Ángel
Fuiste como un ángel para mí
En estos días en que andaba medio triste,
Reparando que la vida no es tan buena cuando
Nadie te puede hacer sonreír.
A pesar de todo lo malo, sin embargo,
Nunca me rehusaste un motivo para ser feliz
Día tras día, minuto tras minuto,
Aunque todo estuviese por caer.
Cada palabra tuya es una sonrisa mía;
A cada sonrisa tuya, una alegría;
Sabes hacer de tus consejos proverbios;
Tus éxitos son ejemplos, y tus ejemplos son decretos.
Imposible sería, entretanto,
Llegar hasta aquí sin dejar huellas en la arena:
Las pequeñas huellas dónde se entierran sus tristezas,
Orillas de pequeños abismos que jamás te derribaron
Gracias a tus blandas alas blancas;
A tu flotar por mares en tormenta
Rechazando los vientos que te solían derribar.
Como un ángel, llegaste sin aviso,
Imprevisible, pero bienvenida; y como un ángel
Acá en este corazón has siempre de quedar.
Traicion
TRAICION
Una noche de estas vine caminando
Por calles que la luna no iluminaba;
Una estrella, sola, poco alumbraba
Y la oscuridad, sola, me iba cegando.
Iba desnuda, el cuerpo temblando
Y un infortunio, solo, mataba:
Un beso, un deseo que no me llegaba
Mientras yo me quedaba esperando.
Una noche de estas vine amando
Y tu voz me decía qué sentías,
Tanto cuanto a mí tú me mentías,
Yo por un beso andaba ansiando.
Una mirada y me tenías buscando
Caminos que tú me mostrarías,
Pero tu voz, basuras y tonterías
Seguía mis oídos llenando.
Mas una noche de estas vine llorando
Y un abrazo nunca llegaste a darme.
¿Qué hice yo para no más amarme?
Yo sigo me preguntando…
Yo sigo por estas noches caminando
Buscando una calle para traicionarme,
Pues si no puedo tenerte, me niego a darme
El poco de esperanza que seguías me dando.
El Verdadero Amor es Irracional
Por que insistimos en buscar el verdadero amor baseandonos en la razon si el es resultado de la pasion inescrupulosa y la racionalidad efusiva?
Castillo
¿Quién te puede sacar una sonrisa en días de lágrimas?
¿Quién te puede hacer sentirse vivo en un mundo de muertos?
¿Quién está allí para atraparte en todas las orillas
Y sacarte todos tus miedos?
¿Quién te puede calentar en inviernos infinitos?
¿Quién te puede cantar en días de sordez?
¿Quién te puede decir que todo va a estar bien
Más de una vez?
Fue caminando por el hilo entre el sonreír y el suplicar
Que tuve delante de mí, tan bella y divina,
Más que un ángel, tan buena y sencilla,
Una mujer quien jamás podría dejar de amar.
Aunque nos aparten miles de meses o días,
Quilómetros de fríos mares y océanos,
Quizás veranos a lo largo de los años,
Es en tu sonrisa que comparto mis alegrías.
En los ojos que nunca llegué a mirar
O en las palabras que he oído al acaso
Me pierdo y felicito en el sueño de un abrazo
Y vivo la vida por verla triunfar.
Pero sí me pierdo en oscuros pasillos
Sé que basta tu presencia para que a la cumbre
Llegue tan bien y sin ninguna incertidumbre
De que en el pico puedo construir mi Castillo.
Así que quien me puede arrancar sonrisas en medio a ríos de lágrimas
Es quien me puede hacer vivir en medio a la oscuridad:
Una mujer de quien nada conozco, codicio o quiero
Aparte de tu existencia para alejarme el malo y traer la felicidad.
DEDICO A LA ACTRIZ FERNANDA CASTILLO, UNA MUJER MARAVILLOSA QUE ADMIRO MUCHO Y QUE REPRESENTA TODO LO BUENO QUE HAY EN ESTE MUNDO DE TRAGÉDIAS.
Amarte
AMARTE
Amarte me duele
Y quererte me mata;
Besarte no basta
Si amarte no duele.
Vivir no me suena
Tan bueno sin ti
Si amarte no duele
Y besarme te basta.
ADEUS
Fúnebres pesares, açoita-me a alma
E eu, à janela, nada além permeio
Do quê uma tempestade que aos poucos se acalma
Dado o timbre dum lúgubre regorjeio.
Fúnebres pesares, infindas condolências
Aos beijos que se foram e jamais voltarão;
O quê me queda senão a reminiscência
De anos que somente passarão?
