Los clavos doblados saltan al camino empapado de metrallas repentinas, callejero junco del viejo molino con garras de acero cuida la colina.
Oculta morada de un frágil cuchillo la pólvora sangra tachuelas infladas, y soldados de plomo de color amarillo enrejan torcidas botellas enceradas.
La espina descalza, mellada consola al airado fierro le da una estocada, temiendo la tierra ante la parola va y cierra la fuente toda chamuscada.
Ruidosos los gatos chillando las gomas estruendosas bocas de contaminación, en el aire dejan indecente idioma que las tablas tapan sin más condición.
Tornillos clavados cayendo al bolsillo de pan allanado con huecos de miel, con charpas de colcho apañan colmillos masticando el candungo que le sabe a hiel.
Julio Medina 4 de mayo del 2012
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