Desperté en medio de la noche, en lugar que quizás conocía pero entre tal oscuridad en la que estaba que me impedía ver incluso la palma de mi mano, no podría afirmar con seguridad como tampoco podría dar un aproximado pues lo poco que lograban distinguir mis ojos me sabía desconocido, así que comencé a caminar asía algo que a lo lejos me sonaba como a una puerta, una puerta de la que si bien no conocía el destino seria mejor que quedarme sentado ahí hundido en aquel entorno negro como la luna jamas permitió estar a la noche, avance con cuidado y tras tener tropiezos menores con unos pequeños objetos logre asirme a la manija de la puerta la cual aunque estaba aterrado de girar sabia que debía hacerlo, pues al no haber ventanas o indicios de alguna otra puerta parecía ser mi única salida, una vez que hube cruzado aquel extraño portal, pude ver la puerta que se cerraba a mis espaldas y noté casi de manera instantánea que al principio fuese un puerta alta y fuerte diseñada para la contención pero que poco a poco perdió su propósito al punto de dejar de lado su misión que cambio de a poco por el cansancio y cambio su cerradura por un poco de paz, me di la vuelta para ver si podía ahora si, estando en un cuarto mas iluminado, darme cuenta de donde me encontraba, más este cuarto era tan extraño como el anterior pues a pesar de que este recibía el baño de luz que ofrece una pequeña lampara de techo, notaba que todo era gris, todo carecía de color y de forma, sin embargo poseía una belleza un tanto embriagante que casi hacia que me olvidara del hecho que no conocía el nombre de lo que veía, al pasarseme un poco la impresión, vi una puerta parecida a la anterior pero esta no solo estaba menos gastada, era mas pequeña y débil y su cerradura aun se encontraba en su lugar, más la llave se encontraba ahí pegada prueba de su uso reciente, sin darle mucha importancia la atravesé, y al otro lado de ella esta vez todo tenia color, forma y belleza, conocía todo lo que veía, sin embargo no me alegraba verlo pues todo me era ajeno, no había nada en ese cuarto que hubiera visto antes, o que pudiese llamar mio, y entonces todo vino a mi mente, tan solo había dado un paseo por los mas profundo de mi alma, primero estaba mi oscuridad, aquella que tanto tiempo quise ocultar y contener pero que últimamente estaba ganando fuerza y eventualmente saliendo, después llegue a lo mas puro de mi ser, aquella esencia que aun no moldeo por completo, y que aun carece de color pero que a mis ojos es hermosa pues me pertenece por completo, para llegar finalmente a lo ajeno, a aquello que llena mi vida, mas esta lejos de llenar mi alma de felicidad...
Siempre es buena una introspección a nuestra alma. Buen escrito. Saludos. Claudia Alhelí Castillo