Soneto ausente
El sentido del tiempo se me aclara
desde que te ha dejado y me has traído,
y el espacio también tiene sentido
desde que con sus lenguas nos separa.
El uno tiene ahora canto y cara
porque vive de habernos dividido,
y el otro no sería conocido
si no nos escondiera y alejara.
Desde que somos de la lejanía,
el espacio, que apenas existía,
existe por habernos separado.
Y el tiempo que discurre hacia la muerte
no existe por el tiempo que ha pasado
sino por el que falta para verte.
Amor antiguo
Amor antiguo, cuya sombra empaña
mi cariñosa propensión de ahora,
eres como una sombra de montaña
sobre el encendimiento de la aurora.
Amor antiguo, cuya pesadumbre
traba la agilidad de mi alegría,
eres la tiranía de la cumbre
contra la libertad del mediodía.
Amor antiguo, cuya voz sofoca
la nueva vocecita del cariño,
eres palabra de proyecta boca
en una boca inédita de niño.
Amor antiguo, cuyo sentimiento
hace caber el mundo en nuestro llanto,
eres el alma convertida en viento
y eres el viento convertido en canto.
Amor antiguo, cuya remembranza
cada amorosa perspectiva cierra,
eres esa emoción que sólo alcanza
quien se acuerda del mar desde la tierra.
Soneto del amor victorioso
Ni el tiempo que al pasar me repetía
que no tendría fin mi desventura
será capaz con su palabra oscura
de resistir la luz de mi alegría,
ni el espacio que un día y otro día
convertía distancia en amargura
me apartará de la persona pura
que se confunde con mi poesía.
Porque para el Amor que se prolonga
por encima de cada sepultura
no existe tiempo donde el sol se ponga.
Porque para el Amor omnipotente,
que todo lo transforma y transfigura,
no existe espacio que no esté presente.
La palabra
En cada ser, en cada cosa, en cada
palpitación, en cada voz que siento
espero que me sea revelada
esa palabra de que estoy sediento.
Aguardo a que la diga el firmamento,
pero su boca inmensa está callada;
la busco por el mar y por el viento,
pero el viento y el mar no dicen nada.
Hasta los picos de los ruiseñores
y las puertas cerradas de las flores
me niegan lo que quiero conocer.
Sólo en mi corazón oigo un sonido
que acaso tenga un vago parecido
con lo que esa palabra puede ser.
Soneto de la unidad del alma
Yo que tengo la voz desparramada,
yo que tengo el afecto dividido,
yo que sobre las cosas he vivido
siempre con la memoria derramada;
yo que fui por la tierra desolada,
yo que fui bajo el cielo prometido
con el entendimiento repartido
y con la voluntad multiplicada;
quiero poner ahora la energía
de la memoria, del entendimiento
y de la voluntad en armonía
con la Memoria que no olvida nunca
con el Entendimiento siempre atento
y con la Voluntad que no se trunca.
Soneto
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Romance
Aquellas cosas profundas
Que yo apenas entendía.
Desde que el amor las nombra
Me parecen cristalinas.
Aquel tiempo de otro tiempo,
Que sin gloria transcurría,
Desde que el amor lo empuja
Tiene lo que no tenía.
Aquella voz apagada
Es una voz encendida
Desde que el amor de fuego
Su fervor le comunica.
Aquella frente desierta.
Aquella frente perdida.
Está mucho menos sola
Desde que el amor la habita.
Aquellos ojos cerrados
Están abiertos y miran
Desde que el amor les muestra
Riquezas desconocidas.
Aquellas manos desnudas
Ya no son manos vacías
Desde que el amor las llena
Con su propia maravilla.
Aquellos pasos sin rumbo.
Aquellos pasos sin vida.
Ya tienen rumbo seguro
Desde que el amor los guía.
Aquel corazón oscuro
Luce una luz infinita
Desde que el amor lo alumbra
Con su verdadero día.
Aquel pobre entendimiento
Tiene una fuerza más limpia
Desde que el amor lo inflama.
Desde que el amor lo anima.
Aquella pluma de siempre
Vive una vida más viva
Desde que el amor la mueve,
Desde que el amor la inspira.
Aquel mundo sin objeto
Tiene una razón precisa
Desde que el amor eterno
Lo sustenta y justifica.
Aquella vida de antaño
Responde a peso y medida
Desde que el amor confunde
Su existencia con la mía.
Soneto interior
Aquí donde la tierra es menos tierra,
donde el agua es el agua del olvido,
donde el aire es un aire sin sonido
y donde el fuego ya no mueve guerra;
Aquí donde la tierra se destierra,
donde el agua carece de sentido,
donde el aire prefiere estar dormido
y donde el fuego su pasión encierra;
el hombre de mirada pensativa
substituye las cosas de su casa;
la tierra, con su carne fugitiva,
el aire, con el aire de su aliento,
el agua, con su propio sentimiento,
el fuego, con el fuego que lo abrasa.
1937
Romance de la niña cordobesa
En su vecindad el tiempo
parece que no corriera,
pues el invierno es verano,
y el otoño, primavera:
Las noches se vuelven días,
los días no tienen fecha,
y cuando el sol se termina
parece que el sol empieza.
Sus ojos siempre lejanos
a pesar de su presencia
(porque miran de muy lejos
aunque miren de muy cerca)
son dos pájaros oscuros,
desterrados de la tierra:
Uno se llama nostalgia
y otro se llama tristeza.
Las mañanas y las tardes
de Córdoba son más bellas
que las del resto del mundo
porque las frente las sueña;
y las noches de los otros
(para mí no puede haberlas)
han aprendido su oficio
en la de su cabellera.
Su voz es como el arroyo
pensativo de la tierra,
que dulcifica el paisaje
por más huraño que sea,
pues aunque sus aguas dulces
van pensando en lo que piensan,
dejan como por descuido
una flor en cada piedra.
En mi vida he visto nada
como sus manos morenas
para alumbrar mi camino
con la luz de sus estrellas:
La derecha me señala
el rumbo de su cabeza.
Y el seguro derrotero
de su corazón la izquierda.
Su presencia es como el vino
que, junto a la chimenea,
toma el viajero cansado
para recobrar sus fuerzas,
mientras el viento y la lluvia
están llamando a la puerta,
como queriendo decirle
que en el camino lo esperan.
Quiero vivir en un mundo
maravilloso que tenga
su frente por horizonte
y sus ojos por fronteras,
sin más noches que la dulce
noche de su cabellera,
ni más estrella de plata
que las de sus manos buenas,
soñando mañana y tarde,
por única recompensa,
con el laurel de su nombre
para ceñir mi cabeza,
y dando todas las voces
musicales de la tierra
por una sola palabra
de la niña cordobesa.
Amor unitivo
Tan unidas están nuestras cabezas
y tan atados nuestros corazones,
ya concertadas las inclinaciones
y confundidas las naturalezas,
que nuestros argumentos y razones
y nuestras alegrías y tristezas
están jugando al ajedrez con piezas
iguales en color y proporciones.
En el tablero de la vida vemos
empeñados a dos que conocemos,
a pesar de que no diferenciamos,
En un juego amoroso que sabemos
sin ganador, porque los dos perdemos,
ni perdedor, porque los dos ganamos.