas y estornuda.
Que me mira como pidiéndome una ayuda,
que me habla para romper el hastío del otoño.
Mi Jesús cree en mí más de lo que yo creo,
pone el rostro cuando otros muestran sus garras.
Paga mis deudas y nunca me pasa la cuenta,
saldamos diferencias en el fondo de un vaso.
Sufrimos cada cena como en la última cena,
cuando ya no quedan panes que multiplicar.
Los peces ya no abundan en los mares-cielo,
y su precio en el mercado es más que elevado.
Qué pena que la fe sea un negocio para pocos,
esos que levantan templos a su dios verdadero,
que si es verde, de papel y de cien, perfecto,
y si viaja escondido en doble fondos, mejor aún.
Qué suerte que mi Jesús pequeño se contenta
con mis palabras de tanto en tanto y mis lágrimas,
que brotan cuando duermo angustiado y le pido
que haga de mis sueños un refugio a tanto daño.
Poema de mi libro "Jirones de un poeta gris"
Pluma y tintero
Qué haremos cuando caiga el último querido,
cuando se marchiten aquellos abrazos
que nos sostenían en cada oscuridad…
Qué haremos cuando los enemigos lo sepan
y preparen sus tretas y armamentos
y se disuelvan como trampas en la noche…
Qué haremos cuando la espada hiera más
que un montón de palabras desafiladas,
y fusilen hasta el último de los poetas…
Qué haremos cuando todos tus libros
no tengan la esperanza de un libro más,
y sólo deshojemos poemas en tu funeral…
Qué haremos cuando el mar cubra la tierra
y no quede suelo donde poder morir de pie,
ni sembrar la última semilla de humanidad…
Habrá que abrazar a los queridos restantes,
habrá que vigilar al enemigo próximo,
y no subestimar la inteligencia de sus actos.
Habrá que afilar la pluma del tintero
e inventar un abecedario nuevo y amplio,
que tenga por contar lo aún no escrito.
Tan desamparado
Él nunca había pensado
que pensaría en lo que pensó,
y el día se hizo noche tan deprisa,
que se durmió soñando que despertaba.
Vaya artilugios tan groseros,
que volteaste tú misma los fusiles
volviendo mi suerte tan esquiva
al ser yo fusilado en su fusilamiento.
En mi balcón dejaste la nieve
que el invierno aún no trajo.
Y es difícil hacerse de un abrigo
cuando estás tan desamparado.
Tan cerca y tan lejos...
Te dejo un te quiero arrugado
como una necesidad,
como un pobre sentimiento.
ERRORES DE PUNTUACIÓN.
Una casa muda y ciega,
un teléfono olvidado,
todo a medio ordenar.
Un puñado de besos disecados,
el sexo en coma cuatro,
la utopía del olvido.
Un te quiero vuelto del revés,
la paz declarándome la guerra,
un soldado muerto entre mis brazos.
Dios que pasa sin dejar señales
en un cielo cada vez más gris,
lleno de cables y antenas rotas.
Camino sin punto de partida,
sin punto cardinal.
Buscando dos puntos suspensivos
para este punto final.
Juez y parte
Has vertido una tristeza
en el tintero amargo de mi inspiración,
donde mojo esta pluma y te describo
el sabor agrio de esta nueva pena.
Y ahora que la habitación
se ha plagado de lobos hambrientos,
habrá que ocultarse bajo las sábanas
y esperar a que disipe esta neblina.
He vuelto al lugar de donde
nunca debería haber escapado.
Una sonrisa o mil promesas
pueden volverte un fugitivo.
Te doy las gracias,
porque todavía me queda tu nombre
para llamarte si me pierdo.
Todavía queda sangre
para cortarse las venas
y que algo tenga sentido.
Hace falta un dios
para volverse ateo,
para tener con quien pelear
por este destino descosido,
que viste con harapos,
que huele a perfume barato,
a empleado de oficina.
Pobre de mí, que creía
en una justicia para dos.
Es imposible enfrentarte
cuando oficias de juez y parte.
UNA MUJER SOLA JUNTO AL RÍO
UNA MUJER SOLA JUNTO AL RÍO
Una mujer sola junto al río
perdiendo su mirada en el brillo,
es mucho más que una mujer,
es una belleza inexplicable.
