Me gustas.
Tú me gustas así,
así me gustas tanto,
con la magia estival de tu mirada,
con el vivo rubí,
que pervive en tu boca de amaranto
y el trinar y el encanto,
de tu voz, en mi tímpano apresada.
Me gusta ese dosel de tus cabellos,
bromelia de la noche del sonrojo,
que recorre destellos,
en su paso al vaivén del viento flojo
y me gusta ese gesto,
de tu pómulo ardiendo en tono rojo.
Tú me gustas así,
cuando el enojo,
es en ti la ventisca y el tornado
y después pone antojo,
de conciliar en beso enamorado,
el impulso más fiel de tu latido
y me gusta el sonido,
de un susurro de amor a mí brindado.
Me gusta de tu talle su angostura,
tan exacta al contacto de mi mano,
dimensión de la estrella que perdura
y del lujo cercano,
al concierto sensual de tu cadera.
¿Qué no gusto de ti si en ti es mi vida
un remanso en ciruelos florecida
y por grillos de cuarzo decorada?
Pues no hay gusto mayor mujer amada,
que este fuego gustoso de adorarte.
Y este gusto fortuito, incandescente,
de tu voz, de tu pelo,
de tu amor, de tu forma en mí presente,
es reflejo de anhelo,
que te dice mi amor sin más palabra:
¡tú me gustas así, completamente!
Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia
La Poesía es el arte de buscarle lo redondo a lo cuadrado y viceversa.
Nadia
Sólo el agua y la luz
escriben en la naranja,
donde tus ojos vuelan
como una parvada de jabalinas vivas
hacia el diván de mis acentos.
Vuelves.
Emigras al último claro del aire
y el aire canta contigo
un vendaval de guacamayas lejanas,
cuando quiero beberte,
así,
casta junto a la aurora,
llena de mí en la noche,
libre de mí en la plaza.
¡Grítame mujer!
¡Piérdeme en el ósculo que duerme a lo lejos!
Quiero ser un collar de gardenias en tus hombros,
bajar, pervivir en la alcoba que habitas.
Toda razón es vana fluorescencia
y es flor este latido tuyo
que impregnas en mi oído.
¡Duerme!
Deja sentir el halo de tu entorno,
de este primavera que te colma los ojos,
que deja retoños nítidos
en las palmas de las manos
y en la voz de la cintura.
¡Llámame amor!
Dame el otoño lleno de barcas,
cuando el sol se devora los techos
y en esos tejados de Agosto,
yo quiero que lluevas
sobre mi lengua y mi pelo.
Porque he venido al contorno del mundo,
a comprobar
tu iridisada existencia.
Alberto Madariaga
(2012)
Ying Yang
Es preciso partir como he venido
mas no vivir así, como he llegado,
porque fuerza mi voz el entramado
de la sed que sustenta mi latido.
No cercar de los grises lo vertido,
sino ser la explosión de lo cromado
por un níveo color desenfadado
o por negro insoluble y desmentido.
¿Es anhelo del astro mi esperanza?
Sostenible es decir lo que se vierte,
por sustento en extremo de balanza.
Siempre ser, -no importando ya lo inerte-
porque es sólo la vida breve danza
y es un vals impretérito la muerte.
Alberto Madariaga