Cartas :  Cartas sin destino
Las últimas hojas del árbol bajo el que nos besábamos con helado en los labios han terminado de caer.
Tus ojos siguen brillando tanto como la luna del último día de hace casi 12 meses, tus manos se han ido entibiando pero aún logro sentir el calor que desprenden al sujetar mi mano mientras caminamos por noches irremediablemente frías.
Todavía no sé distinguir entre sueños y realidades y tú sigues sin lograr desprender una palabra, no importa en realidad, hemos sobrevivido otro día en esta porquería, y tú sigues sonriendo aunque todo duela.
Probablemente extraño tus brazos formando un círculo al rededor de mi cuello, y el humo de mi cigarrillo me llene de nostalgia de tiempos que no volverán jamás, tal vez recuerdes las promesas sobre un puente o incluso hayas olvidado las palabras en una carta rota que olía a verdad.
Estamos viviendo lo mejor de lo que consideramos peor, no hay monotonía que venza el quiero, ni un quiero que se deje vencer por un quizá.
Camino por veredas tristes que me saben a ti, y las nubes han formado figuras que tildan recuerdos distantes, sosegados por tiempo helado, por silencios ocupados camuflados en necedades necesarias, y tu cuerpo y el mío se han negado a cortar el hilo que tejieron desde el alma.
Colores de arcoíris gris, amargo sabor de café árido, lluvia tenue de abril que llegó a septiembre, vacías latas de cerveza que sabían a libertad, dulces besos que el aire trae consigo desde el lugar donde quiera que tú estés...
Las hojas vuelan ahora y rozan suave con el piso y un ave canta en las desnudas ramas de aquél árbol
No dejes de sujetar mi mano...
Poeta

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