Cartas :  cincuenta años
Cincuenta años… dicen que es la mitad de la vida, que de ahí en adelante vivimos a diario el último día. Que vamos bajando, que nuestra espalda se va curvando con el peso de los años y que el pelo blanco es síntoma de vejez. Que hay arrugas en la piel, que se marchita la mirada, que llegamos a la curva de la vida, que se condiciona al corazón a querer lo que ya es querido.

Cincuenta años… ¿Qué es la mitad de la vida? Si es así, tengo que decir. ¡Gracias Señor por perdonarme cuando creí que podía andar esta vida sin ti!, sin tu compañía, sin tu protección, sin tu amor. ¡Gracias por considerarme tu hijo!, por no juzgarme, por enseñarme a amar aún a los que me odian, ¡Gracias Señor por permitirme llegar hasta aquí!, sano y salvo. Gracias por tenderme tu mano amiga cuando tropecé y no sabía como levantarme, cuando en mi horizonte solo veía tormentas, cuando busqué un oasis y tú me lo entregaste. ¡Gracias por ayudarme a llegar a esta isla llamada... cincuenta años!

¿Que es como el último día? Pues que sea. Y que venga otro para vivirlo a concho. Que quiero vivirlo contigo, contigo, y contigo también. Y ojalá te sirva lo que he vivido. Por que de niño descubrí el amanecer. Por que he andado muchos caminos y por que he sufrido también.
Que quiero la luz del sol besando mi ventana, que quiero las estrellas alumbrando mi alma, que quiero a mi corazón en los brazos de mi amada, que quiero pintar a besos... esta noche estrellada.

¿Que voy bajando? ¡Y que! si es la ley de la vida. Como decimos los camioneros, todo lo que sube tiene que bajar. ¡Y que! si la vida es una escala que debemos subir. Vamos peldaño a peldaño, pasito a pasito, tal como empezamos a caminar, titubeantes, dudosos, a veces con miedo a lo que vendrá más adelante, temerosos del futuro. Hasta cuando llega el momento en que te das cuenta de lo que quieres, hacia donde llevar tu vida. Y te esfuerzas, luchas y lo consigues. De pronto se te acaba la escala, y te tienes que devolver igual como empezaste. Peldaño a peldaño, pasito a pasito, temeroso del mañana, con miedo a llegar al ultimo peldaño que a diferencia de ayer, hoy... solo baja.
Pero yo estoy contento, subí a lo más alto de la montaña, tan alto que toqué el cielo, y cuando nadie me vio, me robé un lucero, y lo guardo en mi pecho con mucho celo, es quien me alumbrará el camino, si se me abren las puertas del cielo...

Cuan equivocados están cuando dicen que el peso de los años curva la espalda. No será que como adultos o como padres al querer resolver los problemas de los otros, los tomamos como si fuesen de nosotros ¿y los cargamos en nuestros hombros por años?
Quizás sea la pena silenciosa que dejaron los que ya no están, y los que no quieren estar.
Quizás es la forma que adoptas, cuando te conviertes en un peldaño más, para que tus hijos puedan llegar mucho más alto que tu.

¿Que el pelo es blanco? ¡Mira bien! Que es gris y plateado. Y lo llevo con orgullo, sin disimulos, que en él está la historia de mi vida, es como un libro abierto que puedes hojear cuando quieras y te puedo enseñar a leerlo.
Y te digo que cada pelo gris ha sido un problema en mi vida, y representa la lucha que sostuve con tesón para poder resolverlo, el esfuerzo y a veces las lagrimas que derramé cuando no encontraba la solución y daba todo por perdido.
Gris. Sinónimo de triste, así también a estado mi corazón con las perdidas que he enfrentado. No son perdidas materiales, esas que son muchas jamás me dolieron, hablo de las otras, de esas que te rompen el alma, de esas que a veces callas por que debes ser fuerte, de esas que darías tu vida para cambiar lo sucedido, de esas que te hacen mirar el cielo, de esas que te hacen; hablar con el viento.
Pero, también tengo cabellos plateados que representan la alegría del deber cumplido. Y son muchos, como muchos son los días felices que he vivido y que sigo viviendo. Porque tengo sus sonrisas, porque tengo sus miradas, porque tengo sus palabras, porque sé que aún me aman. Porque puedo mirar hacia atrás y no me avergüenza mi pasado, porque puedo ver a mis hijas caminando firme por la vida, porque tengo un hijo en algún lugar de la vía, porque tengo algunos nietos que me entregan su alegría.

