Al llegar a mi casa allí está mi eterna amiga, ella me espera llena de tristezas, amarguras y crueldad. Se me acerca y me dice que te olvide, que solo piense en ella. Ella, la que siempre me acompaña.
Entro al dormitorio, abrazo la almohada y le pregunto con voz suave: Hola ¿qué tal? ¿Cómo has estado? Pero de pronto me doy de cuenta de que estoy solo, que ha sido un sueño, una falsa ilusión que abraza mi vida y en el eterno silencio me abruma.
¡Y repetidas veces me dice al oído que te olvide, que eres un mal amor!
Con voz dulce, pero firme trae a mi pensamiento sucesos que una vez llenaron mi vida de felicidad, pero desvanecen como la niebla.
¡Esos recuerdos hoy me matan y destruyen mis sentimientos!
¡Y una y otra vez me repite: Te entregaste a un mal amor, otra vez te has vuelto a equivocar! Pero yo estoy aquí siempre a tu lado porque aunque no entiendas la causa de tu dolor estaré tomándote de la mano, y te acompañaré por toda la eternidad.
Me despierto, no veo a nadie y entonces me doy cuenta de ella… ¡Quién me acompaña es mi eterna amiga, la soledad!
Julio Medina 2003
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