¿A quién le interesa si algo de mí queda? Las cenizas se deshacen en el viento, preferible es morirse sin tener la veda para ver la muerte finiquitar este tormento.
¡A nadie agrado más! Menos aún en la pena sintiéndome triste, desilusionado. ¿Para qué notar cuando el alma se envenena si dentro de ella hay sentimientos dañados?
La soledad de mí tiene harto miedo, le impregno terror y decide ocultarse, no hay dolor que pueda alcanzarme. ¡Así quedo sumido en la nada! ¿Para qué acongojarse?
¡A nadie le importo y nadie me importa! Pero sigo vulnerable a los golpes de la vida, han hecho languidecer el alma, alicorta fenece, no resiste acometida.
Débil, pero muy débil, lento mito angustio de añicos lanzados a la irrealidad ideal, al caer vencido no debo sentirme mustio, desvanecido, sin ánimo siendo leal.
Como la arena en el agua se desparraman los sueños. ¡Detenerlos es imposible! Si se pierden en la oscuridad de las ansias, frustrando el deseo de ser dueño del embeleso y con ello malogro la felicidad.
Sigo así, voy adonde quiera y no me ves, pero muchas veces tu rostro acaricio, y sé que sabes quien soy porque después sonríes a las caricias tiernas que te propicio.
Quisiera convertirme en parte de ti, pero son deseos nulos difíciles de realizar. ¡Fantasía perturbadora te apoderaste de mí, con ilusiones llegaste para nunca regresar!
Julio Medina 20 de diciembre del 2011
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