Prosas poéticas :  Resurrección.
Resurrección.
Ella, Rosaura, desnuda, tan solo con una mantilla española blanca, magnolia brillante de luna y nácar, casi cubierta como de harina o nieve, solo los labios rosas y las uñas violetas proclaman la victoria del color sobre el blanco y el negro, se muerde las mismas con insolencia, y en sus labios, rosas, hay una húmeda flor satánica de belleza absoluta. Su carne preciosa está fría, y el coñito depilado es una promesa de placer efervescente para el macho que ponga su falo dentro. Las dos tetas redondas y macizas tienen que estar, oh demonios, tan llenas de leche y miel como la tierra prometida a Moisés. Todo el mundo cruzaría el Jordán por ella si su mirada no fuera tan insolente y tan arrebatadoramente maligna. Está diciendo: venid a por mi, pero cuidado si las dentelladas y los arañazos que os doy no os desollan la piel a tiras. Soy al alfa y el omega del placer, pero cuidado, hay un áspid en mi boca, un león de Nemea en mi zarpas, y haré que vuestra espalda sufra un plenilunio sangriento.
En medio de la habitación el muerto reposa en el féretro abierto. Tiene la cara hinchada pero todavía no empieza a oler mal. Descansa sobre un lecho de seda rosa y tiene los labios medio sedientos, y los ojos, cerrados, no ven a las putas que en sacrosanta compañía le rodean. Las putas, eso sí, sólo están cubiertas por mantillas españolas, blancas, negras, azules, rosas, amarillas, rojas, verdes, todas ellas desnudas, enseñando los coñitos depilados, encantadoramente zorras. El muerto quizás está ahora entrando en la puerta del Infierno, Caronte ya lo ha llevado sobre las aguas en brazos y ahora Minos, Hades, y Radamanto, discuten bestiales e inmisericordes qué hacer con el despojo, a qué círculo del infierno arrojarlo, molestos por no querer tener semejante escualo entre sus aguas, ninguno quiere adjudicárselo a ningún círculo del infierno. Este nos hunde el negocio, se dicen, mientras estiran el alma del muerto con sus bocas dentudas y la mastican como si fuera un chicle. ¡¡¡Es incomestible¡¡¡, afirman. ¡¡¡¡Está demasiado podrido para el infierno¡¡¡¡.
Soraya mueve un yoyó con alegría y masca un chicle de menta, y hace globos con el chicle, que revienta con cuidado, para no mancharse la cara pecosa, en la que dos ojos grandes y azules encierran un paraíso de malvas caníbales. Está desnuda como las demás putas, sólo una mantilla española roja cubre su cabeza, la ardiente cabellera roja, la mantilla llega al orondo culo, redondo y acampanado, las tetas son pequeñas, como vasitos de miel, su coñito depilado la convierte en una especie de muñeca de porcelana viciosa, una barbie putísima, que juega con un yoyó delante del muerto, sobre el que una mosca revolotea con vileza. Joder qué niña más golfa, es tan puta que a su lado Messalina, la emperatriz romana, todavía no ha aprobado las oposiciones, en sus muslos de corza ardiente y en su culo de golfa ansiosa hay un demente tatuaje de un escorpión sodomita.
El brasero perfuma la habitación con alucema ardiendo. El humo puede volver a asfixiar al muerto.
María Teresa, con una mantilla negra, abierta de piernas juega a las cartas con Eva Luisa, con mantilla dorada, las dos tienen en las uñas cuchillos rojos y azules, las dos tienen en los ojos víboras, y en las bocas, venenosos rubíes, escorpiones, las dos son unas dementes en la cama, saben hacer el carrete como la querida del ministro, cuando perdieron la virginidad ambas se traspasaron por un grueso pollón de goma, no las tomó por primera vez un macho sino un consolador de plástico, saben secretos que harían horrorizar a las monjas del vecino convento, que a esta misma hora llaman al Ángelus con una campanita de plata y oro. Han andado por provincias orientales, donde les cosieron el Virgo, revendiéndolo cien veces. Tienen miel y hiel en la boca, miel y hiel en los senos, hiel y miel en el coño, miel y hiel. Cuando cabalgan un hombre lo conducen, caballo desbocado, por infiernos de melodías acuáticas o por desiertos con llamaradas negras. Cuando son cabalgadas, despeñan al jinete por el precipicio del orgasmo insondable. María Teresa tiene un póquer de ases, Eva Luisa tiene una escalera de color, hay unas tijeras en la mesa, y un jarrón con dos lirios, el brasero quema semillas de alucema.
Isabelita chupa una piruleta alargada, la está derritiendo con sus labios, tiene una mantilla española rosa, y unos ojos verdes y finos, como pequeñas esmeraldillas sangrientas. Chupa la piruleta con su lengua morada, sí, sí, sí, sí, le gusta sobremanera el caramelo. Sus pequeñas tetillas, sus grandes tetillas, están a punto de un muerdo sublime
El muerto, en el féretro, siente una erección tremenda. ¡¡¡¡Chicas¡¡¡¡, dice, levantándose del ataúd, ¡¡¡le levantais la polla a un muerto¡¡¡¡¡.
Hay un cuadro con un efebo desnudo comiendo uvas.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Poeta

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