Caminando entre las sombras de la noche travesía detenida en la salida, inunda mi pensamiento ese infame reproche hurtándole la quietud a un ánima distraída.
Negra imagen de penumbra incierta no me abandonas ¡qué desacierto! Sufre mi alma, está desierta, el corazón herido sin latir ha muerto.
Espíritu del ocaso traes dolor agonizante, no te separas de mí ni un solo instante, indeleble silueta de tristeza caminante no compartes mi dolor, pero sigues adelante.
Asilado al desamparo y sentenciado al desconsuelo sombras nada más son el pesar que me alcanza. ¡De rodillas!, quizás logre tener algún consuelo, es la postura de un alma carente de confianza.
Percepción inocua, no se disipa la duda, efímera como el aura, no da tregua ni reposo. La desconfianza estorba al reclamar por ayuda esa intriga hace daño, ese trago es doloroso.
Sombras absolutas aparecen de la nada, son un flagelo viciado de sentimientos penosos, se lanzan en la oscuridad mientras la luz está apagada, y no me dejan vivir con sus continuos acosos.
Julio Medina 31 de julio del 2011
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