Poemas góticos :  ONCE JESUCRISTOS DE ORO PURO.
Un Jesucristo Colosal de Oro Macizo Crucificado en una cruz de Oro con los Ojos de Esmeraldas. Y los Clavos de Rubíes.

Bajo la gran bóveda de crucería
Estaba el Cristo de Oro agonizando,
Y en la carísima cruz de pedrería
El dorado cuerpo estaba deslumbrando.

Era de oro su agónica impostura,
Y su tortura, tremenda, era de oro.
Y era el ascua divina de un tesoro
Su esquelética y bellísima figura.

De oro puro su cuerpo lastimado,
Y los ojos, verdísimos berilos,
Eran dos esmeraldas iracundas.

Y era inmenso el brutal crucificado,
Y los clavos rubíes con su filo,
Y su cruz, de oro puro, tremebunda.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. I.

Colosal era el Cristo de oro puro,
Crucificado en dolor, dorado y serio,
El músculo en tensión, el fuerte nervio,
Rodeado de arcángeles oscuros.

Brillaba el Jesucristo, lirio y nieve,
Y en el Templo Cangrejos colosales,
Y en su boca tal dos rubíes leves
La angustia de tormentos siderales.

Son los Cangrejos gigantes y marmóreos,
Se pierde la belleza entre lo arbóreo
De una música de armonio de oro y lilas.

Y bajo los pies del Jesucristo muerto
Pavos reales verdes, azules, insurrectos,
Cíclopes para una pasión crisoberila.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. II.

Enorme el Jesucristo relucía
Todo de oro macizo y esplendente,
Y su cruz de amatistas relucientes
Dolorosas astillas le ponía.

Era de oro macizo el Jesucristo,
Bajo sus pies cangrejos colosales
Como un tormento de furias siderales
Atestiguaban el dolor del Cristo.

Sus ojos eran verdes esmeraldas,
De oro puro las llagas de su espalda,
Y en el suelo pavos reales verdes.

Y el tormento, qué gran valor tenía,
Y la carne de Cristo relucía.
Las aves, gozan, y los Cangrejos, muerden.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. III.

Gigantescos cangrejos lastimaban
El aire entre sus pinzas colosales
Y un tormento de furias siderales
A un Jesucristo de oro castigaba.

Era de oro aquel cuerpo que brillaba
En su cruz de nácares letales,
Y sus ojos, berilos ideales,
Verdes como lo absenta fulguraban.

Púrpura carmín los labios Nazarenos,
Todo de oro de luz el Cristo bueno.
Y a sus pies azules pavos reales.

Y de mármol negro los cangrejos,
Y las aves, cíclopes circunflejos,
Y relucientes los clavos criminales.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. IV.

Era un Cristo de oro el torturado,
En su holocausto bello, lirio gualda,
Y sus ojos berilas esmeraldas,
Y sus labios carmines delicados.

Y al Jesucristo así crucificado
Le eran de oro las llagas de la espalda,
En un escorzo que la muerte aguarda
Perfecto en extenuación desangelado.

Cangrejos negros el dolor avisan,
Crucificando el aire con sus pinzas,
Y azules verdes las aves deliciosas

Con pavor de muerte crisoberila
Le dan sus ojos verdes que titilan
Como en una noche estrellas tenebrosas.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. V.

Un Cristo dorado agónico expira,
Fulgor de dolor agrio, vinagre para lilas,
Sus ojos esmeraldas bellísimas titilan,
Llama de oro desnuda y boca que suspira.

La sangre en sus costillas esmalte purpurado,
Granate delicado, flor en el oro lasciva,
Y amapola carmín, ignorante y cautiva
De la piel de oro puro de su crucificado.

El cuerpo que es de oro el escorzo recrea
De la tortura inmensa, desaprensiva, fea.
Cangrejos colosales asesinan el aire,

Arañas submarinas sobre exóticas aves.
La uña araña el lirio, desollación suave.
Cíclopes verdes, gemas, ¡¡¡qué dolor¡¡¡, ¡¡¡qué donaire¡¡¡.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. VI.

