Cuando el fracaso abruma en el alma esta adversidad alimenta el dolor que deploro, esa angustia donde no existe calma y en el eterno silencio sin lágrimas lloro.
A solas he estado los últimos años no importa si la realidad parece ser otra, realidad con una magnitud de daños, la causante del desdén que me postra.
Desprecio percibido en carne propia llegando a lo más profundo del corazón, perturba mis pensamientos como a una hostia que me roba el sosiego hasta perder la razón.
Sufriendo la cruel decepción de perderte y nuevamente vuelvo a sentir la soledad, cruel amiga, jamás he de quererte has llenado mi vida de infelicidad.
Humillado, herido y desesperado intenté comenzar de nuevo. ¡Qué error! me encuentro atrapado y no puedo levantar raudo vuelo.
¿Será la vida tan implacable que me ha fijado un rudo destino? La felicidad para mí es inalcanzable y la desdicha es la virtud del camino.
Julio Medina 28 de julio del 2010
|