Mártires macabros
Inundado de almas se haya ahora el cielo. Sobreviviente de una tarántula palomilla. Frustrada del conocer la humana indiferencia. ¡Del huevo por el nido... Y la escama del reino!.
¡Mártires, Mártires, Mártires!.
Inundado de fracasos quedó el crepúsculo. Sumergido de absurdos pulpos lacustres. ¡Humedecida región del egoísmo nuevo!. Del prolongado alfiler y el seco tulipán.
¡Mártires macabros, Mártires macabros!.
Derramados quedaron los escarabajos. Virginales orfandades deshojadas auroras. ¡Conmovidas hostias y frágiles cordeles!. Por el anochecer de enredaderas cohibido.
¡Mártires, Mártires, Mártires!.
Derramados nadaron los rencores heridos. Lamentos obsesionados molinos leñosos. Convertidas migajas y laberintos hostiles. ¡Por el padecer encubierto de duelos!.
¡Mártires macabros, Mártires macabros!.
Devorados los nombres al ritmo de hielo. Peligrosa tortura de reclamos inclementes. Danzaron terribles posesos y pesares. Entre las respuestas de bestias mañanas.
¡Mártires, Mártires, Mártires!.
Devorados los nobles abismos etéreos. Dejaron candiles de muros asombrosos. Enfangados incansables desastre y orgía. Entre las agonías furibundas del rebaño.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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