No Hay Gasolina

Fecha  19-3-2012 14:11:35 Tema:  Prosas Poéticas
Regresaba en mi carro, de un fin de semana en el campo por allá lejos en las montañas a donde iba con alguna frecuencia.

Me acerque en el camino a una estación de gasolina para tanquear, vi un letrero que decía “NO HAY GASOLINA” me pareció extraño, pero seguí adelante, me dije; en la próxima tanqueo. Pero vaya sorpresa, unos cuantos kilómetros adelante en la otra estación estaba el mismo letrero, “NO HAY GASOLINA”, tan raro esto me dije, pero aun así continúe sin preguntar nada. El tanque aún tenía gasolina para unos cuantos kilómetros y continúe hacia la ciudad.

Con la necesidad de llenar el tanque para estar preparado al día siguiente para las labores diarias de trabajo, seguí mi camino hacia la ciudad. Un poco más adelante comencé a ver carros estacionados a la orilla del camino y personas en los prados y niños jugando, pensé que estarían descansando aprovechando el rato de sol que hacía.

Un poco más adelante me detuve en una tienda a la orilla de la carretera para tomar algo, había allí bastantes carros y gente con caras de circunstancia, entonces sentí la necesidad de preguntar el porqué habían tantos carros detenidos en el camino.

Me contestaron todos casi al unisonó, ¿cómo no sabe?. ¿No sabe qué?, respondí.
Que “No hay gasolina”. En el camino vi ese letrero, pero no se la razón por la cual no hay gasolina.

¿No ha visto las noticias? Me decían. Realmente no las había visto porque estaba acampando en las montañas con la intención de estar a solas y en silencio o como dicen hoy, en retiros espirituales.

Algo está pasando, me explicaban con amabilidad. En la tv dicen que la producción del combustible esta parada y solo hay para casos de emergencias y para los vehículos del gobierno, policía y el ejército. Lo que hacía notoria la gravedad del asunto. ¡Vaya que bueno¡ exclamé, con un cuanto de alegría en mi voz. Al instante me responden: noto ironía en sus palabras. No, no, no, respondí con algo de nerviosismo pues realmente sentía un fresco en mi corazón, aunque a la vez pensaba ¿cómo nos movilizaremos sin gasolina?

Al final de la tarde llegué a casa y guarde el carro en el garaje.

Al día siguiente salí a trabajar como todos los días, lo primero que pude notar era que el indicador de gasolina mostraba que andaba en rojo, solo tenía para un par de kilómetros, entonces me dirigí de nuevo a una estación de gasolina y otra vez había allí carros varados esperando servicio y el mismo letrero “NO HAY GASOLINA”. Continué a mi trabajo, allí me enteré claramente de lo que pasaba con la gasolina.

De repente se había acabado el petróleo en los pozos, aunque el gobierno lo sabia hacia un buen tiempo, esto era un secreto de estado. Por esta razón no se producía ningún combustible, y el estado tenía el control de los pocos galones que quedaban.

Al siguiente día ya no pude sacar mi carro pues se quedó seco, tan solo con el olor del tanque, por lo que Salí a la calle a coger algún transporte público, cosa imposible de hacer pues lo poco que había estaba tan congestionado que no alcanzaba carro para tanta gente.

Las calles estaban llenas de carros varados por falta del combustible, después de un par de días se declaró la emergencia nacional para tratar de solucionar el caos que se estaba presentando. Se comenzó la movilización de los vehículos a los parqueaderos públicos, garajes y demás lugares donde los carros no fueran obstáculo para las personas que tenían que caminar por las calles, pues la gente comenzó a salir en masa a las calles, unos a caminar al trabajo otros al estudio y muchos otros a las demás actividades y otros cuantos a ver que se pillaba por ahí mal parqueado para llevarse a casa.

Al salir a la calle podía ver la belleza de estas sin carros y con distintos tipos de vehículos tipo bicicletas, patines, carro-mulas, gente a pie, en fin era todo un paseo salir a trabajar, parecía más un día de ciclo-ruta que de trabajo.

Hablando con la gente, se sentía el miedo en sus palabras, muchos decían que el mundo se iba a acabar, otros que era por el pecado de la humanidad, que eran señales del fin del mundo y así sucesivamente.