¿Que hay arrugas en la piel? Cuantos sinónimos hay para la palabra arrugas, algunos de ellos son: Pliegues, estrías, rayas, surcos. Yo me quedo con este último. “Surcos.” Por una razón muy sencilla, los surcos de mi piel los hizo el arado del tiempo, y en ellos quiero sembrar: besos, abrazos, cariños y muchos te quiero. Para que se rieguen con tus besos, para que germinen con tus cariños y para que florezcan con tus te quiero.
Para que algún dia cultivemos lo que tengo para ti, aquí dentro de mi pecho.

¿Qué se marchita la mirada? ¡No!, es que quizás me viste abatido cuando recordé algún pasaje triste de mi vida. O cuando hice un largo alto en mi camino, para buscar donde perdí al mas grande de mis cachorros. O tal vez me viste en un sino de la vida. En uno de esos momentos en que tienes todo y nada a la vez, cuando tus manos están llenas y vacías también. Quizás fue cuando me acordé que tengo el privilegio de tener conmigo a mi mamaíta, pero que no la puedo abrazar por que lejos de mi está.
Es que mis ojos se empañan cuando miro la creación. Cuando tímidamente el sol se acerca a mi ventana. Cuando escucho a un pajarillo entonando una canción. Cuando siento que a mi alma se le escapan las palabras. Cuando entiendo que en la vida no vivimos sin amor.

¿Que es la curva de la vida? Si es así, que cada uno la enfrente lo mejor que pueda, que yo lo haré a mi manera y aquí aplicaré todo lo aprendido a lo largo del camino. Aquí pondré el sudor, la calma, aquí dejaré mis manos ajadas. Aquí seré el camionero, por que aquí correré por todos esos caminos que aún no conozco.
Porque aquí pararé, justo en esta curva y bajaré mi carga pesada, la mitad de mi vida, ese ultimo día, la famosa escalera, el peso de mi espalda, los cabellos grises, las arrugas de la piel y la mirada marchita.
Y seguiré viajando por la senda de mi vida, por lo ancho y lo angosto del camino, por esta ruta que me tocó recorrer. Pero no me apures, que mi andar es lento, no me apures, que quiero tiempo, déjame tomar la curva de mi vida con sigilo, que no esta señalada hacia que caminos me llevará…

Y aquí estoy, en un alto del camino que tengo que recorrer, a la orilla de el, sentado sobre una roca, tomando aliento para refrescar a mi corazón. Mirando al cielo y su río de estrellas, extendiendo mis manos para poder tocarlas, admirando a un lucero que se entrega a mis ojos y que ilumina mi vida en su brillante agonía.
Porque así quiero a mi corazón, hallando luz en la oscuridad de mi alma, arrancando de cuajo los odios, los temores, abrazando al viento para amainar la tormenta, y renovando el amor en cada amanecer.
Así quiero a mi corazón, que no este condicionado a lo mismo del ayer, a la soberbia y a la desidia, quiero un corazón capaz de sentir el amor en cada silencio del alba, en cada trinar de las aves, en cada suspiro del viento y en cada gota de lluvia al caer.
Porque voy a recorrer el futuro de la mano de mi amada. Y bailar con las espigas, rodeados de versos de amor.
Porque quiero navegar mi vida en un halo de su beso. Y correr por las veredas, de la entrega y la pasión.
Porque de mi alma en sus brazos, floreció la primavera. Porque con ella a mi lado soy un huerto en flor.
Porque así quiero a mi corazón, libre. Para saltar y correr por un plateado camino de luna, por la blanca estela dibujada en el mar, tomado de la mano de la amada mía, dejando mí esencia volar. Así quiero a mi corazón. Mojado por la lluvia de sus besos, en el silencio perpetuo del querer, y en el absurdo sosiego de la noche... repartiendo lisonjas de amor.




f.n.h.a.



















Poeta

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