Pobres infelizes encantados por um amor tardio
E eu, à janela, nada além permeio
Do quê os invernos que já não trazem frio
Se não uma primavera que tampouco eu semeio.
Pobres poetas desfigurados pelo romantismo
E homens destituídos por palavras sem nexo.
De quê vale tão boçal ilusionismo
Quando, no fim, é sempre tudo sexo?
Mas confesso-vos que também cedo eu ao pecado
E é por isso tamanho alarde:
Como posso condenar um ser amado
Quando hoje já é tarde?
Eu apenas resguardo uns poucos beijos pelas nuances
E umas poucas carícias em lugares indevidos;
Sofismo-me à janela para que me amanse
A ternura destes momentos perdidos...
QUISIERA
Quisiera poder olvidarme de ti
Y no soñar contigo siempre que cierro los ojos;
No recordar tu olor siempre que despierto;
No desear tus labios siempre que me siento perdida…
Quisiera poder decirte que ya no eres más,
Que nunca fuiste,
Que no serás…
Quisiera poder robarte un poco de mí,
Aquello de que te has olvidado
Para que ya no me sienta vacía, carente
O iludida por mi fragilidad.
Quisiera poder hacerte el mismo daño,
Decir que nunca te amé
Y que ya no te extraño…
Pero ya te escribo de nuevo.
Ayer soñé contigo.
Hoy extrañé tus besos.
Mañana quiero tus abrazos.
Ay, como quisiera poder decirte “amor”,
Decirte “te quiero”,
y morir en tus brazos…
EL CUENTO DE LA PIEDRA
EL CUENTO DE LA PIEDRA
Era una vez un hombre; él era lo más sabio entre los miles de hombres que componían su sociedad y despresaba aquéllos que no creían en su sabiduría. Por algo, no era muy querido por los demás. Aún así lo respetaban mucho; él conocía las Ciencias, las Matemáticas, la Filosofía y la Historia; enseñaba el arte de los estudios a los más chavitos y difundía la política entre los más viejos, hasta que un día conoció a un chico venido de los alrededores que suplicó por un abrigo y una cena. El sabio le concedió su pedido.
Mientras cenaba, el niño le preguntó que hacía un sabio. El hombre contestó: “enseña y aconseja los que no fueron bendecidos con el poder la sabiduría”. El chamaco se mostró fascinado y le pidió que le enseñara todo lo que sabía. El hombre entonces lo educó, pero el niño poco a poco se mostró menos interesado en el aprendizaje.
Cierta vez, el sabio le preguntó: “¿qué le pasa? ¿No quieres más aprender?”, al que el niño respondió: “no me estás enseñando nada que ya no supiera. Tú te dices sabio, pero no le veo ninguna sabiduría”. El hombre, ofendido y revuelto, entonces le dijo que le mostrara la verdadera sabiduría y, para su sorpresa, el chavo atrapó una piedra y la entregó a él. Confundido, el hombre preguntó: “¿qué es esto chamaco?”. “Un reloj”, dijo el niño. El hombre se puso sorpresa. “Esto es una piedra” le dijo. “No”, retrucó el niño; “esto es un reloj”.
El sabio se le acercó al chico y le devolvió la piedra, diciéndole: “esto es una piedra y punto. Estás loco”. “No, señor; es un reloj. Mira, hasta mide las horas: son cuarto para las dos”. El sabio miró a su reloj y, de facto, eran cuarto para las dos. El chamaco insistió: “si esto fuera una piedra, no mediría las horas, ¿verdad?”. Muy revuelto, el hombre atrapó de nuevo a la piedra y la miró de cima a bajo, no viendo nada más que su superficie gris y dura, cómo de todas las otras piedras. La lanzó lejos indignado y, volteándose al niño, clamó: “¿cómo puedes ver un reloj en una piedra?”. El chico entonces sonrió y le dijo, muchísimo tranquilo: “aquel es un reloj, señor, y no una piedra. Pero esto…” atrapó a otra piedra “… esto sí es una piedra. Y muy pesada”.
“La sabiduría no se aplica en conocer de Matemáticas, Ciencias o Filosofía. El más sabio es aquél que reconoce en una piedra un reloj o en el mar el cielo, y aquél que es capaz de verlo aunque todos a su alrededor vean solamente la piedra o solamente el mar”.
Y cómo vino, el chamaco se fue.
Hoy, este hombre no es considerado más el sabio, y sí el loco, porque toda vez que quiere consultar las horas atrapa a una piedra y la mira de cima a bajo para después arrojarla de nuevo al piso y seguir caminando.
Anna Carolina Rizzon