Lastimado y de oro, fulgurante y caído,
Colosal Jesucristo en su cruz de dolor,
Arañado de muerte, en el escorzo herido,
Esquelético y bello y en su metal atroz.

Cangrejos gigantescos arañan el espacio,
Pinzas criminales y artropodianas patas,
En Jesucristo hay heridas escarlatas,
Y las aves enseñan verdísimos topacios.

Cíclopes azulinos, delicadas las plumas
En hermoso abanico, azules, verdes, bellas,
Y los ojos de Dios, de esmeraldas lascivas.

Y de oro su cuerpo, y su belleza, suma,
Arañas submarinas, negras, malditas, vivas,
Y las plumas salvajes como verdes estrellas.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. VII.

Áureo cuerpo que sufre cruz divina maligna,
Jesucristo de oro coronado de zarzas,
En escorzo esquelético de esquelética garza
En escherzo sublime que atormenta e indigna.

Atormentado en clímax de purísimo oro,
Y carmines esmaltes de sus labios soberbios,
Extenuado el músculo y destrozado el nervio,
Sangre granate exuda sus tiernísimos poros.

Rosal de hierro cruza su frente maculada.
Cangrejos colosales las bóvedas arañan.
Azules aves muestran sus colas esplendentes.

Tarántulas marinas colosales y extrañas.
De amor, de puro oro, su carne torturada,
Sus ojos esmeraldas, verdes, iridiscentes.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. VIII.

Ácida cruz de oro para el cuerpo brillante
Del áureo Jesucristo coronado de espinas,
Zarzal de rosas rojas y garras asesinas
Para un tormento agrio de vino espeluznante.

Zumo de los pomelos más exuberantes
Para la espalda limpia del clavel arrancado,
Y cangrejos de mármol, grotescos y gigantes,
Que atestiguan, dolientes, a su crucificado.

De oro puro el Cristo, de oro su tortura,
De oro su dolencia, de oro su hermosura,
De oro su agonía sobre pavos reales.

Y éstos, crisoberilos, elegantes, perfectos,
Y los cangrejos, negros, submarinos, insectos,
Y el tormento un tormento de furias siderales.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo Gigante Tallado en Lapizlazuli. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. IX. (Dedicado al Fútbol Club Barcelona).

Tallado en lapizlazuli, celeste y torturado,
Con todo el azul vivo de un cielo de oro puro,
El esmalte en los labios, de un rojo muy oscuro,
Y en la costilla herida el rojo despiadado.

En una cruz de oro el Cristo castigado,
Geranio azul y limpio, arrancado clavel,
De mineral celeste, con el cuerpo azulado,
Y los ojos más verdes que la absenta y la miel.

Bueyes de mar enormes el aire mortifican,
Colosales artrópodos, arañas submarinas,
Y aves de azul absenta, y vinagre muy frío

Para labios purpúreos, y las pinzas que pican,
Enormes, gigantescas, negrísimas, dañinas,
Guadalquivir de Marte, hasta el escalofrío.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. X.

El áureo lirio estaba desnudo y castigado
En una cruz de oro que le mortificaba
Y las zarzas de espinas con que se coronaba
Eran zarzas de fuego con carmines dorados.

Centollos colosales en la bóveda abrían
Vigas de hueso duro sobre el crucificado,
Y sus labios granates, carmines esmaltados,
Vinagre sin azúcar con violencia bebían.

Y los bueyes marinos escarbaban con saña
La bóveda de crucería, y los pavos reales
Esplendentes izaban sus mil ojos soberbios.

Y el dolor era uña, y colmillo, y araña,
Y los cíclopes verdes de ojos irreales
En tensión erizaban el músculo y su nervio.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Poeta

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