Madre soltera: mujer de amor y mil batallas

Fecha  10-3-2021 17:55:19 Tema:  Poemas
Sola, cansada, sedienta, ¿estaré perdida?
se quiebran mis huellas en los caminos,
y no es porque esté desorientada,
he dejado atrás, mucho de mí,
todo, absolutamente todo,
y lo he hecho de tanto luchar,
pero…; tal vez algo haya quedado,
un diminuto céntimo, pequeño,
delgado y angosto como un ínfimo guijarro,
y en ese preciso instante, yo sonrío,
sonrío con tristeza para mis adentros,
estoy equivocada; el pacto se quebró,
¡Y nada me ha quedado! ¡Nada!

Y esta declaración,
puede que sea la referencia,
en teoría, me he despertado atrapada,
y esa es la razón, ─no podría explicártelo,
porque,
descubrir que no puedes alcanzar el sol,
ni ocultar la luz de las estrellas con tus manos,
es aletargar el razonamiento,
es pensar en una dimensión inexplorada,
loca como desventurada,
sin embargo,
también he descubierto sin convicción
que mis emociones han sido arrolladas,
sin votos de confianza, con lamentos,
sin reservas, y que mis sueños se han marchado,
lastimeros, empobrecidos, llenos de conflictos,
¡Y fue al atardecer de un día de invierno!
Y me sentí agonizar, morir,
¿Morir como el ave que ha perdido una de sus alas?

Vacilé y resbalé por el sendero, yo resbalé,
y el respirar, el entorno, el deseo de sobrevivir,
en los rincones más queridos de mi porvenir,
por el estrecho camino de la razón,
descubrí que todos se habían ido,
y fue como una escarcha, afilada, cortante como puñal,
un montón de grietas, unas ávidas sanguijuelas,
que absorbían mi esencia, la esterilizaban,
y esas muy desalmadas indolentes,
buscaron silenciar mis pedidos de socorro,

A ellas no les importó en lo más mínimo,
pretenciosas, sin carisma, sin belleza,
recelosas, apáticas,
incluso de sus propias existencias,
ellas, mis testigos, me han señalado,
se han reído, se han mofado de mí,
y al igual que una paria he sido desdeñada,
rechazada, condenada a vivir sin amor,
aplastada por la locura,
por un viejo recuerdo imborrable,
y a raíz de eso, he caído lejos,
lejos de mi hogar, ¿en verdad estaré perdida?
estoy sola ahora, asustada, descubierta en la noche,
sola, sola, sin la contemplación de la luna,
impresa en la desolación,
y al mismo tiempo,
cubierta de una inflexible compasión,
de un inextinguible latido que se niega a claudicar,

¿Qué se pierde al momento de dejar de vivir?
La esquiva y momentánea razón de ser,
ese argumento afilado, agudo,
premonitor, cubierto de revelaciones,
de índices que nos alientan a seguir,
a no desmayar, que siempre llega a término,
a no rendirnos, a estar a buen resguardo,
más,
cuando eso muere,
algo se pierde, deja de respirar,
y todo se detiene, las heridas vienen de nuevo,
el momento se paraliza, y el miedo,
es un temor bravucón, prepotente,
que hala de los cabellos,
esclaviza, arruina, destruye la esperanza,
deshace los mejores intentos por avanzar,
¡El muy tenaz se instala como un virus,
y no hay modo de sacarlo!

Las esperanzas se pierden, los anhelos,
las fuerzas, ¡todo desaparece!
Y no es que sea el fin ─lo digo con seguridad,
pero se acerca, y es un déspota,
un querellante, un madruguero,
un tirano a sueldo,
orgulloso de su trabajo,
sonriente y sus dientes amarillos,
su torso es de hierro oxidado,
sus ojos dos brasas ardientes, llameantes,
y no hay modo de eliminarlo,
pero si de evitarlo ─sé de lo que hablo,
porque hubo en mí, un corazón y un dominio,
hubo en mí, una voluntad, absoluta y satisfecha,
una abnegada resolución a resistirlo,

¿Hacia dónde ir, hacia dónde escapar
cuando el valor huye de nuestras vidas…?
Te lo digo ─y quiero lo escuches bien,
la salida está por encima de tu cabeza,
nunca al frente ni a los lados,
directamente sobre ti,
es un péndulo, un halo de luz,
un toque destellante,
es tu valor, abnegado, indomable,
y este se ubica en tu mente y corazón,
allí debes desplegar tus estrategias,
allí debes reponer lo que has perdido,
y el impulso lo das cuando recapacitas,

¡Manéjalo y adiéstralo!
Y empuja, impúlsate, ¡sal de ahí!
Deja esa cueva,
ese atolladero, ese sucio escondrijo,
de murciélagos y serpientes,
Mírate y sé consciente de tu verdad,
¡Hazlo y muévete! Debes persuadirte,
¡Despierta y vive! ¡Pacta de nuevo con la vida!
Y no dejes de trepar, de hurgar en tu corazón,
en la mente de tu arrojo, de tus ocasiones,
esos finos filamentos adheridos a tu espina dorsal,
de tu espíritu. Tú no tienes un ala rota,
tampoco las necesitas para volar,

¡Favorécete a ti misma y vence!
Porque es lo he qué he hecho, es lo que conseguí,
con mi sangre temblando,
de pie delante de los riscos, del insondable pozo,
desafié a los mismos abismos que osaron acorralarme,
y pisoteé su inútil cobardía; yo los despedacé,
y mil veces muerta, mil veces he renacido,
sin conjuros, sin reclamos, sin quejas,
es el destino, mi lanza dorada con punta de diamante,
¿Quién habrá de negar lo que soy?

Oda a esas valientes mujeres



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