Amigo
¿Cómo fue que naciste aparte
del vientre que me dio cobija,
y que la sangre en tus venas distintas
se parezca tanto a mí ?
¿Dónde estuviste ese tiempo dormido,
que no pasaste conmigo,
ni en mi cordón te enrredaste,
ni me abrazaste con tus retoños de brazos,
o en mi regazo lloraste?
¿Porqué ese primer llanto no compartimos,
ni nuestros ojos nos vieron como lo primero?
¿Porqué prisionero me siento de tu castigo,
y de guerrero me visto para morir a tu lado?
En ti se apoya lo incierto de mi destino
sobre el camino sembrado.
Es la experiencia de tu haber vivido,
un faro que guía la epopeya de mis yerros,
y es tan fiel como un perro en el camino.
Tú, como la sombra que bajo el sol
en refugio se convierte,
compartes tu suerte, y en tu inocente error,
refugias el dolor que a la experiencia hace savia,
porque las rabias que muerden nuestra lucha,
nunca esperan por la razón,
que siempre escucha el perdón del corazón,
que es quien domina. Y aunque sea mucha
la tenison que nos inflame la ira,
el universo conspira
nutriendo mas nuestro amor.
La locura del quijote manifiesta en tu valor,
te hace dador de la certera confianza
que envuelve en la bondad la verdad sobre tu nombre,
pues tu gran humanidad es la empírica muestra
con que se expresa la humildad
bajo la piel de los hombres.
Entonces fue...
Cuando tu voz persuadió a tu lengua
y reclutó a tus labios para decir te odio;
cuando tus manos me dejaron libres
en su complot silente con el corazón;
cuando tus ojos grises se enfurecieron tanto
como el rugido vibrante de ese trueno atroz;
cuando tus piernas se cerraron
y me exiliaron cabizbajo sobre otros labios;
cuando tu alma buena
descorchó la mía sin consentir su ocaso:
en ese momento mi fuerte abrazo
entendió llorando que te perdía,
entonces fue que me partí en pedazos,
y vio sangrando mi dolor el paso
de tu ilusión inerte
mientras mi cuerpo ardía.