Una mujer sola junto al río
es la nostalgia soltando anclas,
es la intriga de sus bellos ojos
queriendo adivinar el futuro.
Una mujer sola junto al río,
es la sombra de los árboles
acariciándole la espalda,
es una roca deseando su calor.
Una mujer sola junto al río
es el anzuelo de mi atención.
Una mujer sola que se sonríe,
sabe que no está sola en verdad.
Efectos de tu ausencia
La ausencia de tu llamada,
el silencio en tu mirada,
los ecos de tus pasos,
la neblina de tu razón,
el sol de mis deseos.
El sin sabor de la espera,
los amigos al rescate,
el corazón con ojeras,
las manos sin caricias,
tu ausencia tan perfecta.
Las canciones sin notas,
las alas que me quiebras,
la rutina, muerte súbita,
la carcajada del llanto,
el vacío que me llena.
La mentira que me creo,
la verdad que te asusta,
las promesas ingenuas,
la pasión junto al freezer,
los clavos de mis pies.
La alegría a duras penas,
la garganta sin tu arena,
las piedras bajo tu pecho,
la intriga justo a mi puerta,
y el destino que no es nada.
Poema de mi libro "Jirones de un poeta gris"
El lado opuesto
Cuando la luz del día golpeó en mis ojos,
entendí que al fin no había muerto ayer.
Los titulares amarillos de diarios y TV
no decían nada de un hombre sin alma.
Aún muerto y enterrado, me puse de pie,
desafié al espejo con mi mejor sonrisa.
Las horas frías resbalaban por mi espalda,
y rompí mi promesa de no volver a escribir.
Siempre prometo cosas, y hago lo contrario,
me enamoro de todos, pero aún te extraño.
Aún soy yo, pero no sé estar en ningún lado,
elijo esta soledad que ni yo mismo soporto.
Cómo cambió la vida desde que pusiste
sobredosis de silencio detrás de tus risas.
Dime a quién amabas cuando me querías,
a quién besaba tu alma cuando yo la besaba.
A un mes de la tragedia, no entiendo nada,
aún quedan tus restos esparcidos por la casa.
Falta poco para salir a escena y ser ese otro
que vive en el lado opuesto de esta vida.
Todo aquello que no debo...
Caminos sin destinos,
el destino es cada parada en el camino.
Una pequeña historia,
un retazo de alegría entre mis brazos.
La mala educación
despertando nostalgias
de un niño abandonado.
Tantas preguntas
y el tiempo que nunca llega a contestar.
El tumor de los años
ha llegado para crecer en mis sienes.
Tal vez, algún día,
sea lo que hoy sólo sueño ser.
Tanto intento trunco,
siempre por tu culpa, tu grandísima culpa.
De chico he aprendido tus oraciones
para hoy sentirme sobreactuado al rezar.
Cielo gris, domingo sin almuerzo,
el descanso quemando sus naves.
A escribir cien veces y con buena letra
todo aquello que no debo
y aún sigo pagando.
Puedo entender que no lo entiendas...
Puedo entender que no lo entiendas,
pero no es tan difícil si lo miras como yo.
Si espiara a través de un ojo de vidrio,
tus mentiras serían casi perfectas.
Hay un amanecer despabilándose
torpe y lento más allá del horizonte.
Aún nos queda un poco de vida
que lastimar con la filosa madrugada.
Tendré que esconderte de todos,
alguien lleva mi nombre tatuado.
El arma que tengo en mi bolsillo
no es precisamente para defenderte.
Nadie me vio cruzar la calle,
porque la calle aún no existía.
Al otro lado de tu ventana
dos siluetas planeaban un engaño.
Ya hace mucho tiempo que escribí
los cuentos que ahora me cuentas tú.
Le sobra un ángulo a este triángulo,
me desquicia esta calma aparente.
No sé cómo llegó su sangre
a manchar de celos mis manos.
Te debo las disculpas de mi exceso,
y el tacto sin tacto de mis dedos.
Algún ansiolítico o tal vez un vino
que apague mi desbordada valentía.
No necesitamos leyes ni abogados,
si el río no vomita sus cuerpos.
Aún puedo entender que no lo entiendas,
pero la muerte no tiene vuelta atrás.
Descansemos hasta que llegue el día
y despertemos de esta pesadilla en paz.