Poemas surrealistas :  Visiones depresivas de un guerrero maldito
Me siento como un guerrero maldito pues soy el último hombre en pie en este campo de batalla y siento como se desangra mi alma con su dolor súbito, busco alrededor a mi primo, hermano de armas y de mi misma patria que no compartió mi destino, mis ojos se cruzan con los de su cuerpo en el suelo, la mirada perdida en el cielo y una flecha atravesando su cuello, en mi garganta un sentimiento extraño, una ira que busca salida, que busca vengar su herida, pero no hay a quien infligir daño, mis compañeros soldados yacen a mi alrededor y las heridas en mi cuerpo no causan más dolor que aquel de verlos ahí sin fuerzas para vivir pues les falta poco para morir, un dolor que va más allá de lo físico, veo movimiento y tomo pulsos mas ellos en ese momento me piden que termine su sufrimiento mientras siento que ganamos, iluso, ¿Qué clase de victoria podría venir de la muerte de tus hermanos?, ¿Como celebrar con la muerte de tus soldados? son las preguntas que me hago mientras busco la fuerza para salir de ese lugar, para mi vida continuar pero cuando quiero caminar no puedo hacerlo tras mirar atrás, en aquel que fuese un día un prado verde cercano a mi pueblo natal, que ahora de rojo se ha teñido con la sangre que hemos derramado, bajo mis pies soldados están desangrados, algunos siguen armados pero sé que muertos están y ya nadie puede luchar, puedo ver escudos astillados y espadas quebradas, flechas clavadas en la tierra y en la carne pero el único sonido es el de mi respiración y la risa del diablo en el aire por haber tomado a tanta gente, mi brazo sangra y mis piernas falsean pues una flecha me ha alcanzado en el muslo izquierdo, me pregunto si yo también me desangraré, no tengo con que tratar las heridas, así que rasgo el pantalón de mi pierna doliente y utilizo ese pedazo de tela para intentar detener el sangrado, dudando que falle pero pidiéndole a Dios, a pesar de que tras esto dudo que haya uno ahí arriba, que lo haga pero como podría encontrarlos en el otro mundo tan solo para decirles que termine mi vida voluntariamente para ir con ellos, me aterra lo que aquellos fieros guerreros podrían decir, ¿Me elogiarían? ¿Me repudiarían por desperdiciar algo que a ellos se les termino? Me lo pregunto y temo por eso me aferro con débil voluntad a la vida que me queda, si, visiones depresivas me roban de a poco mi existencia y mientras el sol se pone siento como un aire frío limpia una gota que por mi rostro corría, una lagrima o un poco de sangre quizás, no lo sé, mas esta suave caricia contrasta con las ultimas horas de mi vida, mi mente se sumerge en recuerdos de batallas y entre estos uno de una promesa hecha hace tiempo a mi primo, “vivimos juntos, luchamos juntos, morimos juntos” si, todo estaba claro ahora, debía morir con él, esa era la promesa no habría forma en que me reprochase, asi que desate la venda de la herida y deje que las constantes vitales bajaran al ritmo en que mis venas se vaciaran, cerré los ojos y decidí dormir, pero desperté en aquel lugar herido mientras el oxigeno me abandonaba y al monte de las alma caminaba pero una voz me alcanzo y me dijo “aun te queda mucho por vivir, tanto por hacer, mucho por lograr y sentir no te puedes ir” y desperté más no había nadie ahí y viví como el guerrero maldito que no puede morir, condenado a luchar y sufrir para la eternidad
Poeta

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