Muchos otros estaban angustiados por sus negocios, pues se agotaban las mercancías, no llegaban productos de otras partes, solo quedaban productos de la región, pero era difícil llevarlos a sus locales.

El caos se apoderaba de las ciudades, el hambre se hacía sentir entre la gente. El gobierno llamaba a la calma a la población, y pedía ahorro en todo lo posible pues no se sabía cuánto duraría esta situación.

Los precios de los alimentos se duplicaban, la gente no podía ir a trabajar, ni estudiar, solamente los que habitaban cerca de sus lugares de trabajo e iban a pie o en bici.

Al cabo de un mes la situación era insostenible, no se encontraban alimentos frescos, solo productos congelados o de larga duración, los saqueos eran el pan diario, se hizo necesario militarizar las calles y declarar el toque de queda desde las 10 pm hasta las 4 am, los horarios de trabajo solo eran de día y cerraron los colegios y universidades por razones de salud pública pues a estas alturas se comenzaba a racionar el agua y la luz, además los hospitales y centros de salud mental se llenaban de pacientes por el stress de la situación y otros por tener que caminar demasiado pues no estaban acostumbrados a estas largas jornadas de ejercicio.

Se pueden imaginar el caos de las grandes ciudades en medio de estas condiciones, pero me decía para mis adentros “Gracias a Dios no hay carros”.

El gobierno al ver que no habían soluciones por parte de las petroleras, inicio una campaña junto con las empresas y el pueblo, para hallar entre todos; soluciones al problema de transporte de mercancías y comestibles. Rápidamente comenzaron a llega ideas de todo tipo, y en pocos días empecé a ver distintos tipos de vehículos en las calles, movidos por todas las fuentes posibles de energía tales como el sol, la electricidad, el gas natural, de pedal, de alcohol combustible, etc.

Se comenzó a producir en forma artesanal gran variedad de vehículos que sirvieran para transporte de mercancías y personas, aunque los estilos eran bastante rústicos y divertidos, pero útiles para la ocasión. Las gentes se movían como hormigas, cargando en sus espaldas bultos de todo tipo. Trayendo del campo los alimentos que allí se producían, en todos los medios posibles. Era todo un espectáculo ver tanta gente ocupada haciendo su labor sin afanes ni carreras, todos caminaban pausadamente pues sus cargas pesaban y las distancias eran largas.

Al cabo del segundo mes, comencé a ver más vehículos en las vías principales llevando y trayendo mercancías y alimentos, ya que se había incrementado el uso de combustibles no fósiles en dichos vehículos. Pues debido a la carencia de petróleo, no había quien se opusiera a la producción de estos otros combustibles.

Al tercer mes se podía respirar aire más puro y fresco, pues la contaminación había caído al 50% y la gente caminaba con más entusiasmo, más delgada y fuerte, realmente era algo agradable ver estas personas, su rostro había cambiado, tenía colores, respiraban más profundamente y se veían más vivos y animados que antes.

En los parques se veían personas de todas las edades jugando, en tertulias, en actividades manuales o sociales, o simplemente admirando la naturaleza como en un día de descanso. Se veían mas aves en los arboles de la ciudad.

Al cuarto mes se fueron reabriendo los colegios, pues ya había trasporte para ellos, las empresas también comenzaron a producir más.

Para entonces los gobiernos habían logrado acuerdos para promover las fronteras permitiendo así el paso de alimentos y productos básicos para la población, sobre todo aquello que las personas pudieran cargar para consumo de sus casas y familias.

En los primeros días de la emergencia el empleo se había caído también como al 50% pero a estas alturas todas las personas estaban ocupadas con toda clase de labores, cada uno hacia algo por si mismo y también para ayudar a otros, como quien dice todos eran productivos.

Me sentía tan a gusto con esta nueva condición de la población, que no cabía de la felicidad al ver tantos cambios en favor de la humanidad y del medio ambiente, y me puse a bailar y a brincar de la dicha, que me caí de la cama y pude darme cuenta que estaba soñando, entonces amanecí llorando de tristeza.

By Joseferchozamper



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