Hoy rompo el silencio para confesarte que no tienes dotes de escritor, y aunque lo encarné al pie de la letra, nunca me gustó el guión que escribiste para los dos. No pretendo ser rapsoda o novelista, pero asimilé de mi corazón el arte de amar, cuando llegaste a la orilla de mi celeste mar, y aunque ya no tenemos los papeles estelares, podrán aprender de colosal ruina, los nuevos amantes. Hoy, edito con derecho sufrido tantos “no te quiero” por un “te amo “ real, y aquel “si” fingido por un “acepto” enamorado. El desfile de los años ostenta ajuar romántico, que paga con oro y plata de esperanza, por el deseo de una eterna alianza. El sexo por instinto, transformado en un hacer el amor genuino… Fruto del amor los hijos, y no la secuencia cronológica de un edicto. Resignación y costumbre impuesta, por la dicha de una cotidianidad idealizada. Final de bienaventuranza y no de desventura, contado y querido a mi manera.
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