Mariposario

Fecha  14-7-2011 19:04:09 Tema:  Poemas
Mariposario

Acabo de tener el privilegio
de caminar extasiado,
entre los senderos y espacios
que la selva me permitió
y allí, entre los árboles más variados,
eternos, imponentes, definitivos,
con matorrales, enredaderas,
lianas, arbustos, por doquier
con tanta exhuberancia que atrapa,
allí, rompiendo a cada paso sin querer,
tanta magia entrelazada,
embriagado por ese universo verde,
que se contorsiona y vibra,
que vive e impasible muere también;
allí, se fugó mi alma,
para ser parte plácida
del lago de nenúfares que descansan
en un recodo de aquel paraíso
y disfruté, de sentir cómo
tanto verdor aplacaba el infierno,
que vano el sol, penetrar pretendía,
qué extravío más delicioso!
recibir de aquel orden natural
la sentencia más clara,
que somos parte de la tierra
y no lo contrario,
que al igual que la alfombra de musgo,
o los pintorescos hongos,
podríamos nosotros encontrar también
la parte de aquella sinfonía
de vida, de belleza y equilibrio
que nos permita redimirnos y crecer
recibiendo la comunión de su pureza;
allí, en ese marco vegetal grandioso
encontré también un mundo
animal diverso, rico, fabuloso
y aunque los más grandes
no participaron de ese paseo
alejándose anónimos, desinteresados,
ni las innumeras aves,
que también escaparon,
alzando vuelo exacto, fantástico
entre aquellos espacios complejos,
apretados, que les deja el inmenso,
intenso y enredado mundo verde,
pero sí fueron muchísimos,
los pequeños habitantes
que jugueteaban y mantenían
delirante su pasión de vivir,
demostrando casi con orgullo
su bendito y mágico espacio;,
allí, recibí una marea de locuaces,
inquietas, bellas mariposas,
en una embriagadora lluvia
de tamaños, gamas y matices,
adornando el paso danzarinas,
con su vuelo que acaricia,
que ilumina el paisaje,
aunque estallen alborotados
todos los grillos al unísono,
tratando de ensordecer las imágenes,
aunque no les llegue
la caricia solar para aumentar
la intensidad de sus colores,
aunque no existan testigos
del éxtasis maravilloso
de su fugaz existencia,
allí, en ese mundo único, incesante,
en cada sublime instante del paseo,
sentí la calidez de tu presencia,
tu sonrisa dibujarse en mis labios
para bendecir la ternura,
que caudalosa desbordaba
desde todos los sentidos,
tu alegría acogedora
regocijarse con mi espíritu
y aún tus labios
posarse sobre los míos,
ligeros como brisa nomás,
como vuelo de diminuta mariposa;
allí percibí con diafanidad
que lo hermoso sabe a ti,
que amarte es una condición de vida
que la llevo en la piel
y que mi corazón se acongoja
cuando el tuyo no late cerca
para emocionarse aún más
y si es preciso juntos, felices estallar.



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