Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. I.

Fecha  23-4-2012 10:49:05 Tema:  Poemas -> Góticos
Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. I.

Colosal era el Cristo de oro puro,
Crucificado en dolor, dorado y serio,
El músculo en tensión, el fuerte nervio,
Rodeado de arcángeles oscuros.

Brillaba el Jesucristo, lirio y nieve,
Y en el Templo Cangrejos colosales,
Y en su boca tal dos rubíes leves
La angustia de tormentos siderales.

Son los Cangrejos gigantes y marmóreos,
Se pierde la belleza entre lo arbóreo
De una música de armonio de oro y lilas.

Y bajo los pies del Jesucristo muerto
Pavos reales verdes, azules, insurrectos,
Cíclopes para una pasión crisoberila.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.


Para el Templo de los Dioses Marcianos. Un Jesucristo de Oro Macizo. Cangrejos de Mármol Negro Colosales. Y Pavos Reales Verdes. II.

Enorme el Jesucristo relucía
Todo de oro macizo y esplendente,
Y su cruz de amatistas relucientes
Dolorosas astillas le ponía.

Era de oro macizo el Jesucristo,
Bajo sus pies cangrejos colosales
Como un tormento de furias siderales
Atestiguaban el dolor del Cristo.

Sus ojos eran verdes esmeraldas,
De oro puro las llagas de su espalda,
Y en el suelo pavos reales verdes.

Y el tormento, qué gran valor tenía,
Y la carne de Cristo relucía.
Las aves, gozan, y los Cangrejos, muerden.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.



Un Jesucristo Colosal de Oro Macizo Crucificado en una cruz de Oro con los Ojos de Esmeraldas. Y los Clavos de Rubíes.

Bajo la gran bóveda de crucería
Estaba el Cristo de Oro agonizando,
Y en la carísima cruz de pedrería
El dorado cuerpo estaba deslumbrando.

Era de oro su agónica impostura,
Y su tortura, tremenda, era de oro.
Y era el ascua divina de un tesoro
Su esquelética y bellísima figura.

De oro puro su cuerpo lastimado,
Y los ojos, verdísimos berilos,
Eran dos esmeraldas iracundas.

Y era inmenso el brutal crucificado,
Y los clavos rubíes con su filo,
Y su cruz, de oro puro, tremebunda.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.


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