Cuentos :  Por vitrificarse (Anticuento Dadaista)
POR VITRIFICARSE
(Anticuento Dadaísta)

El apetito, en la cama, no ha sido vendido regularmente.
Se le encuentra a veces hablando solo, escondido bajo
la mesa o en el patio callado... Entusiasta del reposo.
Entre los árboles, estaba la comida fría.
El horno estaba de vacaciones y el café era de colores
brillantes, incómodo al tacto en su profunda vida interior.
La noche no despertaba, pero salía por la nariz de esa mañana.
Los párpados nunca escuchaban la luna del espejo, y se
complacían levantando unas zapatillas del cajón de las
pestañas. Las sombras al franquear los vidrios tropezaban.
Pasaban dos horas sin que el reloj lo supiera.

El suelo arrojaba todos los objetos que las paredes verdes
despreciaban descuidadamente, imposibilitando levantarlos.
Las alas se lavaban diligentemente los pies.
Y los calcetines discutían con el sombrero sobre la última
disgregación del perfume bajo la sombra de un olmo.

__¡Prudencia, prudencia!. No leas esto en voz alta.


Es difícil discriminar la confusión entre lo problemático,
y un tren desesperado nunca puede disciplinar las
primeras bicicletas que se le caen del cabello. Por lo demás,
la mesa ha cruzado los brazos y saluda a una taza enroscada
en la sed antipática, con el enmarañado aplauso comprado.
Cuando ésto sucede, las moscas de enero sepultan las calles
en túneles de alaridos excavados en las deudas que tiemblan.
Por otra parte, tal manera de actuar, curiosa y entretenida,
provoca a las arañas hostiles que han encontrado a la gente
indigna de confianza por desesperada e impaciente, sobre
todo por vender la paz en frascos y ensañarse con las cajas,
lo cual podría jugar un papel en la palidez de la tinta que
genera la ira del veneno. ¡Oh, domésticos sentimientos!.

¡El plástico llanto ya nada tiene que ver con el cristal!.

Por vitrificarse se quedó ahí, líquido, marinero en tierra.
Quizá recuerde las nubes, y los camellos consagrados al
delfín tomado de la mano y sin hablar...
Siendo así, no importa que tan lejos vayas, desenredar
la madeja solo se permite a las mentes brillantes, a los
espíritus de lucha y paciencia, de tenaz fantasía dulce.

Se ha notado también, que este tipo de lenguaje impide
la comunicación confusa en aquellos que lo ignoran,
además facilita el anestesiar a los fantasmas cuando se
les extirpa un lunar en la rodilla, por debajo de la calle,
y si se callan al regresar al pasado... Aquí también hay
un sentido de familiaridad con la recurrencia del rojo
futuro al sonreír al féretro que esconde un saludo, donde
los hechos tienen que ser registrados, luego retenidos,
y almacenados y después destruidos para ser vendidos
como nuevos. ¡Todo es tan monstruosamente tremendo !.


En los niveles altos es necesario amputarse la
consciencia,
limpia y responsable en lo mínimo que aún conserve, y
ello evitando los efectos secundarios al ir al baño, pues
la regadera es dogmática, preocupada y desconfiada.

La suciedad desencastillada no deja de serlo por traer
corbata, faldas de seda o sonreír a los aplausos vanos.
¡Si se vitrifica, todo está perdido!.

Si es así, más vale cuidarse de la vida eterna
más allá de la muerte a medias.

En ocasiones la culpabilidad enterrada es un
hecho en la astronomía, y el mundo lanza una
llamada de auxilio al silencio provocado, y a
la fuerza indomable que da la desunión organizada
y dispersa cuando intenta pensar por si misma.

El antiguo método de planear se ha vuelto inútil y
obsoleto, sobre todo con las propuestas del miedo,
en la emergencia de los préstamos que reprimen
severamente la configuración catastrófica de la
igualdad y justicia, considerada como una de las
culpables de la maldita paz que no deja riqueza.
El vitrificarse está tomando fuerza, gana en independencia,
se le ve caminando sonámbulo en el sueño febril de un
azucarado postapocalipsis de aluminio y drogas.
Una gran cantidad de materias primas ahora son
hermanas llenando los caminos salvajes de los encinos.
La especulación es más segura y se tiñe las uñas
largas en la competencia feroz por ser más incompetente.


No obstante, cuando el miedo descubre su debilidad
evoca las palabras, omisión y agregar, y recuerda
los
detalles temporales que demuestran todo, absolutamente
todo lo que rodea su permanencia tóxica en el poder vulgar,
con poco efecto sobre la fauna en la zona del epicentro,
excepto a cuatro mil metros de altura del cabello.

Así, como ha quedado dicho, todo esto es por ello.


Nada de que finalmente; Apenas está empezando.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta