Poemas :  La leyenda del Silbón
La leyenda del Silbón

El Silbón es una leyenda espeluznante de los hermosos llanos orientales
Es un mito cargado de espantos y miedos atroces fantasmales
Es el arraigo de la historia de las llanuras y costumbres de anécdotas culturales
Se cree que pueden haber sido ciertas o cuentos fantasmagóricos irreales
Son leyendas de engendros y monstruos, que causan miedos sobrenaturales

Una noche de luna llena iban unos borrachos por unos humedales y caminos polvorientos
Venían de parranda alicorados, riéndose a carcajadas y muy contentos
Marchaban abrazados con varias mujerzuelas, que alegraban sus sentimientos
Iban de lado a lado por aquel camino estrecho al vaivén, tropezando en sus movimientos
Llegaron a una colina y de allí se divisa la llanura inmensa, donde han ocurrido actos violentos
En forma escurridiza se sentaron a despotricar de sus lánguidos sufrimientos
Un aire suave y apacible los rodeo quedando mudos en sus estremecimientos
Los más borrachos cayeron en un letargo idos y somnolientos
Los otros empezaron a rezar y a balbucear sus pecados y arrepentimientos
A lo lejos se empezó a escuchar un silbido melodioso de pentagrama de aquellos cuentos de encantamiento
Era un silbido de acordes de escala musical con aires siniestros, era el llamado de sus acercamientos
Era el mismísimo fantasma del Silbón que los acechaba de cerca en la algarabía de sus esparcimientos

Cuenta la historia en medio de sus habladurías, que quedaron escritas en aquellos libros de estantes, de casonas de grandes ventanales
Que hubo una vez, en aquellas llanuras llenas de verdor y matorrales
Una familia llanera de arraigos campesinos y del trabajo del ganado tradicionales
El hijo Silbón era soberbio, desobediente, borrachín y parrandero, de consentimientos maternales
Una noche huracanada tiró al piso la comida, vociferando insultos y babaza de soberbias irracionales
Pidiendo comer asaduras o vísceras del venado, que pastan en la llanura y sus arrabales
Salió furioso hacia las cantinas de mala muerte a pesar que soplaban vientos de vendavales

El padre de Silbón agarró la escopeta de fisto y el cuchillo, como aquellos expertos cazadores
Salió raudo cruzando ríos y morichales en busca del venado, temblando del cansancio de sus sudores
Hambriento y sediento regresaba a casa sin la presa, acusando sus horribles temores
Y por aquel camino estrecho, con la luz de la luna, se encontró con el hijo y sus silbos encantadores
Silbón venia hediondo en su borrachera y recriminó al padre lleno de odios, soberbias y rencores
Golpeo al padre tirándolo al piso, le disparó a pesar del ruego y de sus gritos desgarradores
Con el cuchillo abrió su vientre y sacó las vísceras, llevándolas como trofeo de vencedores
Llegó a la casona en medio de la oscuridad, donde lo esperaba la familia, con el ruego de sus clamores
Lo amarraron a un árbol y a latigazos rompieron su espalda sangrante, haciéndole ver el respeto por sus superiores
Le rociaron ají picante y sal en las heridas, retorciéndose, pidiendo clemencia por sus espeluznantes horrores
El abuelo lo maldijo por siempre hasta la eternidad y lo desterraron con el ahínco de sus rigores
Azuzaron al demoniaco perro tureco, que lo persiguiera con la pestilencia de sus hedores
Mordiéndole los talones con sus ladridos siniestros amenazadores
Silbón regreso con un costal por los huesos de su padre, con sudores y lamentos agotadores
Perdiéndose por siempre en la llanura espesa, convirtiéndose en leyenda de espantos aterradores
Dicen que es una sombra gigante, delgada y sombrero, que cruza la llanura con silbidos abrumadores
Lleva a cuestas un saco raído y harapiento con la osamenta, quejándose con alaridos de estruendo de sus dolores
Hace crujir los huesos y el ladrido de tureco, acechando la muerte con sus agonizantes temores

Esa noche de luna llena, divisó en la colina a los aventureros, parranderos y vagabundos
Se acrecentó su silbido y una sombra gigante y oscura los arropó en segundos
Les abrió el vientre y por el ombligo succionó el aguardiente y el guarapo de los borrachos moribundos
Cayeron en un letargo, pálidos e inertes en un sueño sepulcral profundo
El perro demoníaco ladraba sin parar y los olores eran apestosos y nauseabundos
Silbón hacia crujir los huesos de su padre, gritando y balbuceando soeces con estremecimientos furibundos
Y allí en la inmensa llanura empezó a amanecer y en la colina aparecieron varias cruces y la naturaleza resplandecía en un verde esplendoroso rotundo

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga febrero 17-2022
Poeta

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