Poemas :  HIMNO A ISHTAR
HIMNO A ISHTAR
(c. 1750 a. C)

Ishtar era probablemente la representación del planeta Venus, y se le llama hija de Sin, la luna.
Las tablillas proceden de la biblioteca de
Asurbanipal. Tablillas de la época sumerio-babilónica. Texto y traducción: L.W. King/Ángel M. Garibay K.


¡Yo clamo a tí, diosa de los dioses; señora de los que dominan!
Ishtar, reina de las naciones que guías en la sombra.
Irinia la excelsa, la más alta de los dioses.
No hay nombre como el tuyo: a todos superas.
Luz eres de cielos y tierra; hija eres de Sin:
tú las armas llevas; tú la batalla decides.
Tienes todo el poder; la corona de la fuerza.
¡Gloriosa entre los dioses; sobre todo excelsa,
estrella del lamento, que haces luchar hermanos
con hermanos, pero constante les das al fin paz!.
¡Señora de la guerra, que abates las montañas,
oh Gushea, que te vistes de terror y majestad:
tú en el cielo y en la tierra formulas el juicio
y eres venerada en todos los templos, tanto grandes como chicos!.
¿Dónde no está tu nombre? ¿Dónde no tu poder?
¿Dónde no está tú imagen? ¿Dónde no tu santuarios?
¿Dónde no eres gloriosa? ¿Dónde no enaltecida?
Anu, Enlil y Ea te han levantado:
hicieron de tí la más alta deidad.
Sobre los dioses todos han hecho tu grandeza
y ante tu nombre sólo la tierra se estremece.
Tiemblan los dioses y su congregación ante tí,
los hombres en su pavor se rinden humillados.
Como que eres grande y eres muy alta
y todos los hombres doblegan su cabeza.
Eres la que eleva al desvalido y eres la que ampara al caído.
¡Piedad, Ishtar, señora de los cielos y la tierra,
pastora del errante fatigado!
¡Piedad, Ishtar, que mantienes la riqueza!
¡Piedad, Ishtar, que nunca te fatigas en tus pasos
y jamás las rodillas te flaquean!
¡Salve brillante reina de los dioses,
leona que acaudillas a los dioses de la altura:
tú eres la más potente; tú esfuerzas los riñones
a los reyes,
tú mantienes el freno en los vasallos!
Alta y sublime eres, cual antorcha del mundo,
como luz de los pueblos para siempre.
¡La irresistible en los combates; la indomable en la guerra!

Vuelve tus ojos a mí; reluzca para mí tu faz.
¿Tanto tiempo aún han de estar en mi contra mis enemigos?
¿Se habrán de gozar por mis infortunios?
¡Me han puesto saco de amargura: así vengo a tu presencia!
El débil se volvió fuerte: pero yo débil perduro.
Fluyo ante ti, cual el agua: cuando el viento la revuelve.
Volando mi corazón va cual ave de los cielos.
Cual paloma por la noche, lanzo al aire mi lamento
Abatido hasta el extremo, gimo ante ti sin consuelo.

Dolor de frente, opresión, ruina del cuerpo cayeron sobre mí:
angustia, pena, congoja, de los dioses y de los hombres me vienen.
¿Qué me espera? ¡Amargos días, muerte, dolor y tristeza!
¿Qué me espera? ¡Confusión en el juicio ante tus ojos!
Muerte y fin están en acecho, para cuando a ellos salga yo.
El silencio es mi santuario; el silencio es mi palacio.
Silencio llena mi vida y envuelve mi soledad.
Disipada es mi familia; mi techo caído en ruinas.
A ti clamo: oye mi ruego y olvida mis pecados.
Poeta

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